TOROS EN MADRID

Adrián de Torres y Leo Valadez superan con entrega una agria corrida de Fuente Ymbro

El diestro jiennense dio una aclamada vuelta al ruedo y el mexicano cortó una oreja ante unos astados desabridos y mansos

Leo Valadez muestra la oreja conseguida este domingo en Madrid.

Leo Valadez muestra la oreja conseguida este domingo en Madrid. / Daniel González / Efe

Paco Aguado (Efe)

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Ganado: seis toros de Fuente Ymbro, casi todos cinqueños, cornalones y muy cuajados, que dieron mal juego en conjunto, por su condición reservona y mansa, alguno de ellos con visible peligro. Tercero y quinto, más nobles y de mayor entrega, fueron los de únicos con opciones.

Adrián de Torres, que sustituía a El Fandi: estocada delantera desprendida (vuelta al ruedo tras aviso y fuerte petición de oreja); pinchazo y estocada (silencio tras aviso).

Juan Leal: media estocada atravesada y descabello (silencio); estocada corta (silencio tras aviso).

Leo Valadez: estocada delantera desprendida (oreja); estocada delantera (ovación).

Cuadrillas: buena tarde en conjunto de las cuadrillas, con Juan Bernal y Germán González como picadores más destacados. Marco Leal y Curro Javier saludaron en banderillas.

Incidencias: undécimo festejo de abono de la feria de San Isidro, con tres cuartos del aforo cubiertos (18.067 espectadores, según la empresa), en tarde fresca y nublada.

El diestro jiennense Adrián de Torres, que dio una aclamada vuelta al ruedo, y el mexicano Leo Valadez, que cortó una oreja, solventaron con valor y entrega sincera la desabrida y mansa condición de la muy seria corrida de Fuente Ymbro lidiada hoy en la feria de San Isidro.

El encierro gaditano añadió a su hondo cuajo y a sus aparatosas y finas encornaduras un comportamiento muy complejo, pues, reservándose y negándose a emplearse, la mayoría exigió de la terna un suplemento añadido de valor y de entrega para poder sacarles un mínimo de partido.

Y, en ese sentido, De Torres, con su peligroso y áspero primero, y Valadez, que causó una excelente impresión entre los aficionados, se dieron sin reservas para acabar, aun a costa de volteretas y golpes, saliendo triunfantes de tan agria tarde de toros.

El hidrocálido -de Aguascalientes- Valadez se llevó además el bien ganado premio de una oreja de peso después de aprovechar cabalmente a uno de los dos únicos astados con ciertas opciones, como fue el tercero, un auténtico "pavo" que escarbó tanto como todos los demás pero al que, sin dudarle, le cuajó ya un vistoso quite por crinolinas que metió al público en su labor.

Humilló luego, este sí, el toro en la muleta del mexicano, aunque sin terminar de desplazarse por completo, lo que no impidió que éste le cuajara varias tandas de derechazos muy asentado, apenas de tres pases y los remates, antes de poner el broche por manoletinas de rodillas y con una estocada desprendida, cobrada tan por derecho que resultó prendido y golpeado, aunque sin mayores consecuencias.

Antes, con el primero, Adrián de Torres se había jugado literalmente la vida con la más absoluta naturalidad, sin "vender" nada, sin alardes ni gestos, simplemente plantándose con la máxima pureza y verdad para citar y embarcar las amenazantes arrancadas del cinqueño.

Y eso que en un quite por chicuelinas, en la cuarta por el pitón izquierdo, por donde el animal tuvo más sentido y peligro, el de Linares resultó violentamente prendido y zarandeado, con la sensación de haber sido herido de consideración.

Aun así, sólo con golpes y magulladuras, De Torres tomó la muleta para aguantar con vertical estoicismo las coladas del avispado toraco, en una faena de muy largo metraje en la que echó constantemente la moneda al aire, sin volver nunca la cara, lo que le costó otro nuevo percance cuando desde el tendido le apremiaban a cortar tan angustioso planteamiento.

El único que no lo entendió así fue el presidente, que dejó sin premio tangible la que, en el balance final, será una de las faenas de mayor mérito de una feria en la que, otras tardes de más expectación y "famoseo", se han concedido orejas por mucho menos.

Ya con sus segundos toros no pudieron redondear ni De Torres, que, después de salir de la enfermería, se encontró con un cuarto que no dejó de soltar cabezazos, ni Valadez, al que el sextó se le paró muy pronto, apenas tras hacerle otro vistoso quite por zapopinas, de puro mexicanismo capotero. Per, aun así, los dos volvieron a hacer el esfuerzo con desigual reconocimiento.

En tarde de dureza, tampoco se libró del percance -un fuerte golpe al entrar a matar al último- el francés Juan Leal, que no perdió el tiempo con un segundo que metió la cabeza entre las manos, y se alargó en exceso con el quinto, que, por dócil, ofreció más opciones que las de moverlo con escaso ajuste, tanto en el toreo por derecho como en los alardes en la corta distancia.