NOVELA

Vida en los tiempos del dron

‘Persianas metálicas bajan de golpe’, la sugerente nueva obra de Marta Sanz

Marta Sanz.

Marta Sanz. / FRANCISCO GONZALEZ

La última obra de Marta Sanz es una novela sorprendente, reflejo imaginario de nuestra sociedad contemporánea y sus aristas, donde la identidad, la violencia, el poder o las relaciones se filtran en un complejo entramado narrativo que exige un ejercicio de esfuerzo al lector inusual en la literatura de nuestro tiempo. La autora declara con total convencimiento que es la literatura que le apetece hacer y no tiene necesidad de concesiones para hacerse más «inteligible». De hecho se reafirma en el atrevido planteamiento de que la literatura no debe ser siempre ejemplar, debido en gran parte a la tiranía demagógica que nos invade. La conciencia crítica también puede provenir de obras incorrectas. Desde el principio surge el desconcierto puesto que no se ofrecen asideros para comenzar el camino a través de las páginas, se oferta un lanzamiento al agua desconociendo el fondo y las posibles corrientes que inmediatamente alejan de la orilla ideológica segura, y sin flotador. Las acciones, los personajes, el contexto aparece como un puzzle desordenado, y se exige en la lectura un ejercicio de recomposición activa para intentar buscar algo que asemejase a la linealidad y papilla narrativa.

Tal vez esa libertad narrativa provenga del convencimiento de alguien que considera con razón que vivimos inundados de papanatismo ideológico o porque con su bagaje se lo puede permitir: Premio Ojo Crítico de RNE (2001), Premio Tigre Juan (2013), Premio Cálamo (2013), Premio de la Crítica de Madrid (2013), Premio Herralde (2015) o Tenerife Noir (2020). El caso, si leemos algún reciente prólogo realizado por la escritora, como el primer tomo de las memorias de Rafael Chirbes, no debe extrañarnos que desconozca la tan extendida corrección y autocensura. Recordemos algunas de sus palabras: no es una hagiografía para «contentar a albaceas que leen con suciedad un texto y un ser humano que ni son sagrados ni son suyos». No se da el caso de que conozcamos muchos prologuistas con estas firmes y ortigosas cartas de presentación.

Pero no perdamos el rumbo. La novela transita por el vuelo de drones humanizados y personas aliadas sin mucha expectativa de futuro. El Dios que rige, el Godot que ha aparecido se nos muestra entre los intrincados algoritmos que nos gobiernan y vigilan. Inevitable retrotraernos a la novela de Philip K. Dick ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’, que creció hasta convertirse en el ‘Blade Runner’ de Ridley Scot o al también citado Ray Bradbury. Puede que tal vez por ese inquietante y simbólico sonido metálico del título. Aunque las referencias literarias nos llevan hasta el dadaísmo, el futurismo o los clásicos visionarios ‘Nosotros’ de Yevgueni Zamiatin, ‘Un mundo feliz’ de Aldous Huxley o ‘1984’ de George Orwell. La narración presenta una sucesión de acidez tanto en los personajes como en los escenarios, que provienen de una descomposición social, producto de una imposición tecnológica hasta el punto de que los propios sentimientos humanos se desarrollan en máquinas, lo mejor y lo peor de la especie -quizá esto último más- se confunden o trasvasan hasta convivir de manera indistinta en máquinas y seres humanos.

Con la apariencia de distopía se permite una reflexión sobre un mundo donde la certeza cada vez es más frágil y la tecnología se aúpa hasta convertirse en generadora de pensamiento, peldaño imprescindible para la ideología. La inteligencia artificial es el mejor ejemplo que podemos presentar de todo lo que se expone: partiendo de lo conocido puede presentar algo nuevo, sin que sepamos a ciencia cierta hasta dónde puede llegar esa novedad. Tal vez a crear máquinas que utilicen el pensamiento humano como base y no digamos si es capaz de entrenarse en los sentimientos, en la emotividad de los seres humanos. El dron como personaje supone un enorme acierto por toda la carga simbólica y connotativa que nos puede ofrecer. Algo tan pequeño que en un momento determinado piensa y siente, pequeños Frankenstein perfeccionados. Un goloso presente para clubes de lectura muy exigentes, donde seguro surgiría un enriquecedor debate, pero perdonen el pesimismo, no encontraríamos muchos. Sondeo alguna página de la red sobre obras difíciles para pulsar el estado de la cuestión y aparecen ‘Cien años de soledad’ o ‘El Quijote’. Me reitero en el enorme atractivo del libro de Sanz.

Algunos aportes personales destacan en el libro. El lenguaje poético no puede mimetizarse, frente al binario, el conocimiento enciclopédico y veloz es la base de la memoria «portátil» actual, el demiurgo vengativo que dirige los bibliotecarios censores es un simple ingeniero informático en una cochera, drones anortografofílicos que se ponen «tontorrones» cuando detectan una falta de ortografía, combinación de cultura popular (Alaska o Conchita Wurst) con sesudas ideas político-filosóficas, una curiosa teoría de la inversión: el trabajo (incluso el más duro) es para los más viejos y los asilos son de jóvenes, estos se muestran catatónicos bajo el efecto de tranquilizantes y anestésicos. Como ven, una retahíla de interesantes temas para debatir. Pero eso sí, no tendrán ninguna concesión de facilidad como lectores, tal vez el mayor mérito de la propuesta de Marta Sanz. Qué extraño caso.

‘Persianas metálicas bajan de golpe’.

Autora: Marta Sanz . Editorial: Anagrama . Barcelona, 2023.

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