ENTREVISTA | Enrique Quevedo Ilustrador profesional y profesor de la Escuela de Arte Dionisio Ortiz

«El buen dibujante se ve casi más en la mirada que en la mano»

El dibujante Enrique Quevedo, junto a la exposición que tiene en la Escuela de Arte ‘Dionisio Ortiz’.

El dibujante Enrique Quevedo, junto a la exposición que tiene en la Escuela de Arte ‘Dionisio Ortiz’. / CÓRDOBA

Víctor RH

Este dibujante internacional, con multitud de libros y exposiciones, imparte clases este curso en la Escuela de Arte Dionisio Ortiz y es el creador de la muestra Procesos, de dibujos, bocetos y mucha creatividad que se puede visitar en este centro hasta el próximo viernes.

¿Cómo llegó a la escuela?

En algún momento de locura me debí apuntar a una bolsa de profesorado de ESO y hace un año me llamaron. La verdad es que ni me acordaba de la opción laboral.

¿Y qué tal la experiencia?

Magnífica. Primero fueron unas semanas en Sevilla y, después, este curso ha sido en Córdoba. Es duro, ojo, porque yo resido en Sevilla y hago viaje de ida y vuelta en tren a diario. En la docencia, que imparto dibujo técnico, genial; y en lo personal, también. Me van a tener que echar a empujones porque yo no quiero irme.

¿Qué le intenta aportar al alumnado en sus clases?

Me favorece que en este centro exista el ciclo de Cómic, porque se adapta más a lo que yo hago profesionalmente. Y lo que intento es darles una visión real de lo que es el mundo del dibujo: enfrentarse con una editorial, a las ventas o a las ferias de libro. En lo académico, una versión aplicable del dibujo técnico a áreas en auge como la del propio cómic u otras manifestaciones artísticas.

En cuanto a contenidos, ¿qué es lo que más cuesta transmitir?

Les cuesta mucho siempre la exactitud. El alumno joven lo que desea es dibujar libremente a mano alzada y eso del rigor, la limpieza y demás suele ser complicado de cumplir. Aunque también hay alguna excepción que domina este aspecto de la técnica.

¿Y lo que más se disfruta?

Yo, como profesor, disfruto en clase con ellos porque me enseñan, sobre todo en lo tecnológico. Porque yo todo lo dibujo a mano, pero conozco a través de ellos el dibujo digital. Y también disfruto al comprobar que le han cogido un poco de cariño a la asignatura.

¿Qué es para usted el dibujo?

Es mi vida entera. Y eso que nunca estoy satisfecho del todo. Siempre hay cosas en cada trabajo que después hubiese cambiado. Sí intento que, de alguna forma, todas las creaciones me llenen.

¿Y qué significa ‘Procesos’?

Muestra mis trabajos preparatorios, se ve la búsqueda de personajes y de ambientaciones. No tengo un modo de hacer definido. Aunque son la mínima parte de lo que sería todo un proceso completo. Se muestran diversos caminos que cojo para solucionar los encargos para libros. Una aproximación a cómo voy creando y llegando hasta el dibujo definitivo.

¿Cuánto tarda en llegar ese dibujo definitivo?

Depende. Cada encargo es particular pero, vamos, puede ir desde una hora hasta un mes.

Como ilustrador, ¿qué es primero, el texto o el dibujo?

En mi caso, siempre el texto. Según el mensaje que me llega, el dibujo será de un tipo u otro. No me sirve un dibujo para cualquier texto. Lo que me transmite el texto yo lo plasmo en mi ilustración.

¿Un consejo para quien quiera dedicarse a dibujar en serio?

Que se lo piense bien porque realmente uno se tira casi todo el día dibujando, sin horario, sin fines de semana y sin vacaciones. Requiere mucho trabajo porque, cuanto más trabajes, mejor.

¿Se nota, de primeras, quién puede valer para dibujar?

Sí, rápido. En el momento que mueven el lápiz ya sabes quién vale. Porque técnica y destreza se pueden adquirir con práctica, clases y conocimientos, pero un poco hay que traer de serie. Porque una buena mano es importante, aunque considero que dibujar bien está casi más conectado con la cabeza que con el brazo. El buen dibujante se ve casi más en la mirada que en la mano.

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