PRIMERA SEMANA DE CUARESMA

El Cristo de la Piedad de Las Palmeras preside el vía crucis penitencial

El crucificado fue, en este primer sábado de Cuaresma, el punto central del rezo en el templo principal de la diócesis cordobesa

Desde semanas atrás se vivía la expectación en la barriada cordobesa de las Palmeras. Todo estaba a punto para que el Santísimo Cristo de la Piedad, obra del imaginero cordobés Antonio Bernal, presidiera en la Catedral el vía crucis penitencial de las cofradías cordobesas.  

Un crucificado que este primer sábado de Cuaresma fue el punto central de todas las cofradías de la ciudad rezando alrededor de él el piadoso rezo del vía crucis.

Vía crucis penitencial de las cofradías cordobesas, en imágenes

Vía crucis penitencial de las cofradías cordobesas, este sábado. / Víctor Castro

El Cristo de la Piedad partió muy temprano de la parroquia de San Antonio María Claret cruzando amplias avenidas para dirigirse a la Catedral cordobesa, donde tendría lugar el acto central del vía crucis. Poco antes de llegar a la Catedral, el Crucificado dejó bellas imágenes por calles muy alejadas de las amplias avenidas por donde a primera hora de la tarde había pasado, calles como Conde y Luque, Deanes, Judería o Cardenal Herrero, buscando la Puerta de Santa Catalina para entrar al interior del primer templo de la diócesis.

Sobre una parihuela exornada

El Cristo lució majestuoso colocado verticalmente sobre una parihuela exornada con un calvario de iris morado y escoltado por los faroles plateados de las antiguas andas del Nazareno de La Rambla. El grupo de capilla Ad Finem Tecum creó el ambiente perfecto para la entrada de imponente crucificado en el templo mayor de la diócesis, donde esperaban representaciones de las cofradías cordobesas. Poco después, entre un sobrecogedor silencio, daba comienzo el rezo del vía crucis.

Vía crucis penitencial de las cofradías cordobesas, en imágenes

Vía crucis penitencial de las cofradías cordobesas, este sábado. / Víctor Castro

Regreso al barrio

Una vez concluido el acto, se volvió a formar el nutrido cortejo de hermanos de las Palmeras, que lleva al Cristo de la Piedad a su barrio. A muy buen ritmo, el Crucificado se fue adentrando por las calles estrechas de la Judería antes de volver a cruzar las amplias avenidas que, de nuevo, lo devuelven a su sede canónica, la parroquia de San Antonio María Claret. Sin duda se cumplía este sueño para los hermanos de la hermandad de la Piedad de las Palmeras, que, por primera vez, veían cómo su titular presidía un acto tan importante como el vía crucis penitencial de las cofradías cordobesas.