Opinión | Colaboración

Flora urbana: espejo de la ruralidad en la ciudad

La flora urbana a menudo pasa desapercibida o es subestimada en su valor ecológico

A medida que nos acercamos a la primavera, los pronósticos anticipan una estación inusualmente cálida, tras un invierno de temperaturas elevadas en comparación con la media histórica. Aunque las predicciones de precipitaciones son más inciertas, se espera un incremento de lluvias en la Península Ibérica, particularmente en la denominada «Iberia húmeda» o «Iberia verde», región de clima templado de la Europa Occidental. En contraste, la «Iberia seca» del Mediterráneo presenta un futuro menos predecible, aunque con esperanzas moderadas para áreas subatlánticas debido a su proximidad oceánica.

En nuestra provincia, situada en el sur de la península y corazón de Andalucía, la diversidad climática es palpable: desde el noroeste atlántico y húmedo hasta el sureste mediterráneo y árido. Este invierno cálido, junto con las lluvias intermitentes, ha favorecido la aparición precoz de una notable diversidad de plantas silvestres. Estas especies, embelleciendo nuestros paseos urbanos con la forma y color de sus flores, emiten una invitación a sus polinizadores naturales.

Un reciente paseo por la ciudad reveló una paleta de colores en flor: el amarillo del hipérico ‘(Hypericum perforatum)’, la mostaza blanca ‘(Sinapis alba)’ y el matacandil ‘(Sisymbrium irio)’; el blanco del mastuerzo menor ‘(Cardamine hirsuta)’ y el amor del hortelano ‘(Galium aparine)’; el rosa del geranio ‘(Geranium rotundifolium)’, la colleja colorada ‘(Silene colorata)’ y el azul de la verónica de Persia ‘(Veronica persica)’, entre otros. Estas especies pertenecen a una amplia variedad de familias botánicas, destacando la adaptabilidad y diversidad de la flora que se ha hecho un hueco en nuestro entorno urbano.

Estas plantas son más que meros adornos en nuestro paisaje urbano. Son especies «ruderales» o «nitrófilas», adaptadas a florecer en entornos alterados por la actividad humana, y juegan un papel crucial en la biodiversidad urbana, ofreciendo refugio y alimento a la fauna local. La estrategia de dispersión de semillas de estas especies les permite colonizar espacios fragmentados, mientras que su ciclo de vida acelerado las hace resilientes ante las perturbaciones urbanas.

A pesar de su omnipresencia, la flora urbana a menudo pasa desapercibida o es subestimada en su valor ecológico. Sin embargo, al observar más de cerca, descubrimos un ecosistema vibrante capaz de enseñarnos sobre adaptabilidad, sobrevivencia, y la interconexión de la vida. Además, estas plantas son testigos vivientes de la historia de la urbanización y la interacción humana con el entorno natural.

Al contemplar la flora urbana, nos vemos reflejados en la historia de adaptación y convivencia con la naturaleza. Cada planta urbana, desde la discreta gramínea hasta la vistosa flor silvestre, narra una parte de nuestra propia historia en la ciudad. Es esencial reconocer y valorar esta biodiversidad, integrándola en nuestros esfuerzos por crear ciudades más verdes, saludables y sostenibles.

En conclusión, la flora urbana no solo adorna nuestros espacios urbanos, sino que también enriquece nuestra comprensión de la biodiversidad y la ecología urbana. Al proteger y promover esta diversidad vegetal, podemos asegurar que nuestras ciudades permanezcan como refugios de vida y belleza natural, recordatorios de nuestra herencia rural en el corazón urbano.

* Catedrática de Botánica, Universidad de Córdoba

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