Opinión | Aprender para contar

Lorca y la Luna

Hay una canción preciosa, de Carlos Cano, que se llama «Luna de Abril». Habla de la vida, de cantar, de enamorarse; con la Luna como referencia de la renovación, del sueño, del ensueño. Es difícil mirar a la Luna y no sentir algo muy profundo, íntimo y que la mayoría de los mortales no sabemos expresar, pero Lorca sí. La Luna de Lorca es imbatible, casi supera a nuestro querido satélite, le añade muchos planos, le añade hiperrealidad sin quitarle un ápice de su belleza. Está en sus poemas, en obras de teatro, en sus dibujos. La Luna tiene mucha presencia en la obra de Federico.

Tirar de una idea tan poética como la Luna de Lorca y ampliarla y usarla para aprender es un reto. No es fácil, y por eso quiero contarles mi experiencia cuando el pasado 8 de marzo visité la exposición Lorca y la Luna que los estudiantes del IES Casiana Muñoz Tuñón prepararon. Como explican en el primer número del periódico que han editado, que se llama La Luna, quisieron celebrar el día de la mujer con una exposición que rinde homenaje a Lorca, su luna y sus mujeres.

La exposición tenía ese eje común y profesores de las diferentes asignaturas, con el alumnado de la ESO, desarrollaron proyectos que estaban materializados en diferentes paneles y experimentos que se hacían en el patio y llenaban las paredes de la entrada del edificio.

Lorca es a veces un poco abstracto y su vocabulario puede ser difícil, puede ser inventado, metafórico y crípticamente culto; eso inspiró uno de los ejes de la exposición, elegir poemas en los que apareciera la Luna y «popularizar» los fragmentos más difíciles de entender. En este proyecto estaban divulgando la obra de Lorca. En otro buscaron elementos químicos en los poemas; el hierro, la plata, el oro...; estoy segura de que cuando ustedes han leído a Lorca no se han parado a pensar en la tabla periódica; pues en la disciplina de química si lo hicieron y esa fue su aportación a la exposición. El alumnado de arte (o plástica) desplegó un proyecto sumamente estético; dibujos con diferentes técnicas apoyando a poemas en los que habían tachado renglones para dejar la esencia del mensaje. Con este trabajo y sus dibujos analizaban la evolución del arte figurativo al abstracto.

En el patio, los estudiantes de tecnología lanzaron cohetes usando un compresor de aire- que había traído el profesor de su casa- para llenar botellas de plástico que fueron «vestidas» de cohetes caseros que iban a la Luna. Las alumnas de clase de inglés, eran mayoría chicas, tenían el proyecto naturalmente enmarcado en la obra de Lorca «Un poeta en Nueva York» y arroparon su pared, la que tenían para presentar su proyecto, con dibujos y recortables de escenas neoyorquinas, con lunas algunas de ellas e intercalando noticias de época del poeta.

En cada tema de la exposición los alumnos nos iban guiando con una explicación en la que todos participaban con una complementariedad exquisita. Así se pasó el tiempo y fuimos disfrutando mucho rato en la mañana del 8 de marzo. El último tema que nos mostraron fue el de la asignatura de matemáticas. El panel era de los más pequeños y estaba detrás de una columna; escondido y mimetizado con el proyecto elegido. Habían desarrollado un código numérico para encriptar, como si de espías se tratase, uno de los poemas de Lorca. Al llegar a este punto a los visitantes nos tenían fascinados y ya con la explicación del código y después de habernos asombrado con la imaginación y destreza con que alumnos y profesores habían realizado sus proyectos, al oír la motivación en el panel de matemáticas a uno de nosotros les salió del alma un admirado ¡la madre que los parió!... Y así es, ¡que viva!

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