Opinión | ECONOMÍA CON TOQUE

Más impuestos

Nadie protesta y todo lo que hace el Gobierno le parece bien al menos a la mitad de la población española

Que nos están friendo a impuestos, ya lo notamos, y que los van a seguir aumentando, ya lo sabemos. Lo sabemos no ya porque sea la trayectoria futura lógica (proyectando el pasado) del actual Gobierno o porque necesiten mantener su despilfarro, sino porque ellos mismos lo anuncian como si fuera una gran noticia. De hecho, la semana pasada anunciaron desde Sumar (que forma parte del actual Gobierno) que aún hay que elevar más la presión fiscal para acercarnos a otros países de la UE, supongo que se refieren a la rica Dinamarca porque en España ganamos parecido a ellos (obviamente, esto es irónico). No me pararé de nuevo a justificar porque esto es una barbaridad, entre otras cosas por el modo de calcular la presión fiscal donde estoy deseando que incluyan, de verdad, todos los impuestos, además de las tasas y los precios públicos, pero sí a comentar algunos aspectos de lo que han dicho. Entre sus comentarios destaca su objetivo de que dentro del IRPF haya una aproximación entre las rentas del trabajo y las del capital, que aún habrá que ver qué significa, asumo que las rentas del capital pasarán a poder tributar hasta un 47%; además, quieren poner lo que han denominado un impuesto «inteligente» que gravaría la cadena de producción y distribución de alimentos, es decir, una nueva ocurrencia para que suba aún más el precio de los alimentos. Y todo ello cuando parece, al menos es mi percepción, que los servicios públicos van decreciendo en calidad. Pero esta cada vez mayor asfixia fiscal, más allá de redundar en la renta disponible de los hogares, estrangula la economía de otras formas.

La mala gestión fiscal y la inseguridad jurídica española está produciendo, en primer lugar, una serie de noticias de empresas que parecen pasar desapercibidas. A principios de año, Telefónica ha firmado un ERE para despedir a 3.421 trabajadores, que se dice pronto; Glovo ha anunciado que va a despedir a 100 trabajadores, después de los 140 del año pasado; Bimbo a 113; Danone a 157; H&M a 588, que también son unos cuantos; Pablosky a 48; y un suma y sigue. Todo ello adornado con las empresas que se han ido de España, como Ferrovial a Holanda o Repsol a Portugal. No obstante, nada de esto tiene que ver con la gestión del Gobierno, todo es por la marcha del mundo y el neocapitalismo (esto también es irónico). Las empresas son las que crean trabajo, y las grandes y medianas las que crean empleos más estables. En España cada vez hay menos empresas de todos los tamaños y menos autónomos.

La segunda consecuencia, que en realidad es la misma o parecida a la primera, es que si no eres una gran empresa que pueda irse fuera ¿qué haces? Pues economía sumergida. Existe un nuevo indicador de economía sumergida denominado EVADE, que deja a España como el tercer país de la UE con más economía informal entre 1999 hasta el 2020. Si cambiamos de fuente, según cálculos del Banco Mundial (basadas en Elgin et al., 2021), tenemos un 20% de economía sumergida en relación con nuestro PIB en 2020. Por otro lado, el Instituto de Estudios Económicos (IEE) ha estimado que España es uno de los países de la UE donde más creció la economía sumergida entre 2019 y 2021, aumentando casi un 10% frente al 8% de Italia o el 7,1% de Portugal; y aunque es cierto que en Austria o Alemania aumentó más que en España, en estos países se estima que su economía informal alcanza un 6,9% y un 10%, respectivamente, en España ya está en el 17%. Como se puede observar, en función de cómo se realicen los cálculos es cierto que aparecen cifras diferentes, pero es innegable que vamos a más y que estamos al menos en un 17% de nuestro PIB, se calcule como se calcule.

Esto tiene otra consecuencia directa, la marcha de nuestros jóvenes más formados. En España ha habido un repunte de la migración. El BBVA calcula que el coste en valor del capital humano que perdimos en 2022 fue de 158.800 millones, cifra un 40% superior a la de 2019, y de todos estos un tercio fueron jóvenes entre 25 y 35 años. Si no hay trabajo y de calidad se van, y en España no lo hay ahora ni lo va a haber en algún tiempo. Otro dato bastante escalofriante es que más del 70% de los jóvenes españoles se ha planteado alguna vez emigrar. Con este panorama seguimos a nuestras cosas, nadie protesta y todo lo que hace el Gobierno le parece bien al menos a la mitad de la población española, que sigue sin querer darse cuenta del problema económico que se nos viene encima. Un mercado de trabajo destrozado y precario, imposible de recuperar a corto plazo. No sé, pero últimamente es cierto que no veo nada positivo.

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