Sucedió en Córdoba. Fue un tremendo golpe de calor y autoridad el que puso ayer a España a un solo punto de la final de la Copa Davis (2-0). Seis horas desde que los abanderados abrieron el acto sobre el asador del coso de Los Califas hasta que Albert Costa y David Ferrer, en el oasis de la sala de prensa, daban por finiquitado el primer día de faena. Seis largas horas que dieron para ver a Rafa Nadal, recién llegado de Estados Unidos, pasar al sesenta por ciento como un rodillo sobre Richard Gasquet (6-3, 6-0 y 6-1), y a David Ferrer, con una pizca más de emoción --la justa, en realidad--, ante Gilles Simon, por 6-1, 6-4 y 6-1. La cuenta está clara: todos los sets ganados por la Armada española, que solo cedió diez juegos en los dos partidos. Inapelable.

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Hoy, a partir de las tres de la tarde, Fernando Verdasco y Feliciano López podrían acabar dando la vuelta al ruedo en Córdoba, clasificando a España para su octava final de la Copa Davis. Pero antes deberá encarar la estrategia Forget. En el tercer partido de la eliminatoria de semifinales aguarda el mejor jugador de Francia Wilfried Tsonga, quien ha sido reservado con cierta controversia para este punto decisivo. Ayer, los enviados especiales de Francia --uno enfilaba las escaleras de salida coreando en broma: "No soy español, español, español..."-- no se quejaban ni del calor ni del precio de los hoteles, sino de la arriesgada decisión del capitán galo Guy Forget de reservar a su estrella para el duelo de dobles, junto a Michael Llodra, poniendo los primeros puntos en bandeja a La Roja . "Volveremos mañana con ánimo de revancha", sostuvo Forget al acabar la jornada, como si no fuera mayor en el ánimo de los españoles, tras el 5-0 de los cuartos de final del año pasado entre los mismos protagonistas.

Pero las seis horas no solo dieron para presenciar, bajo un calor de justicia, dos partidos de poco más de dos horas. La semifinal dejó detalles del incuestionable compromiso de los tenistas españoles con la selección, pese al conflicto con la Federación Internacional (ITF) que mantienen sus estrellas. Dentro del ruedo, el trío de españoles a la espera vivían cada punto como si fuera el último, pese a la gran superioridad demostrada en los partidos. En la sala de prensa, abarrotada con Rafa Nadal, a pesar de que Ferrer ya apuraba su primer set ante Simon, el manacorense no perdía de vista el segundo punto de España, entre golpe y golpe a vueltas con el calendario. Y es que la semifinal de Davis prolongó ayer en Córdoba la contienda entre los tenistas y la ITF, organizadora de la Copa.

Nadal mostró en Córdoba su lado más reivindicativo, erigiéndose en el altavoz de sus compañeros, no solo de ahora, sino futuros. "La Copa Davis va a ir perdiendo credibilidad si los mejores no juegan", advirtió.

A unos metros de distancia, un miembro de la Federación Española mostraba su disconformidad con el tema, que ha eclipsado un poco la magia del torneo de la Ensaladera . Porque nadie dirá que la semifinal de Córdoba no está siendo caliente desde un principio y en todos los frentes.

La apuesta de España por el turismo de sol y sofoco en Córdoba tuvo ayer su recompensa. "La bola botaba mucho, no era solo el calor agobiante lo peor, Nadal es el mejor del mundo en tierra", se justificaba Gasquet. Poco después, Nadal le contestaba que "no es el calor, es que España tiene a los mejores jugadores del mundo en todas las pistas. Obviamente, nos favorece la tierra y también el clima".

De lo que no habló el francés fue de la cara desencajada de Rafa Nadal por el cansancio, el calor del mediodía en Córdoba, el jet lag y el mosqueo con medio mundo del tenis. Pero no hubo en nadie ni un reproche a la afición. Ni un pero --que los habrá seguro-- a las calvas que lucía en algunos momentos el coso de Los Califas. Sobre todo en los tendidos 5, 6 y 7. Qué bien traído aquello de lo bien que se ven los toros tras la barrera. "Es normal. La gente entra y sale para refrescarse. Esto siempre pasa el primer día. Hay que agradecer el apoyo a la afición. Mañana, sábado (por hoy del lector), seguro que viene más gente", señaló un David Ferrer satisfecho. Y ojalá que sea para fundir a Francia.