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El Córdoba CF, un equipo de carácter: tres momentos dando la cara

Iván Ania ha insistido en inculcar al grupo la "personalidad" para resistir en momentos de presión y abordar las exigencias crecientes en la temporada en Primera Federación

El turbio inicio del campeonato, la salida forzada de Dragi Gudelj y la visita a Castalia, pruebas superadas por un Córdoba que vive su mejor momento ante las últimas diez jornadas

Casas celebra con Iván Rodríguez y Álvaro Leiva su gol, cuarto del Córdoba CF ante el Atlético de Madrid B.

Casas celebra con Iván Rodríguez y Álvaro Leiva su gol, cuarto del Córdoba CF ante el Atlético de Madrid B. / A.J. GONZÁLEZ

Francisco Merino

Francisco Merino

¿De qué hablamos cuando hablamos de carácter? En un equipo de fútbol, se entiende como tal la capacidad de abordar con la dosis precisa de motivación, concentración y eficacia esos momentos en los que lo que hay en juego va más allá de los puntos. Ni revolucionados ni robotizados ni alocados. A menudo se confunden los alardes físicos y los gestos sobreactuados en el césped como señal de carácter. El baremo que todo lo juzga es el resultado. Y ahí el Córdoba CF enseña unos réditos irrebatibles: estuvo cuando había que estar. 

La sensación de salir airoso en los momentos más delicados tiene un valor incalculable, que es capaz de multiplicar el potencial individual y colectivo, haciendo que las dificultades se transformen en retos atractivos. Que se lo pregunten al Córdoba CF, que vive instalado en ese estado ideal desde hace meses. A falta de diez jornadas para la conclusión de la primera fase de la Primera Federación, el equipo de Iván Ania esta en segunda posición de la tabla, a tres puntos del lider, un Castellón al que acaba de noquear en su hogar, donde llevaba un año sin perder y acreditaba los mejores números de un anfitrión en todas las categorías nacionales de España. Ha sido el último testimonio de carácter de un Córdoba que pasó por otras situaciones que también lo exigieron.

Gudelj besa a Kike Márquez en el partido disputado en El Arcángel por el Córdoba CF ante el Ibiza.

Gudelj besa a Kike Márquez en el partido disputado en El Arcángel por el Córdoba CF ante el Ibiza. / Francisco González

El inicio: entre fantasmas y dudas

No tardó el Córdoba CF en vivir su primera ¿crisis? Pónganle el nombre que prefieran: bache, mal momento, desaceleración, periodo de adaptación... El caso es que en la jornada séptima había perdido ya cuatro partidos y dos de ellos en casa (ante el Ibiza por 2-3 y el Linares por 0-1), donde solo fue capaz de imponerse al entonces colista -y ahora también- Recreativo Granada (3-0).

Hubo un momento especialmente duro y exigente. Con tres puntos -los ganados en Murcia (1-3)- de doce posibles como exiguo bagaje, el Córdoba se tenía que presentar en el estadio El Collao. El feudo del Alcoyano es de los más temidos del campeonato -allí perdió el Castellón este mes- y los blanquiverdes iban rodeados de dudas en el entorno. El esperpéntico segundo tramo de la temporada anterior se prolongó con un inicio descorazonador. En medio de esa tormenta, Ania tiro de convicción. "Tenemos que saber a dónde vamos, pero no puede limitarnos el miedo", expresó en las vísperas, subrayando que tenían que ser "lo más fieles posible a nosotros mismos" en el planteamiento y, sobre todo, "no equivocarnos en ciertas situaciones del juego en las que podemos sacar ventaja". "Tenemos que hacer lo que nos conviene", concluyó.

Diarra celebra su gol ante el Alcoyano en El Collao.

Diarra celebra su gol ante el Alcoyano en El Collao. / LOF

Lo que convenía -era pura necesidad, para qué darle más vueltas- era ganar. Y lo hizo. No fue un alarde de belleza ni nadie la pidió. Un gol de Youssi Diarra selló el 0-1 y el Córdoba salvó ese inesperado match ball de imagen. Era el 24 de septiembre y supo salir airoso de una cita cargada de veneno. El suspiro de alivio fue tremendo y el refuerzo moral se notó. El grupo entendió su capacidad. Solo perdió un partido más en los tres meses siguientes.

