HISTORIAS DEL CENTRO

Los plateros y su sociedad benéfica

El Ayuntamiento de Córdoba le concedió la Medalla de Oro de la Ciudad en 1985

La Sociedad de Plateros

La Sociedad de Plateros / CÓRDOBA

La Sociedad de Plateros es una verdadera institución en Córdoba. Lo sabe todo el que viva o conozca bien  esta ciudad. Para muchos este nombre está solo unido a la tradición tabernaria, pero lo cierto es que su historia, más que centenaria, va mucho más allá del culto a los caldos de Montilla-Moriles y al buen yantar. 

Los plateros comenzaron a agruparse en cofradías, gremios y colegios a partir del siglo XV para defender sus intereses e inquietudes profesionales. Pero a finales del siglo XIX, movidos por la necesidad de atender a los más desfavorecidos, nace una sociedad benéfica, la Asociación Mutua de Plateros, que hoy se mantiene viva, siendo una de las más antiguas de España. 

Era el 17 de octubre de 1868 cuando 26 amigos oficiales de platería constituían la mencionada mutua, a la postre conocida como Sociedad de Plateros. Acordaron hacer una aportación inicial de 10 céntimos y pocos días más tarde, el 31 del mismo mes, aprobaban su reglamento y nombraban al médico oficial de la sociedad: Rafael Anchelerga, un puesto por el que, en principio, no recibía ninguna contraprestación económica y que se saldó con un premio de 160 reales, según recogieron las actas un año después.

Poco a poco, la mutua comienza a notar una mejora económica y el número de socios va creciendo considerablemente. 

Los vinos

En 1873 decidieron invertir los 8.500 reales que la mutua tenía depositados en un banco en un establecimiento de bebidas. Así, en abril de 1874 el negocio se instala en la calle Sillerías, número 5, hoy Romero Barros, y aún sigue funcionando, siendo la taberna más antigua de la sociedad que un año más tarde abriría un puesto de venta de aguardiente en la Plaza de la Corredera, a la que seguiría en 1880 en el granero de la casa Plazuela de Séneca, nº 26, su bodega para la crianza de sus propios caldos y germen de la Taberna Séneca, aún hoy en funcionamiento.

El final del siglo XIX fue especialmente convulso en España debido a las crisis de gobierno, las huelgas o las revoluciones, crisis que provocaron un aumento del paro y de la pobreza que también afectó a Córdoba y, por supuesto, a sus plateros, cuya sociedad se encontraba al borde de la quiebra. Ante esta coyuntura, optaron por crear una especie de tertulia de recreo, «donde los socios y amigos que los acompañen, encontrarán como medio de expansión toda clase de juegos que no estén prohibidos por las leyes y donde se establecerá una biblioteca y un salón de lecturas, con suscripción a varios periódicos ilustrados de la capital y Madrid, buscando siempre los de más circulación. También se celebrarán, los días 4 de cada mes, unas veladas artístico literarias», rezan las actas. A la inauguración del salón acudió la intelectualidad del momento, como Romero Barros, Teodoro y Rafael Ramírez de Arellano o Julio Valdelomar. Y es que la sociedad es parte activa de la vida cultural cordobesa. Ejemplo de ellos es que en julio de 1912 se les invitó a formar parte del homenaje al «legítimo» Julio Romero de Torres

A comienzos de siglo XX mejora la situación económica, por lo que la Sociedad de Plateros decidió contratar en los primeros años de 1900 a un segundo médico y a un dentista. Mientras mantenían los servicios de un practicante y el acuerdo con dos farmacias para la elaboración de las recetas. 

En 1913, la Sociedad de Oficiales Orífices y Engastadores le ofrecen su domicilio de la calle Cedaceros a los Plateros. Nace así la llamada Sociedad «Chiquita», que estuvo operativa hasta el comienzo de la Guerra Civil. 

La sociedad siguió adquiriendo propiedades a lo largo de los años 20 y tras los años de contienda bélica, en los que se vivieron momentos complicados. Ya en los años 50 del pasado siglo, las peñas empezarían a elegir como lugar de reunión las tabernas, por las que han pasado personalidades, artistas, políticos, que han querido probar los caldos de la sociedad y charlar en la casa de una asociación que forma parte del ADN de Córdoba, cuyo Ayuntamiento reconoció su valor en 1985 con la Medalla de Oro de la Ciudad. El futuro es incierto, ya que la normativa prohíbe a las mutuas realizar acciones con ánimo de lucro, lo que les obligó a arrendar sus negocios a terceros, como sigue hasta la fecha. Por el momento, la Sociedad de Plateros sigue siendo la sociedad de los cordobeses y quienes visitan sus tabernas.