novela

Episodios nacionales en la posguerra

Martínez de Pisón lleva al lector a los años posteriores a la Guerra Civil en su nuevo libro ‘Castillos de fuego’

Ignacio Martínez de Pisón.

Ignacio Martínez de Pisón. / CÓRDOBA

Alberto Monterroso

Alberto Monterroso

Decía Max Aub en su Historia de la literatura española que si tuviéramos la desgracia de perder documentación histórica de la época que describe Galdós en sus Episodios Nacionales’ podríamos recuperar la esencia de aquellos tiempos leyendo la obra del escritor canario. Esa es la misma sensación que he tenido con Castillos de fuego, de Ignacio Martínez de Pisón, una novela coral de setecientas páginas que se lee con agilidad y fruición, donde un número muy extenso de personajes ganan presencia a medida que avanza la obra, hasta dibujar un cuadro humano muy completo de la intrahistoria de aquellas personas que vivieron y padecieron el Madrid de la posguerra, entre los años en que el autor centra los cinco libros en que se divide este volumen y que van desde noviembre del 39 hasta septiembre del 45.

Es una historia humana y de la condición humana la que converge en todas las microhistorias que el autor va presentando, analizando y rescatando a lo largo del libro. Los personajes tienen una fuerza poderosa y se van agigantando en sus heroicidades y miserias a medida que pasan los cinco años que los marcan, que los cambian, dejándolos quebrados o redimidos por la lucha, la traición o el amor. Sus vidas se hacen de carne y hueso ante los ojos del lector hasta llegar a convertirse en los verdaderos protagonistas de aquella posguerra que Martínez de Pisón consigue retratar con una vivacidad exquisita, gracias a las pinceladas impresionistas de su prosa, a la cuidada descripción de los ambientes y a las vibrantes situaciones o diálogos en que intervienen sus personajes históricos e inventados.

Lejos de distraer la atención sobre la coyuntura histórica, el abundante número de personajes ayuda a tener una visión global de aquella posguerra de hambre y penuria, de luchas y revanchas, de injusticia y persecución, y también de esperanza en un mundo mejor. Desde el principio aparecen los principales, los que llevarán el hilo de toda la historia y los que emocionan al lector desde el primer momento. Eloy, tullido, que quiere sacar como sea a su hermano de la cárcel y librarlo de la condena a muerte, enamorado de Gloria, hija de un profesor de universidad apartado injustamente de su cátedra, amiga de Alicia, taquillera de un cine, donde las jóvenes van a ver ese mundo de ilusión y esperanza que les abren las películas de la época. Con viveza impactante, esos personajes muestran la frustración de sus vidas, cómo la posguerra cercena sus esperanzas, sus deseos de aprender, de forjarse un camino vital, de vivir en libertad y dignidad. Y la injusticia se respira a cada paso, y los personajes se ven abocados, sin poder evitarlo, a un destino trágico, que truncará sus vidas y que muestra, en su parcela humana, la alegoría de la guerra cainita y criminal, como los hermanos Aníbal y Esteban, llenos de contradicciones y odios, de rencillas y envidias, que viven en ambientes muy distintos, pero a quienes les unirá la misma desgracia. No faltarán los pícaros y los sinvergüenzas, los canallas que aprovecharon la debilidad de los demás para medrar en aquella sociedad del estraperlo y la venganza, los niños privados de sus padres y dados en adopción, los camaradas de uno u otro bando que se traicionan sin pudor, amparándose en diferencias ideológicas, en soberbia de mando, en radicalismos que los desquician y hacen de ellos meros títeres humanos que han perdido cualquier atisbo de racionalidad y dignidad. Hay pícaros en todos los bandos, también en el de los vencedores, que quieren lucrarse del infortunio ajeno, como el falangista Matías, que trafica con objetos requisados que nadie reclama o se atreve a reclamar, temeroso de perder influencia en el régimen, de caer en desgracia como otros camaradas, que procuran nadar y guardar la ropa en la ciénaga de aquellos años de rivalidad entre requetés y falangistas, o de aquellos traidores como Valentín, uno de los personajes principales de la novela, antiguo militante comunista, ahora delator y traidor que gana un puesto de alta influencia en el régimen vendiendo a sus antiguos camaradas. Estudiantes, prostitutas, policías, espías, maquis, víctimas y verdugos sobreviven como pueden en estas páginas conformando un retrato humano de aquellos tiempos que nos reserva un final lleno de dolor, como fue en realidad, pero también preñado de esperanza.

‘Castillos de fuego’.

Autor: Ignacio Martínez de Pisón . Editorial: Seix Barral . Barcelona, 2023.

Uno de los grandes escritores

La prosa limpia y envolvente de Martínez de Pisón ha sido reconocida por los premios más prestigiosos de nuestro país y traducida a más de una decena de idiomas. Aparte de sus ensayos como ‘Enterrar a los muertos’ (2005) o ‘Filek: El estafador que engañó a Franco’ (2018) y de libros de relatos como ‘Aeropuerto de Funchal’ (2009), son sus más de quince novelas las que lo han configurado como uno de los grandes escritores de nuestro tiempo, desde su primera obra ‘La ternura del dragón’ (1984) y las que marcarán su trayectoria, ‘Carreteras secundarias’ (1996), ‘Foto de familia’ (1998), ‘El tiempo de las mujeres’ (2003) o ‘Dientes de leche’ (2008), hasta las que lo encumbrarán como el gran narrador que es: ‘El día de mañana’ (2011), Premio de la Crítica, La buena reputación (2014), Premio Nacional de Narrativa; ‘Derecho natural’ (2017) o ‘Fin de temporada’ (2020). Con su última novela, ‘Castillos de fuego’ (Seix Barral, 2023), el autor recrea los momentos posteriores a la guerra civil en un marco temporal que abarca en cinco libros el periodo comprendido entre noviembre de 1939 y septiembre de 1945. Ha acabado la guerra civil española y comenzado la segunda guerra mundial, cuyos ecos resuenan en la posguerra, en estos momentos tan trascendentales para la historia reciente de nuestro país, que con tanta destreza sabe recrear Martínez de Pisón. En sus páginas brillan, por encima de los hechos históricos, personajes de honda humanidad y pasiones profundas, que transitan sin que se pierda de vista el contexto histórico, narrado con una fuerza y pulso narrativo que satisface las expectativas del lector más exigente.

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