Dragisa Gudelj, un icono, sale del escenario

A principios de diciembre, el Córdoba CF estaba en plena fase al alza y tenía un líder en la defensa: Dragisa Gudelj. El serbio, que en la temporada pasada sufrió una lesión cardiaca que hizo temer por su vida, se convirtió en un ídolo -aún más- para el cordobesismo después de protagonizar un emocionante retorno con la camiseta blanquiverde y el brazalete de capitán. Era titularísimo, actuando todos los minutos posibles en todas las jornadas... hasta que tuvo que parar.

Dragisa Gudelj, durante su incidente en Melilla, por el que dio por finalizada la actual temporada.

Dragisa Gudelj, durante su incidente en Melilla, por el que dio por finalizada la actual temporada. / LOF

En el estadio Álvarez Claro de Melilla, el jugador se desplomó en el piso y tuvo que ser retirado por las asistencias médicas. Las alarmas saltaron. Gudelj no ha vuelto a salir al campo desde ese día. En el mercado invernal, el club desactivó su licencia de modo temporal para realizar refuerzos -sigue con contrato en vigor- y permanece alejado de la competición, realizando un programa específico para valorar su futuro. El golpe futbolístico y emocional era tremendo para un Córdoba que se encontraba, de repente, sin su jefe en la retaguardia y con otro jugador de la misma zona, Adri Castellano, sin poder jugar -aún no ha debutado- por una compleja lesión.

¿Qué sucedió? No hubo lamentos, sí acción. El club fichó a José Antonio Martínez, que estaba en el ostracismo en su etapa más reciente en la MLS estadounidense, y promocionó desde el filial de Tercera RFEF al malagueño Matías Barboza. El joven zaguero se acopló a la perfección y su rendimiento llevó a la entidad a extender y mejorar su contrato. Lapeña, que tuvo un arranque titubeante, se ha erigido en el eje atrás. Todos dieron un paso adelante. El Córdoba perdió a su defensa referencial por toda la temporada y se convirtió en uno de los equipos más rocosos de la división: siete puertas a cero en los últimos 13 duelos.

Los jugadores del Córdoba CF celebran la victoria ante el Castellón sobre el césped de Castalia.

Los jugadores del Córdoba CF celebran la victoria ante el Castellón sobre el césped de Castalia. / FRANCISCO FERNÁNDEZ

Lo de Castalia: allí llegó el escándalo

"Nos acordaremos de este partido cuando ascendamos", comentaba algún seguidor blanquiverde de los que se desplazó a Castellón, completamente narcotizado por la visión de un suceso casi paranormal. El Córdoba remontó a un líder que llevaba invicto más de un año en su casa con dos goles en el tiempo de descuento. Empezó ganando, le remontaron en los últimos minutos -con un gol en propia puerta de Diarra- y tuvo los arrestos no solo para amarrar un punto en el arreón final, sino de llevárselos todos y dejar la impronta de un líder con el malí redimiéndose en la meta contraria y Simo Bouzaidi desatando la locura en un epílogo cargado de épica y reivindicación. 

Los más veteranos cordobesistas tienen dificultades para recordar un partido similar y los que rebuscan en su memoria los pueden contar con los dedos de las manos. Por las circunstancias, por el adversario y por la expectación levantada, el Córdoba consiguió dar un vuelco al grupo 2 de la Primera Federación tal y como se había conocido hasta entonces. Un líder intratable, unos perseguidores que se acercaban más o menos según su racha... El guion parecía inamovible, pero el equipo de Ania lo ha reescrito para darle a la película una trama de desenlace abierto. «Somos un equipo valiente, ambicioso, que siempre va a por el rival. Hoy jugamos como un equipo, de ahí que hayamos podido ganar este partido», expresó el propio preparador tras el cruce.

La victoria en Castellón, que ha puesto al Córdoba como candidato al ascenso, ha sido la última lección de carácter en una temporada tan difícil como cualquiera de las que sucedieron al desplome desde la Segunda División en 2019. Le quedan por delante unas cuantas citas más que le pondrán a prueba en su carrera por salir del lugar en donde está.

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