El Córdoba CF cae tras una pelea sin cuartel ante el Ibiza

Si aprende la lección, se dará valor a lo que sucedió en un futuro. El Córdoba CF perdió en su primera cita con la Liga en la Primera Federación ante el Ibiza, un conjunto que llega caído de la Segunda División y que lleva, por consiguiente, la etiqueta de candidato a volver. Los isleños le han dado la vuelta a toda su estructura deportiva, pero han entendido que para ser alguien en esta compleja categoría hay que reclutar a jugadores capaces de desequilibrar. No es sencillo ni barato, para qué engañarse. Pero la cuestión es que suele -hay excepciones- funcionar.

Al equipo azul, desde luego, le salió el plan. Soko, que acaba de aterrizar y apenas conoce el nombre de sus compañeros, marcó un doblete. Y a falta de diez minutos, un tipo experto como Álex Gallar resolvió la cuestión saliendo desde el banquillo. No hizo el Ibiza mucho más que el Córdoba, que también echó en falta algo más de pericia en su zona defensiva. Hubo despistes que, dependiendo del nivel del adversario, pueden ser letales. Lo fueron. Podría decirse que el marcador final fue injusto, si es que a uno le apetece aliviarse. El caso es que los locales se quedaron con la cara partida en el momento más inapropiado. La victoria se esfumó cuando a los de Ania ya apenas les quedaba resuello ni capacidad de réplica.

Ocho de la "vieja guardia"

Al Córdoba CF se le torcieron los planes cuando supo -ya lo intuía- que no iba a poder vestir la blanquiverde en el día de su estreno en la Liga. Comparecía en su casa, El Arcángel, ante más de diez mil almas y frente al Ibiza, un recién ascendido y señalado -con motivo- como candidato al ascenso. Un partidazo. A la hora del desayuno dominical emitió un comunicado pidiendo disculpas a la afición por "la mala imagen que vamos a dar -decía- en nuestro debut liguero". Se refería, obviamente, al bochornoso episodio -uno más a la colección- de la falta de camisetas por el incumplimiento de la firma Givova, cuya relación con el club blanquiverde -más allá de ciertas amistades peligrosas- se extinguirá con el aroma de pufo impregnando el ambiente. Luego, en el campo, el equipo honró el escudo. Hizo lo que buenamente pudo ante un Ibiza que, pese a presentar una fisonomía distinta, conserva el instinto de quien tiene que ser ganador por obligación.

Iván Ania no entró en demasiados experimentos. Con ocho componentes del equipo del curso anterior en el once titular, el técnico asturiano colocó de inicio a tres fichajes: Albarrán en el lado derecho, Lapeña como central y Álex Sala en el pivote. Había ganas en la grada y en el césped. Sobraban motivos, claro. Los "antiguos" quieren reivindicarse, dar a entender que no son lo que parecían ser hace apenas unos meses. Y estaba también Dragisa Gudelj, en su primer partido oficial en El Arcángel desde aquella infausta tarde de marzo ante el Racing de Ferrol en la que salió en ambulancia sin saber qué podía ser de su vida. Al serbio le tributaron una ovación conmovedora en cuanto apareció. 

El Ibiza anda bien servido de oficio, con tipos como Olaortua, Escassi o Fausto Tienza, el técnico Fernández Romo cuenta con una formación más que respetable. Intimidante. Los azules se esforzaron por enseñar un perfil mandón, pero el Córdoba apareció pronto arriba con una combinación entre Simo y Casas que terminó con Javi Jiménez sacándole la pelota al rambleño. La puesta en escena fue intensa, con los locales aferrados al estímulo de una grada animosa. 

Y aparece Soko

Alain García ofreció el primer testimonio ibicenco en ataque, pero su trallazo se le fue arriba. Los cordobesistas presionaban con tenacidad ante un Ibiza que se dejaba hacer, bien posicionado y buscando a su extremo Patrick Soko -recién llegado del Huesca- para romper arriba. Lo encontró en el minuto 15 para alterar el rumbo del partido. El camerunés combinó con Obolskii y soltó un zapatazo inapelable para hacer el 0-1. Ni siquiera había pasado un minuto y llegó una réplica con firma de autor. Antonio Casas remató en carrera de cabeza un centro medido de Calderón. El rambleño lo festejó con la rabia que la ocasión merecía. El Arcángel entendió rápido el mensaje: este equipo tiene la sangre caliente.

El pleito no encontraba quien lo gobernara. El Córdoba iba con energía, cargando más por la banda de Calderón y Simo que por la de Carracedo, con Casas guerreando sin cuartel arriba. Sin situaciones claras de gol, pero con un merodeo permanente por el área del costarricense Sequeira. Su insistencia encontró el premio en una pifia de Alain, que tocó el balón con la mano claramente en un centro desde la derecha. El penalti lo lanzó con maestría Kike Márquez, que engañó al meta ibicenco para hacer el 2-1. Con la algarabía en las gradas de El Arcángel, el escenario terminó de alborotarse antes del intermedio. En la prolongación, el Ibiza golpeó de nuevo con su jugador más desequilibrante, Patrick Soko, que fue el más listo de todos para meter el pie en un balón al área al que no fueron ni la defensa ni Marín con determinación.

Con más deseo, sin acierto

Una buena combinación con un remate final blando de Diarra desde la frontal abrió una segunda parte en la que los blanquiverdes mostraron más deseo. El Ibiza mantenía prietas las filas, protegiendo su área y confiándose a su nombre más inspirado, un Soko que se movía arriba como un leopardo, sigiloso y amenazante. Aparecía poco, pero metía miedo. 

Los baleares tiraron de calidad. Carlos Marín salvó a su equipo con una estirada para desviar un lanzamiento potentísimo de Rubén Díez. El Ibiza se envalentonó: Souleiman escapó por la banda y se la dio Obolskii, que remató a bocajarro para que entre Carlos Marín y el larguero desviaran mientras la afición tragaba saliva. La pelea se mantenía abierta, sin cuartel, cara a cara.

Un tiro con intención de Simo precedió a un doble cambio de Fernández Romo, que refrescó la línea de vanguardia metiendo a Álex Gallar y Roberto Arroyo. El marroquí, de los más activos, volvió a intentarlo a falta de un cuarto de hora, segundos antes de que Ania le sustituyera por Adilson, completando el retoque con la retirada de Sala para colocar en escena a Recio.

El efecto revulsivo de los cambios le funcionó al Ibiza. Álex Gallar marcó tras recibir un pase de Arroyo, que burló a los defensas locales tras haber cazado un balón robado por Obolskii. Ania tiró de su repertorio en ataque para meter a Alberto Toril por Kike Márquez, situando al balear en la punta junto a Antonio Casas. Desde entonces, el Ibiza se afanó por conservar lo que tenía ante un Córdoba animoso, pero cansado y atorado por la prisa. No pudo hacer nada más. Esto es la Liga.

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