EL PATRIMONIO DE LAS HERMANDADES EN EL CASCO HISTÓRICO

Tesoros cofrades de futuro

En la obra social, el trabajo conjunto con las Cáritas parroquiales beneficia directamente a familias del vecindario

El reconocido imaginero Antonio Bernal, con uno de sus últimos trabajos.

El reconocido imaginero Antonio Bernal, con uno de sus últimos trabajos. / A.J. GONZÁLEZ

Juan M. Niza

Juan M. Niza

En el aspecto solidario, la noticia cofrade de este año es el nuevo aumento de la obra social para muchas familias que pasan por graves problemas. En el campo artístico, para muchos el titular informativo, al hablar de las hermandades cordobesas, se lo llevaría el estreno de la reforma del paso de palio de la hermandad del Caído. En lo que se refiere al desarrollo mismo de las procesiones, será noticia la salida de la Sentencia desde su nueva se casa de hermandad y el cambio de recorrido de la Esperanza por Doctor Fleming.

Sin embargo, quizá dentro de varios años se recuerden estos meses del mundo cofrade cordobés por una noticia económica y laboral que para muchos ha pasado desapercibida: la creación de la Asociación Profesional Cordobesa de Arte Sacro (Artesa).

La Asociación Profesional de Arte Sacro ha marcado el inicio de una nueva etapa

Y no solo por recuperar la herencia de gremios de artesanos y artistas que fueron referente en siglos pasados (y ahora profesiones casi amenazadas de extinguirse, pese a ser en sí mismas todo un patrimonio histórico y humano), sino por el impacto que puede tener este colectivo para la propia promoción de unos profesionales que son reclamados desde toda España y del extranjero, que ya tiene peso específico propio en el PIB de la provincia, con decenas de talleres y que incluso vienen a mejorar la imagen de la ciudad.

José Carlos Rubio Valverde, trabajando en su taller.

José Carlos Rubio Valverde, trabajando en su taller. / A. J. González / Manuel Murillo

«Es un patrimonio inmaterial por los valores que supone, pero también tangible, que puede tocarse y admirarse, auténticas joyas artísticas que preservan las cofradías», recuerda para La Crónica del Centro el reconocido tallista José Carlos Rubio, presidente de Artesa, una asociación que engloba la totalidad de las artes y artesanías sacras, desde la talla y la imaginería al bordado, el dorado, la restauración o el trabajo en cuero.

En cifras antiguas

Es la cara de un fenómeno, como es el cofrade y el de la Semana Santa, que según el estudio 'El valor social de la Semana Santa', de 2019 y realizado por Analistas Económicos de Andalucía, movía por entonces 330,5 millones de euros al año entre la capital y en las diez poblaciones mayores de la provincia. Un estudio muy anterior de hace década y media (2009), y que se ha quedado aún más anticuado, cifraba en 42 millones de euros el impacto económico de la actividad de las cofradías cordobesas a lo largo de todo el año, pero reduciendo el ámbito de la ciudad de Córdoba.

Sin embargo, siguen estando vigente la generalidad del estudio 'El valor social de la Semana Santa', con datos fácilmente extrapolables hoy en día. Al respecto, el análisis calculaba los beneficios sociales percibidos por los cordobeses sobre la celebración de la Semana Santa en 265,94 millones de euros, del total de 330,47 millones de euros de beneficios socioeconómicos netos, entre los que también están 9,8 millones de euros de impacto económico directo, 34,45 de impacto económico indirecto y 20,28 millones de impactos inducidos sobre la economía.

El bordador Antonio Villar, en uno de sus trabajos

El bordador Antonio Villar, en uno de sus trabajos / A. J. González / Manuel Murillo

Capítulo aparte estarían los 85,1 millones de euros del coste total asignado al mantenimiento, organización y preparación por parte de los actores principales al desarrollo de la Semana Santa, lo que supondría que este ciclo genera un valor social global de 3,9 euros por cada euro invertido en el mismo. Dicho de otra manera: un negocio socialmente redondo.

Por otra parte, este segundo informe de AEA fue pionero al realizar encuestas a 61 empresas y talleres de la ciudad y del resto de la provincia, aunque no segrega específicamente partidas sobre el gasto o la producción de los oficios cofrades (de los que ya hablaremos más adelante) al valorar en 9,8 millones de euros los costes directos y en 16,01 millones los indirectos para organizar la Semana Santa por parte de proveedores, incluyendo en este capítulo la hostelería.

