Opinión | ENTRE VISILLOS

Cántico de enero

Diversos actos reviven en el primer mes del año la memoria del grupo poético

Por cosas del azar, que acaba impregnando siempre el calendario, enero se ha convertido en el mes de Cántico. O al menos uno de los meses en que más presente está la memoria de los poetas y pintores que integraron el grupo, del que a decir verdad por una razón o por otra no deja de hablarse, lo que honra a la ciudad como guardiana de su patrimonio cultural al menos por este flanco. Un 14 de enero, de 2018, fallecía Pablo García Baena después de una intensa vida entregada a la literatura y la amistad; y todavía sobrecoge el recuerdo de aquella capilla ardiente colocada en el Ayuntamiento y de la solitaria rosa blanca sobre su féretro, depositada por la dueña de la casa con patio de premio en la calle Parras donde había nacido 96 años atrás el poeta, ante la que una multitud despidió en respetuoso silencio al antiguo muchacho que nunca dejó de serlo. Y justo en las primeras horas de 2023, cuando aún flotaba en el aire el toque de las campanas alegres de la Nochevieja, Córdoba se teñía de duelo por la marcha, la madrugada anterior en Madrid, de Ginés Liébana, pintor de simbolismo clasicista, escritor desatado en sus últimas décadas y sobre todo duende travieso hasta el final, a punto de cumplir 102 años.

Son varios los actos que se han organizado para conmemorar estas fechas. Uno de ellos, puntual a su cita, el de la Real Academia de Córdoba, que tan entregada labor viene haciendo por que no se diluya en las nieblas del tiempo la figura de estos grandes hombres -y de Ricardo Molina, Juan Bernier, Julio Aumente, Mario López y Miguel del Moral, los otros miembros del grupo y la revista que los dio a conocer-. La docta institución celebraba ayer tarde su Día de Cántico en la sede del antiguo Rectorado, prestada generosamente por la Universidad (estimadas autoridades, ¿para cuándo la ayuda prometida para la vuelta a la casa de Ambrosio de Morales, una vez rescatada de la ruina?). En esta ocasión, coordinada como en pasadas ediciones por Manuel Gahete, vicepresidente de la entidad y poeta, la jornada estuvo dedicada a los dos creadores que ilustraron con su arte las palabras, Ginés Liébana y Miguel del Moral, considerado éste a su muerte en 1998 uno de los pintores más importantes de la segunda mitad del siglo XX que ha dado la ciudad.

Tras la introducción del presidente, José Cosano, la vida y obra de ambos fue narrada con maestría por Miguel Carlos Clementson, al que se debe la armonización del catálogo definitivo sobre un siglo de Liébana (‘100 años de creación. 1921-2021’ es su título). El director de la Escuela de Arte Mateo Inurria también estará al cuidado de la edición del libro sobre Miguel del Moral, en preparación como aquél bajo el impulso de la Academia. La tarde se cerró, como no podía ser de otro modo, con una lectura de poemas. Y poesía de la mejor será la que revista mañana el homenaje que la Peña Azahara ofrecerá a García Baena, a cargo de la poeta Estefanía Cabello y el cantautor Chico Herrera.

Y otro nombre de Cántico suena estos días rompiendo el frío del crudo invierno, el de Juan Bernier. Sus sobrinos nietos Juan Antonio y Rafael Bernier acaban de presentar el documental que han escrito y dirigido sobre el gran humanista, centrándolo en sus vivencias de la contienda civil. ‘Miles in bello’ (Soldado en guerra) han llamado a esta especie de ‘road movie’ que sólo con imágenes actuales, sin recurrir a las de archivo, recorre todos los escenarios sufridos por Bernier en esos tres años utilizando como guía del viaje su propio diario, en el que el poeta se ofrece en carne viva. En fin, estos son algunos de los tributos -seguro que habrá más- que Córdoba rinde a Cántico en este enero, inicio de un año que quién sabe lo que nos deparará.

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