ENTREVISTA | Antonio Rodríguez-Carretero Comisario para el traslado de la Feria a El Arenal en 1994

«La Feria la hace el pueblo»

Antonio Rodríguez-Carreter, Comisario para el traslado de la Feria a El Arenal en 1994

Antonio Rodríguez-Carreter, Comisario para el traslado de la Feria a El Arenal en 1994 / A.J. GONZÁLEZ

Juan M. Niza

Juan M. Niza

Le hicieron el responsable de la operación que se llevó la Feria del Centro a El Arenal... y con el tiempo, treinta años después, El Arenal ya es en cierta forma parte del Centro.

(Ríe) ¡Cómo sois los periodistas! Pero así es, en efecto. A mí hablarme de El Arenal es hablarme de una parte importantísima de mi vida. Cuando, a rebufo del éxito de la Expo del 92, me llamó en octubre de aquel año Herminio Trigo, entonces alcalde de Córdoba. Me dijo que había pensado que la Feria era una barbaridad en el Centro, colapsaba dos semanas la ciudad, no había servicios ni sitio para los feriantes, había situaciones de peligro... «Y tú, como estás metido en eso de las peñas, las cofradías, las asociaciones de vecinos... He pensado que podrías ser tú el que llevaras la Feria a El Arenal ya el próximo año», me dijo. Yo le contesté que «Herminio, al menos espera que lo piense».

Y dijo usted que sí.

Fue curioso cuando se enteraron correligionarios del alcalde de que yo era vicepresidente de las Confederación de Empresarios, de las cofradías... hubo quienes le preguntaron al alcalde: «¿Y a un facha le vas a hacer ese encargo?» Poco después, desde otros sitios supe que habían dicho: «¿Y éste ahora éste va a estar con los rojos?» Y yo pensé: «Si para los fachas soy rojo y para los rojos soy facha, estoy donde debo estar» ¡Sin lugar a duda! (Ríe de nuevo).

Lo primero, ¿qué fue?

Lo primero, ver el sitio. Yo ni sabía dónde estaba El Arenal. Ni yo, ni nadie en Córdoba. Y cuando llegué, lo primero que vi es que aquello estaba ocupado. Había de todo. Cercas de caballos, casas, ganado, una casucha donde supongo que se hacían tratos carnales por las cajas de preservativos... Fui hablando uno con uno. Pero no para echarles, que hubiera sido lo fácil, sino para darles soluciones. Y lo conseguimos, echando incluso mano de las amistades. Aunque el más curioso fue el último, ya casi en la autovía, que salió apuntándome con una escopeta. ¡Y le encontramos un sitio! Ahora es un gran amigo que cada vez que me ve se me echa encima para darme un abrazo. Era gente que si le quitabas aquello, le quitabas todo.

Se encontró con los planos de El Arenal ya hechos, ¿no?

Se lo encargaron a unos arquitectos y un ingeniero, pero para mí que no habían pisado una feria en su vida y... En una reunión estuvimos a punto de romper la baraja. Yo ese año me pateé todas las grandes ferias de Andalucía para tomar más ideas y ver lo que funcionaba en cada sitio... Había mucho trabajo por hacer. Incluso con la Confederación Hidrográfica por cuestión de la cota de inundación. ¡Pero qué listo es Herminio Trigo! ¡Sabía que yo tenía buenas relaciones con todos y que llegaría a soluciones!

Y a la vez que se hacían las obras empezaba otra batalla: convencer a los colectivos de que apoyasen el proyecto de traslado de la Feria. ¿Cómo fue aquello?

Sí. Fui peña por peña, cofradía por cofradía y asociación por asociación explicando, primero, dónde está El Arenal. ¡Nadie sabía siquiera dónde estaba aquello! A todos les preguntaba y les contaba lo mismo: ¿Dónde está la portada de la Feria en La Victoria? ¿Cuándo habéis visto los fuegos artificiales que pasan desapercibidos? Por entonces ni se sabía que había fuegos artificiales ¿Y el paseo de caballos? Además, las condiciones en La Victoria eran ya lamentables.

Con las exigencias actuales de la Unión Europea en seguridad, higiene, etcétera, aquella Feria hubiera sido prohibida. Había pozos negros en Vallellano, estrechamientos peligrosísimos en caso de avalancha por cualquier incidente que desatase el pánico, riesgos de todo tipo...

