Opinión | La decisión del presidente
Pedro Sánchez ha terminado una etapa en el PSOE haga lo que haga
El rostro desencajado de Montero tras saludar a la militancia fue la mejor metáfora del momento crucial que enfrenta un partido que asume que aunque el presidente se queda ya nada será igual
Terminada la catarsis de la militancia y los líderes socialistas en Ferraz este sábado, el PSOE difundió un video de lo ocurrido con una canción de la banda jiennense Supersubmarina. “Estoy muy cerca de perder. Y aunque no sé muy bien el qué. Lo noto cada vez más lejos, casi no lo puedo ver. Así que manda una señal. Algo que sirva como luz”.
Algo que sirva como luz dice tantas cosas que bastaría hacer un corta y pega de la letra de la canción para explicar cómo se siente la militancia socialista a horas de oír a Pedro Sánchez comunicar cuál es su decisión sobre su futuro inmediato. “Me resulta inalcanzable. Se diluye en un instante. Y lo deja todo bien oscuro y en el borde del desastre” es el estribillo.
Muchos de los líderes socialistas que estuvieron en ese Comité Federal coincidían en calificar que lo que se vivió en Ferraz había sido “conmovedor”, “muy emocionante”, que la militancia del PSOE “ha mostrado su grandeza” y, a la vez, no conseguían evadirse del halo de pesimismo que se ha instalado como un aura pegajosa en el partido. “Haga lo que haga Pedro, aunque se quede, esta etapa ha terminado”, concluían muchos.
Mezclar cabeza y corazón en política es complicado. Sánchez por primera vez en su carrera política ha mostrado sus emociones, sus debilidades y en estos tiempos es difícil que eso le ayude a consolidar su liderazgo. “Dile, dile a Pedro, dile”, pedían a María Jesús Montero mientras los militantes le agarraban el brazo en una muestra cierta de desesperación. Dentro caras de funeral. Fuera, euforia a ritmo de disyóquey. Ciclotimia en su definición más pura. Ahora mismo en el PSOE no hay plan B. Solo hay emociones y vértigo. Si es una estrategia, ha sido demasiado arriesgada.
No hace ni un año, en junio de 2023, tras sorprender a propios y ajenos con una jugada maestra y convocar elecciones generales tras la debacle de municipales y autonómicas, un eufórico Pedro Sánchez mitineó en Dos Hermanas (Sevilla) con un mensaje: "Tengo más fuerza y más ganas que nunca de ganar las elecciones". Parece mentira.
Un año después a estas estas horas qué se sabe. Poco o nada. Que Pedro Sánchez ha pedido que no le molesten y que quiere tomar su decisión “a solas con su mujer”, que decidirá “con su familia”. Que se encerró el miércoles a escribir su carta sin contárselo a su núcleo duro y que los dejó a todos estupefactos ante la exhibición de sentimientos de un hombre que es “muy suyo”, dicen sus colaboradores, y especialmente pudoroso a la hora de mostrar cómo se siente. Que en estos días ha eludido abrir conversación con sus ministros o con los miembros de sus partidos, contestando algún mensaje con un lacónico “gracias”. Que los asuntos de Gobierno los ha despachado de forma ordinaria con su director de gabinete de la presidencia, Óscar López.
El entorno más próximo de Pedro Sánchez admite que sabían que el presidente estaba tocado, pero igualmente dejan claro que no podían imaginar de ninguna manera este estallido. La fama de que es “un hombre asombroso” e “indescifrable” ha crecido. Ni un funeral, ni una despedida, ni un homenaje. Uno tras otro, los dirigentes que acudieron al Comité Federal espantaban estas ideas sobre el acto inédito vivido a las puertas de la sede socialista. Es un “Pedro quédate” a ritmo de Quevedo. En el puente de mando del PSOE no han diseñado ningún plan B, solo se han reunido para compartir su estupefacción, admiten, para intercambiar sus impresiones.
La vicepresidenta María Jesús Montero actuó ya como líder en funciones. Ella es una mujer enérgica pero pragmática, con audacia política, con la máxima de que no hay problema sin solución. En el universo Montero no hay nada imposible. Cuando las puertas se cierran va buscando siempre salidas. Así actuaba como consejera andaluza de Hacienda, así ha actuado como ministra y así lo ha hecho como vicepresidenta y en los últimos tiempos, como vicesecretaria general del PSOE ante una investidura que parecía inalcanzable. Verla dándose golpes de pecho ante una marea humana que le profería gritos de ánimo y le tiraba del brazo ha sido desconcertante. El rostro desencajado. Montero defiende en su acción como política y como gestora que hay que ir minimizando pantallas y concentrarse sólo en lo que toca. Concentrarse en una sola cosa. La de ayer era “Quédate, Pedro, quédate”. La de mañana puede ser otra. En el rictus descompuesto tras saludar a la militancia se intuía con claridad que lo sabe. Ya veremos qué toca, ella con el presidente siempre actúa “a demanda”, lo que le pida. De momento, Pedro Sánchez no emite ni una señal.
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