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Egipto

Netanyahu ha intentado recrear a Herodes, plagiando de una forma indecorosa la matanza de los inocentes

Hay lugares tan arraigados en nuestro acervo cultural que su eco prescinde de las modas. Egipto es uno de ellos. Su atracción puede estar falazmente enterrada por las inercias del terrorismo islámico; por las hidras del ISIS que pueden volver bajo otras siglas o aquella turbulenta democracia que aupó a los Hermanos Musulmanes hasta que el general Al Sisi puso pie en pared para corregir -eufemismo occidental- los desmanes de la Primavera Árabe. El país del creciente fértil del divinizado Nilo es algo más que pirámides. Pero el activo de los tópicos es un puntal de su economía.

Sin ir más lejos, Napoleón es uno de sus embajadores turísticos. Dejando a un lado las desviaciones del guion respecto al rigor histórico, la película de Ridley Scott nos hace salivar con la evocación de la campaña napoleónica; la brutalidad de la guerra junto a la reverencia del Corso ante la majestad de la Esfinge; la comunión del saqueo con el descubrimiento de la Piedra Rosetta. Los egipcios se burlarán de los trances de los turistas por sus histriónicos éxtasis en la Sala Hipóstila de Karnak, pero el business del cliché es una buena fuente de ingresos.

Egipto puede prescindir de las modas, pero hay querencias para una mayor exposición mediática. El amago de fijar definitivamente la fecha de inauguración del nuevo museo de El Cairo deja dudas de una inveterada negligencia o de una magnífica promoción publicitaria, o ambas cosas. Además, en este año que vamos dejando atrás se cumple el 60 aniversario de la ‘Cleopatra’ de Mankiewicz, la intrahistoria de otra intrahistoria, la Twentieth Century Fox casi en la picota por la ampulosidad de los gastos de aquella filmación; con una Elizabeth Taylor que prestó para siempre su rostro a la faraona de la dinastía ptolemaica y vivificó a Marco Antonio en un galés Richard Burton. La pareja zarandeó enésimas veces su apasionada muerte en peleas bañadas en alcohol.

Aquella Alejandría que sublimó Terenci Moix fue también la ciudad que aprisionó Lawrence Durrell en su ‘Cuarteto’, el atrezo de unos personajes fascinantes y libérrimos que hacen de la ciudad del Faro por excelencia la principal protagonista de esta tetralogía.

Y, desgraciadamente, Egipto también aflora por dos preposiciones. No es lo mismo la huida de que la huida a Egipto. En ese tornaviaje se reflejan las incongruencias del pueblo israelí. Salir del yugo egipcio era el mejor reflejo en las Escrituras de las aspiraciones de libertad de la tribu de Judá. Hoy el paso de Rafah es el milagroso salvoconducto para huir de la barbarie. Netanyahu se ha empeñado en recrear al rey Herodes, plagiando de una forma indecorosa la matanza de los inocentes. Muchas organizaciones pacifistas de apoyo a los palestinos han pedido que este año el pesebre de cada hogar se represente entre escombros. Belén está huérfano de turistas porque no hay tregua en esta desalmada guerra. Casi es sarcástico que en el paisaje de las Cruzadas los cristianos puedan ejercer como mediadores en el conflicto. En Palestina, o la Vía Dolorosa de Jerusalén apenas se venderán belenes de madera de olivo. Pero si hay una composición que hay que magnificar en estas circunstancias es la de la Sagrada Familia huyendo con el burro de los desmanes de la persecución. Jesús desciende de la estirpe de Abraham y no fue hasta después de las disputas entre Pedro y Pablo cuando se consolidó la universalidad de la doctrina del Nazareno. Hoy son los palestinos los que vivifican su sufrimiento, aunque el mensaje es ecuménico: Paz a los hombres de buena voluntad.

* Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor

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