Efectivamente. Recuerdo un día que lo vi patente llegando a la Feria con mis niños chiquitos aún. Se me puso el vello de punta pensar que alguien diese un grito y salieran corriendo. Y no solo también por las molestias de los que vivían al lado, porque verías las condiciones en la que estaban los feriantes.. Olías lo que guisaban y lo que hacían en las caravanas, veías su colada tendida... Pero ya en 1993 pusimos aquellos carteles de que estábamos «Camino de El Arenal». Yo, conforme se acercaba la inauguración, en 1994, estaba nerviosísimo. Había apostado mucho, había entregado dos años de mi vida y me costó mucho dinero... porque no cobré ni un duro. Por Córdoba no he querido nunca cobrar nada. Pero a lo que iba: Hablando con los últimos peñistas antes del traslado, los Amigos del Bar Plaza, les dije que «daría cualquier cosa porque ésto (el tralado de la Feria) saliera bien». «¿Tú te apuestas la barba?» Me preguntaron... Y efectivamente, al final salió la foto en la prensa de cómo un barbero me afeitaba (ríe). En los días antes de la Feria había tal expectación que... Le voy a contar otra anécdota: Yo paseaba todos los días por El Arenal y una vez me encontré a don Alonso García Molano, deán de la Santa Iglesia Catedral. Me quedé sorprendido porque era el último sitio donde le esperaba. «No le veo vestido de flamenco», le dije. «Hijo mío. Es que como todo el mundo habla tanto de El Arenal... estaba echando un paseo y me he acercado«, me dijo (ríe otra vez).

Y se inauguró por fin aquel viernes de mayo de 1994.

Aquello fue apoteósico. Cuando vi llegar a la gente en masa, respiré, porque no sabía cómo los cordobeses íbamos a a recibir aquello.

Empezó El Arenal dando cabida a todos los colectivos que estaban en lista de espera para montar caseta: 175 carpas. Este año solo hay 85. Muchísimo más grandes que las que estaban en la Victoria, pero justo el mismo número que hace 30 años. ¿La ‘oferta’ se ha ido ajustando a la demanda?

Es que la Feria no deja de ser una explosión popular. Es el pueblo el que lo marca. La Feria no la hacen los feriantes, ni los que montan casetas, ni los que la planifican... La Feria la hace el pueblo. Y el pueblo, que es sabio, decide por dónde debe ir. Que el pueblo no es tonto.

Junto a la sociedad se está transformando la Feria. Recuerdo, por ejemplo la ilusión, con la que se planificaba, incluso meses antes, qué vestido se iba a estrenar en Feria. Eran tiempos donde había pocas oportunidades de fiesta y se tomaba la Feria muy en serio, quizá demasiado, ¿no?

Así es. Pero la Feria es ahora mucho más participativa. Es de lo que se trata, de llamar a la gente a un mercado, que es precisamente el origen de la fiesta, un mercado que fue derivando a una fiesta folclórica. Pero volvamos a la pregunta inicial. El Arenal, con el paso del tiempo, ya es en cierta forma parte del Centro. Aunque hubo una idea para llevar la Feria al otro lado de la autovía. A mí me preguntaron por ello y ya dije que eso es una locura. Igual que me parece fenomenal lo de destinar ese suelo para aparcamientos. Porque se empezó con poco aparcamientos. A un cordobés de treinta años se le cuenta cómo era aquella ciudad cuando nació y... no se lo cree. ¡Cómo se ha cambiado! ¿no? ¡Claro que no! El cambio es total.

Se habla de un nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). ¿Cómo debería de ser el nuevo plan?

Creo que ya no puede hacerse como se hacía antes, a muchos años vista. La ciudad está evolucionando tanto, y se ha agrandado tanto que hace falta agilidad. En la Fundación San Rafael y Vimpica, conjuntamente, estamos buscando suelo para viviendas de protección oficial, para que recalifiquen espacios. Pero a veces se hacen tonterías de a kilo, se hacen proyecto sobre el papel y se plantean lugares donde no va a ir a vivir nadie. Yo siempre que compraba un solar para edificar, lo primero que hacía era ver el sitio, pisar el terreno... Y ver la orientación, eso es fundamental. Mientras más viviendas, más se abaratarán. Pero hay que tener suelo.

Hablemos del Centro Histórico. La recuperación de edificios solo se está haciendo para el sector turístico y... ¿Corre el riesgo de convertirse en un parque temático?

A mi me indigna. Somos una ciudad con cuatro distinciones de Patrimonio de la Humanidad pero se está haciendo una cosa que ya no es patrimonio. Que conste que le irá muy bien a la ciudad que se abran hoteles, por ahora, y gracias a Dios porque el futuro de Córdoba será el turismo ya que hemos despreciado la industria y otros sectores. Pero no puede irse de las manos. Mi obsesión siempre ha sido presumir de Córdoba. Y en mi despacho aún releo el primer tomo de La España Musulmana, de Claudio Sánchez Albornoz. Me descubro ante él. Aquella Córdoba fue algo increíble. A veces me pregunto... ¿Cuántos cordobeses han ido por gusto a la Mezquita a verla? Perdone pero es que Córdoba es mi pasión.