NOVILLADA EN CÓRDOBA

Manuel Román sale a hombros de Los Califas tras cortar cuatro orejas

El joven novillero cordobés estuvo sin fibra y sin profundidad, por lo que regaló el sobrero para forzar una puerta grande excesiva

Manuel Román sale a hombros por la puerta grande del Coso de los Califas.

Manuel Román sale a hombros por la puerta grande del Coso de los Califas. / Ladis

Francisco Javier Domínguez

Francisco Javier Domínguez

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Ganado: dos novillos de Jandilla y tres de Fuente Ymbro, de los que el último, previsto como sobrero, ha sido ‘de regalo’ a petición del novillero. Bien presentados y manejables en líneas generales. Primero, segundo y cuarto, nobles; tercero, más áspero e incómodo. El sobrero, noble pero a menos en la muleta.

Manuel Román, como único espada: pinchazo hondo, tres pinchazos, media estocada y descabello (silencio tras aviso); más de media delantera y caída (oreja); pinchazo hondo contrario y pinchazo hondo atravesado (ovación tras petición); pinchazo, tres pinchazos y estocada (oreja) y más de media perpendicular (dos orejas).

Incidencias: Plaza de Toros de Los Califas. Novillada de abono de la Feria de Mayo. Media entrada en tarde agradable con alguna racha de viento. Al comienzo del festejo se ha guardado un minuto de silencio por distintas personas vinculadas al toreo en Córdoba: Rafael Blancas, Joselito Torres, Rafael Sánchez y Eliseo Morán.

Manuel Román ha pedido el sobrero y sólo esta afirmación basta para intuir el preámbulo de este relato. Y lo ha pedido porque la tarde se le iba. Se le descomponía el plan cuando, previamente, había roto el maleficio de Los Califas. Porque Román ha sido capaz de formular la pócima mágica con la que, después de más de 30 años, un novillero cordobés, por sí sólo, ha conseguido meter más de 5.000 personas de pago en Los Califas. Por fin el ayuno de ilusiones toreras de la ciudad se ha levantado con este menudo torero y su presencia en el cartel ha llevado a la plaza a un público variopinto y entregado. A las 18:45, hasta los niños jugaban al toro en los aledaños de la plaza, sólo faltaba conseguir un triunfo rotundo para potenciar la ‘romanización’ completa de Córdoba. Pero la tarde ha discurrido a medio gas. Y por ello el torero, consciente de que las cosas no terminaban de cuajar, ha regalado el sobrero con la intención de forzar una puerta grande que, a la postre, ha sido excesiva, con dos orejas de muy escaso peso y tras un uso muy deficiente de los aceros. 

Manuel Benítez El Cordobés saluda a Manuel Román este sábado, en el Coso de los Califas.

Manuel Benítez El Cordobés saluda a Manuel Román este sábado, en el Coso de los Califas. / Ladis

Pero vayamos por partes. Manuel Román, de apenas 17 años, ha apostado fuerte y eso es preciso valorarlo. Con varias novilladas con caballos en su haber, pidió su debut en Córdoba al amparo del ambiente que genera. La taquilla ha respondido y la expectación ha sido la de otros tiempos. La novillada, a modo, con dos hierros de primerísima línea ha respondido y el público seguidor, el entregado, se ha ido feliz porque hasta que no ha visto al torero a hombros no ha descansado. Mas no debemos llevarnos a engaños. Román no ha roto como se esperaba. Y aunque tiene el toreo y la técnica en la cabeza, está, de momento, sin concepto definido. Al menos hoy, se le ha visto sin fibra y sin profundidad. La ilusión de que Córdoba tiene un torero está muy bien, pensar que hemos quebrado esa suerte de maleficio, también. Ojalá. Pero lo visto esta tarde debe ser objeto de reflexión por parte del novillero y de su entorno, porque a una plaza de primera, a tu plaza, se debe venir más enchufado, con tres o cuatro faenas en la cabeza, con más tensión, con más recursos. Sin eso, no se trasmite. Y el juicio, además, debe ser ajustado a la verdad, porque el tendido y el palco han sido en exceso generosos, teniendo en cuenta, sobre todo, que la espada ha viajado defectuosa en casi todas las ejecuciones. Así no se puede andar con el metal.

Manuel Román muestra al público dos de las orejas.

Manuel Román muestra al público dos de las orejas. / Ladis

La novillada, en general y sin ser un dechado de virtudes, ha sido manejable y ha tenido novillos como el primero, el segundo y el cuarto con la bravura y la nobleza suficientes para armar faenas notables. Es de reconocer que, en estos tres, ha habido pasajes lucidos por parte de Román, cuya idea es organizar tandas despacio y encajadas, y así ha logrado muletazos sueltos preciosos por ambas manos, pero se ha echado en falta la ligazón, los remates por abajo… el giro completo de la cadera. El toreo que emociona, básicamente. Por momentos le ha molestado el viento, es cierto, y quizá por ello ha desarrollado el grueso de las faenas en el tercio del tendido 1, demasiado encima de los novillos siempre. Así, los terrenos le han restado toda la tarde. El tercer novillo ha sido más áspero y no le ha ayudado tanto y el sobrero, un torito por la cara, ha ido muy a menos, ante lo que Román se ha ido arrimando para sacar pases con cuenta gotas. Al final, sin apenas ligar un tanda vibrante y con una media estocada perpendicular, Jesús Coca, el presidente, le ha dado las dos orejas, quizá como premio al compromiso global, porque otra cosa no ha habido.

Manuel Benítez El Cordobés y José María Bellido se saludan en presencia de Adolfo Molina, este sábado, en el Coso de los Califas.

Manuel Benítez El Cordobés y José María Bellido se saludan en presencia de Adolfo Molina, este sábado, en el Coso de los Califas. / Ladis