Opinión | Con permiso de mi padre

Las picadoras de carne

Mantengamos a todas las víctimas de sucesos a salvo, anónimas y protegidas

Aveces llega el domingo y no sabe una muy bien de qué escribir, porque la vida va muy deprisa y a diario nos impactan infinidad de temas, en una sucesión de acontecimientos, que no nos dejan apenas tiempo para la reflexión o al análisis sosegado.

Por eso hoy dedico mi columna a la diferencia entre gente y personas, para que no olvidemos nunca que detrás de lo que aparece en los medios hay vidas con sus vaivenes, sus momentos de fragilidad, sus situaciones más o menos complejas.

Personas como la chica de Igualada, brutalmente violada y abandonada en un descampado, y a la que le queda una vida entera para superarlo. O el anciano de Porreres, que disparó a uno de los asaltantes de su domicilio que amenazaban a su familia. También personas son las viudas e hijos de los guardias civiles asesinados en Barbate mientras cumplían con las órdenes recibidas.

Y del mismo modo son personas todas las que perdieron su casa en la erupción de la Palma, que fuimos siguiendo metro a metro mientas la lava se comía todo lo que encontraba a su paso.

¿Han vuelto ustedes a saber de ellos? ¿Alguien sigue interesado en ayudarles o en saber si lo están superando?

Todos ellos, personas con nombres y apellidos, con una vida anterior a su aparición mediática (no deseada, por supuesto), que entraron en nuestras casas a través de los medios, que durante unos días ocuparon tertulias, informativos, que se vieron expuestos y casi diseccionados ante la opinión pública... y que luego desaparecieron, bien en la paz de un silencio elegido, bien en el abandono y el ostracismo de quienes antes los buscaban e incluso acosaban.

Porque, cuando todo pasa, sigue habiendo que levantarse a diario, facturas que pagar, almas que recomponer, rabia que aprender a administrar... Sigue la vida con todos sus pequeños detalles y complicaciones, pero ya no hay interés, porque otros personajes y otros sucesos vienen a llenar esas máquinas de picar carne que son los medios.

Se nos llena la boca hablando de la importancia de la salud mental, de la empatía, de la necesidad de una sociedad más solidaria... pero, en el fondo, el morbo y el sensacionalismo no nos dejan ver más allá y que hay «gente a la que le pasan cosas». Gente, así, sin más, ajenos y lejanos (por suerte), sustituibles y prescindibles.

Supongo que es más fácil no cargar con todos los dolores del Universo, pero entonces seamos coherentes y evitemos, por ejemplo, señalar una a una las vidas y obras de cada persona fallecida en el terrible incendio de Valencia, porque no aporta más que eso, morbo, y no ayuda a nada a las investigaciones y menos aún al necesario consuelo y reparación. Y si es posible, mantengamos a todas las víctimas de sucesos a salvo, anónimas y protegidas, para que cuando todo pase, la cicatriz que haya que reparar sea un poco menos profunda.

*Periodista

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