En la obra social, el trabajo conjunto con las Cáritas parroquiales beneficia directamente a familias del vecindario

Eso sí, en la cuantificación de los outcomes (valor social) de la Semana Santa de Córdoba, el informe del 2019 afirma que la puesta en valor y exhibición del patrimonio artístico e histórico, salidas procesionales, museos cofrades y otras actividades suponen 8,3 millones de euros del presupuesto de las 480 cofradías de la provincia (a través de un 64,7% de su gasto corriente y un 31,8% del de inversiones), a lo que el gasto destinado a la contratación de servicios profesionales y artesanos: inversiones en enseres, mantenimiento y mejoras de los pasos y sus imágenes supondrían otros 5,8 millones de euros.

El joven y ya reconocido imaginero Luis Agudo.

El joven y ya reconocido imaginero Luis Agudo. / A. J. González / Manuel Murillo

Centrándonos en el Casco Histórico

Ahora bien, para La Crónica del Centro cabe preguntarse cuánto mueve ese mundo concretamente en los barrios históricos de la ciudad, una zona que ya por sí misma es patrimonial y reconocida por la Unesco hace justo 30 años, con muchas sedes canónicas de hermandades en templos fernandinos y con ese referente de la carrera oficial, junto al complejo monumental de la Mezquita-Catedral.

Pues bien: los datos hablan por sí mismos. Si hace un siglo la población cordobesa prácticamente se concentraba en el actual distrito Centro, en la actualidad supone en torno al 10% de los residentes. Sin embargo, en esta zona tienen su sede canónica y sus casas de hermandad el 74% de las hermandades que procesionan en Semana Santa, 28 de las 38 que hacen estación de penitencia.

Podemos estimar que, como mínimo, en esa misma proporción es el patrimonio cofrade que guarda el casco histórico, aunque la cifra se quedaría pequeña si tenemos en cuenta que en las iglesias antiguas del centro están las hermandades más veteranas y las que más plegado de siglos preservan.

Hablamos de un patrimonio cofrade que atesora las grandes devociones cordobesas: Los Dolores, La Paz, El Rescatado, El Esparraguero, El Caído o La Esperanza, pero también joyas artísticas, en ocasiones reconocidas como Bien de Interés Cultural (el caso del conjunto escultórico de Las Angustias, de Juan de Mesa). Además, un patrimonio económico imposible de cuantificar, por mucho que algunas piezas estén aseguradas por un determinado valor. De hecho, no hay mejor ejemplo que la orfebrería, en donde el material usado, pese a ser metales preciosos, apenas supone un valor significativo respecto a las cientos de horas de trabajo que suponen.

Las manos del orfebre Manuel Varela pulen una pieza.

Las manos del orfebre Manuel Varela pulen una pieza. / A. J. González / Manuel Murillo

El patrimonio más humano

Otra cuestión es ese patrimonio humano, aún más difícil de ponerle cifras, ni siquiera con estimaciones, del que siempre han hecho gala las cofradías y que también se concentra en los barrios del centro. Y no solo por la ayuda, camaradería y cooperación entre hermanos desde antiguo. Basta recordar que el dinero era una faceta tan importante como la espiritual en el nacimiento de aquellas cofradías gremiales que, desde la Baja Edad Media hasta bien entrada la Edad Moderna, a la vez de dar cultos a un titular, como por supuesto constaban en todos los estatutos de estas corporaciones, servían de bolsa de pensiones y de Seguridad Social de la época para sus miembros.

Cordeleros, bataneros, esparteros o cereros. Todos tenían su hermandad y su titular, porque lo que se hallaba en juego no era solo una labor pía y alcanzar el cielo. Mucho menos prosaico y tan aterrador que el mismo infierno para muchos era pensar en una vejez sin ningún ingreso, o en su mujer viuda y sus hijos huérfanos sin más alternativas que la mendicidad, todo ello en un país ya de por sí pobre.

Capítulo aparte está otro factor económico y solidario de las hermandades en el centro, el de su obra social, muchas veces vinculadas a las Cáritas parroquiales y, por ello, muy centrada en el propio territorio. Un beneficio para el casco histórico, donde numerosas familias ven aliviadas sus precarias condiciones económicas, mucho más tras la crisis económica de 2008 y la de la pandemia de 2020, momentos graves para muchos que, lejos de haberse paliado, se han estancado o continúa en aumento. En todo caso, pocas son las hermandades que se limitan a destinar solo el 10% mínimo de su presupuesto a la caridad, entendida como obra social y proyectos solidarios. Un patrimonio cofrade solidario en el centro que, sin duda, no tiene precio.