Opinión | Entre visillos

Los placeres de abril

Numerosas actividades lúdicas y culturales sirven de antesala al mayo cordobés

El mayo cordobés, a fuerza de crecer y crecer en contenido, cada vez se alarga más por delante y por detrás, para disfrute de cordobeses y visitantes y negocio del sector turístico, que no está reñida una cosa con la otra. La prueba es que abril, principal puerta de desahogo del mes por antonomasia en la ciudad, está llenándose tanto de actividades que llegará la hora en que también habrá que buscarle alivio, porque el calendario no es de chicle que se pueda estirar. Las ofertas culturales se multiplican en este comienzo de primavera, y las festivas todavía más; aunque nos quedamos sin una de las más esperadas convocatorias, la Cata del Vino, que ojalá vuelva reconstruida o como sea a la agenda lúdico-comercial y no quede arrinconada en el trastero de las glorias olvidadas. De momento lamentaremos su ausencia, pero la vida continúa imparable. Y si el pasado domingo, en honor de la Virgen de Belén, una multitud se reunía en las Ermitas para degustar el potaje de habas que recuerda al que antaño se repartía a los pobres, ya mismo nos vamos de romería.

“Ojalá la Cata del Vino vuelva reconstruida y no quede arrinconada en el trastero de las glorias olvidadas”

Esta tarde pronunciará el poeta y académico Manuel Gahete en el Círculo de la Amistad el pregón que organiza la hermandad del Santísimo Cristo y San Álvaro, preludio de la cita romera del día 21, cuando en el “caminito de Santo Domingo” vuelvan a oírse los cantos populares de Ramón Medina, ahora llevados a disco por la asociación musical El Limonero. La otra romería, la celebrada cada año en torno al santuario de Linares, tendrá lugar el primer domingo de mayo, y por entonces la ciudad será de nuevo el reino de los patios. Pero antes de que eso pase, las flores asomarán por otros lados del almanaque abrileño. El viernes 26 estallarán las Cruces, en esta edición envueltas en una programación especial por conmemorarse el centenario del concurso oficial. Esperemos que, aunque sólo sea por tener la fiesta en paz, los desaprensivos de siempre no descarguen la vejiga donde se les antoje, con nocturnidad y alevosía. Entre sus lugares preferidos, dada la confluencia de varias cruces en la zona, están los costados de la iglesia de Santa Marina, ahora resplandeciente tras culminar la restauración y limpieza de su fachada. Por favor, ahórresele semejante estreno.

Pero el mes –que en lo folclórico acabará el 28 con la Batalla de las Flores- discurre también cargado de iniciativas de otro carácter que se conjugan para enriquecerlo. Ayer se celebró en el Centro de Recepción de Visitantes la jornada ‘Córdoba es patrimonio’, impulsada por la Escuela de Arte Mateo Inurria para resaltar las cuatro titularidades que atesora la ciudad, más que ninguna otra del mundo. Y a partir del día 19 –víspera del arranque de la de Feria del Libro- habrá un estreno de música clásica, el Festival de Primavera, un ambicioso ciclo en sitios monumentales, promovido por Juan Miguel Moreno Calderón, que abrirá el tenor Pablo García-López en la iglesia de San Agustín. En cuanto a las artes, hay importantes exposiciones con nombres, estilos y piezas donde escoger. Destacan entre ellas las de dos de los más grandes creadores plásticos que ha dado Córdoba en el siglo XX, que el azar ha querido convocar en este abril destellante: la de Antonio Bujalance en la Sala Vimcorsa –su comisario, Javier Flores, expone junto a Celorio su propia obra en la Casa Góngora- y la de Aurelio Teno en el Palacio de Congresos. Esta última, que inaugura la faceta expositiva de tan histórico y recién rehabilitado recinto, ofrece un centenar de piezas del recordado escultor de Los Pedroches, cuya obra gana con el tiempo en fuerza y grandiosidad. Y todo en espera de que Córdoba y el mundo rindan tributo a Julio Romero en el 150 aniversario de su nacimiento, para el que se anuncia una traca pictórica digna de la celebración. Mientras, siguen los placeres de abril.