LA CONTRACRÓNICA

La contracrónica | El Córdoba CF y su angustia vital: ¿ése soy yo?

Ni el cambio de entrenador ni las arengas desde la dirección han provocado la reacción de un equipo desmadejado y sin capacidad de respuesta: de líder a colista en una vuelta

Las imágenes del Rayo Majadahonda-Córdoba CF

Las imágenes del Rayo Majadahonda-Córdoba CF / LOF/JORGE ROPERO

Francisco Merino

Francisco Merino

Podemos estar armando teorías sobre los milagros del fútbol y apelando a la histórica tendencia del Córdoba CF a lograr sus hazañas -o sus pifias- siempre al filo de lo imposible. Podemos retorcer las matemáticas y armar combinaciones ideales, con aciertos propios y errores ajenos que allanarían al camino hacia un objetivo -el play off de ascenso- que a día de hoy es una quimera. Podemos hablar cuanto queramos de las aventuras de un Córdoba CF que es el peor de la categoría en la segunda vuelta pero que se resiste, por lo que sea, a aceptar que su vida ha dado un giro drástico y quiere seguir mirándose en el espejo de los mejores. Y no. Por desgracia, no. En el Cerro del Espino, el lugar en el que el club agarró su último punto en el fútbol profesional hace cuatro años, se volvió a escenificar la dura realidad. No da más. Dice que se deja la piel, pero se nota poco.

Ideas fijas, metas cambiantes

Ser de patrones fijos queda muy bien siempre que estos funcionen. En cuanto se tuercen las cosas, la persistencia en el método empieza a perder lustre y llegan las dudas. El fútbol tiene en su código un aserto que conserva cierto prestigio moral: "Voy a morir con mis ideas", dicen muchos. Y terminan palmándola con un aire de dignidad impostada. En el Córdoba hay casos paradigmáticos. No ahora, desde luego, porque en estos tiempos duros de final de temporada y objetivos en el aire se busca el resultado por encima de cualquier otra consideración. Las filosofías y el estilo, para el verano. 

Las imágenes del Rayo Majadahonda-Córdoba CF

Las imágenes del Rayo Majadahonda-Córdoba CF / LOF/JORGE ROPERO

A estas alturas del curso, la clasificación retrata a todos. La suerte del Córdoba CF está en el granero de puntos que amasó durante la etapa más brillante de Germán Crespo, una primera vuelta en la que el equipo fue más veces líder que ningún otro y en la que el Mérida le amargó el fin de año quitándole el título honorífico de "campeón de invierno". Qué tiempos. Ahora, metido en un verano prematuro, ve a los emeritenses con los mismos puntos, aunque un partido más. Tan obsesionado con agarrar a los de arriba, ya le han pillado los de atrás.

A Manuel Mosquera le han encargado una misión y el gallego no se puede permitir demasiadas licencias. En Majadahonda solo hizo un cambio con respecto al once que alineó ante el Alcorcón: Simo en lugar de Casas. Una apuesta por la continuidad. Por vocación o por necesidad, qué más da. Es lo que hay y son los que están. Luego pasó lo que pasó. Sacó todo lo que tenía en el banquillo, cambió piezas, posiciones y dibujo... Para nada. Un tiro al palo, una estadística abrumadora de posesión de balón, un penalti reclamado... Nada. 

El Córdoba se desmorona y nadie parece prestar demasiada atención. Mosquera, que lleva aquí un rato, ha apelado a al valor del escudo y la historia del club para tratar de exprimir algo más a un equipo seco. Al de Oleiros hay que valorarle su entusiasmo por reconstruir un puzle demencial.

Una metáfora del quiero y no puedo

Lo que le sucedió al Córdoba CF en Majadahonda fue una metáfora del "quiero y no puedo" que se ha convertido en su etiqueta más definitoria. La firma de su sentencia llevaba un nombre conocido por el cordobesismo, uno de esos señuelos que durante años se usaron para encandilar a la afición como fichaje estelar en tiempos raros. Lo quiso, pero no pudo. Como le sucede ahora al equipo, que quiere engancharse al play off pero no le llega.  

A los cinco minutos le cascó uno David Rodríguez, este jugador con el que la entidad blanquiverde ha mantenido una relación "especialita". Intentó ficharlo en 2010, cuando estaba en el Almería, pero renunció a hacerlo por el "escaso interés" que mostró el delantero, según un comunicado del club, cuyo presidente entonces, José Miguel Salinas, se despachó a gusto: "En el proyecto que estamos preparando en el Córdoba Club de Fútbol no caben jugadores que no quieran estar comprometidos y, en el caso de David Rodríguez, está claro que su deseo de recalar en esta entidad es escaso. No dudamos de la calidad deportiva del jugador, que tendrá que demostrar, pero sí que ha dejado entrever un talante personal incompatible con la calidad humana del vestuario del Córdoba". El cordobesismo le puso la cruz.

Las imágenes del Rayo Majadahonda-Córdoba CF

Las imágenes del Rayo Majadahonda-Córdoba CF / LOF/JORGE ROPERO

Pero como el fútbol es así, le volvieron a tirar los tejos en 2017, cuando DR7 estaba en el Alcorcón. Lo cortejaron hasta límites obscenos, le presentaron ofertas descabelladas... Otra vez les dio largas. Cada vez que se cruzaron los caminos con él hubo comezón en el ánimo del cordobesismo, que nunca olvida. Pues resulta que este hombre, con los 36 ya cumplidos, aniquiló las ilusiones del Córdoba en el penúltimo domingo de abril. Era el Día del Libro y el Córdoba CF abrió el suyo: las páginas estaban en blanco. Tiene por delante seis partidos -los demás, cinco- para seguir buscando el objetivo que se marcó el propio club o, al menos, para adecentar un final que pinta feo.

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