Opinión | Cosas

Aúpa Rita Moreno

Rita Moreno es uno de los iconos de Puerto Rico. También lo es Ricky Martin, aunque su biografía no le alcanza para los días en los que se configuró el particular estatus de la isla antillana

Rita Moreno nació en el año en el que se instauró la II República. Esta actriz y cantante portorriqueña se consagró al interpretar a la racial Anita en West Side Story. Todos recordamos el baile en el instituto, al compás de la banda sonora de Leonard Bernstein. Eso fue en 1961. Cincuenta años después también tuvo un papel en la versión que hizo Spielberg de este musical que traslada las disputas de Capuletos y Montescos a un barrio neoyorkino.

Rita Moreno es uno de los iconos de Puerto Rico. También lo es Ricky Martin, aunque su biografía no le alcanza para los días en los que se configuró el particular estatus de la isla antillana: Estado Libre Asociado. Extraño régimen jurídico, pues Puerto Rico pertenece a, pero no forma parte de los Estados Unidos. Es el status quo que rezonga durante más de 70 años: por un lado, jalea el hecho diferencial de los borinqueños, pero por otro tapa las reminiscencias coloniales, casi un derecho de conquista tras el tratado de París que refrendó la humillante derrota de España frente a los norteamericanos.

Estado Libre Asociado (ELA) fue el cogollo de aquel plan que el lehendakari Ibarretxe presentó en el Congreso hace más de veinte años. Su contundente rechazo bajó el suflé independentista, a la par que se fraguaba el cerco final a ETA. Las elecciones de este domingo marcan un nuevo pulso en el País Vasco: renovación de cabezas de cartel; jovencitos que exhiben el cariotipo de Deusto, o suavizan el flequillo normando de los abertzales; una campaña centrada en el pragmatismo de lo cotidiano, aunque al final aflorase el dolor y también la ignominia de la amnesia de la violencia etarra. La paradoja portorriqueña de Euskadi es que un Parlamento vasco cada vez más nacionalista convive con un anémico apoyo real a la independencia.

Ese juego de cambiar ETA por ELA ya se trasmuta en el Concierto vasco, con unos privilegios que solo se reconocen por lo bajini. Es el juego de jalear españolazo el que no bote, al tiempo de glorificar la copa del Rey y sentirse a gusto en la miscelánea de los pueblos de España. La estabilidad y el morbo de jugar al gallito inglés con el autogobierno, el vértigo de imaginarse en el abismo.

*Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor

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