Luz de Pascua

Un cambio de vida, un cambio para la Vida

Altar de la Catedral el Miércoles de Ceniza.

Altar de la Catedral el Miércoles de Ceniza. / Víctor Castro

Nati Gavira

Nati Gavira

Conviertete y cree en el Evangelio», así se expresa en la liturgia del miércoles de ceniza la imposición de la cruz en nuestra frente. En estas palabras del Evangelio de San Marcos está contenido el don gratuito de la salvación que Dios nos ofrece desde la cruz, porque Jesús nos ama a partir de nuestro pecado. La Cuaresma es la invitación a recorrer con Jesús el camino hacia la Pascua y reconocer su presencia en una vida nueva, en fiesta, porque ni el dolor ni la muerte aniquilaron el amor inmenso de Dios por la humanidad.

Este paso de Dios por nuestra vida anima a cambiar de rumbo y hacer de nuestros días un signo visible de su presencia siendo amigo, familia, compañero, vecino, ciudadano; compartiendo con el otro y reconociendo su vida como un regalo en la mía; purificándonos de tanta exigencias vanas con una retirada consciente y decidida de todo a lo que nos somete el mandato del consumo. Comenzar a caminar en Cuaresma es una conducta práctica y tangible que se concreta en la oración apartada y silente con la que nos reunimos con Dios. Cambiar significa comprometernos en nuestro espacio vital con un amor extremo del que podemos participar. Podemos cambiar para ser más felices.

La expectativa de cambio ya es el inicio de un cambio. Querer cambiar ya es cambiar, porque en nosotros resuena entonces un silbido de esperanza y nos sentimos capaces y confiados. Miremos a lo alto. Ha llegado la hora de oír esta llamada y comenzar a caminar. Ante nosotros, puede quedar un desierto pedregoso y amenazante, muchas veces incomprendido, pero siempre victorioso al final. Comenzamos.

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