Opinión | Todas las direcciones

Alexa

Lo habían pasado mal por la falta de éxito del tratamiento de fertilidad que acabaron abandonando con amarga resignación, pero las sucesivas desilusiones no habían alejado a Víctor lo más mínimo de la mujer de su vida. O eso creía. Jamás hubiera imaginado que ella recurriría un día al tópico «tenemos que hablar».

Cuando Alejandra definitivamente se marchó de casa, Víctor pensó de inmediato en la cara que pondría su abuela al enterarse.

Aquello estuvo a punto de acabar con él, pero aquello lo hizo más fuerte. Incluso cuando se enteró de que su ex (nueva vida en Málaga con un controlador aéreo) estaba felizmente embarazada, metabolizó la noticia de forma saludable gracias a su psicóloga, gracias al apoyo de quienes lo querían y gracias a las relaciones sin ataduras que conseguía a través de una plataforma digital. Y gracias a Alexa.

Si los primeros encuentros con la mujer que un críptico algoritmo pone frente a él son satisfactorios, si merece la pena como Mari Carmen, Víctor la invita a cenar a su casa. Entonces estrena un jersey de cuello alto, cocina risotto delante de la invitada y se las da de hombre acostumbrado a remediar su soledad hablando con Alexa, que sí, que sí, ¿quieres que te lo demuestre? En ese instante empieza a formular todo tipo de preguntas a su interlocutora virtual para provocar la estupefacta sonrisa de su interlocutora humana, preguntas tecleadas horas antes con la meticulosidad del mago que prepara el mejor truco para asombrar a su público. Poder dominar la voz doméstica de Amazon gracias a una aplicación, conseguir que diga justo lo que él quiere, hace que Víctor se crea listo, listo y poderoso: Alexa, ¿cómo huele el rissoto?; Alexa, ¿de qué color tiene los ojos Mari Carmen?; Alexa, ¿quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos?; Alexa, ¿tenemos futuro Mari Carmen y yo?

Después de cenar, la pareja sale porque es el cumpleaños de la mejor amiga de Mari Carmen. Antes de irse, Víctor, encantado del efecto causado por su habilidad, fantasmea con otra tanda de preguntas prefabricadas para Alexa: Alexa, ¿dónde podríamos irnos un fin de semana Mari Carmen y yo?; Alexa, ¿dónde estará el carro de Manolo Escobar?; Alexa, ¿qué probabilidades hay de que Mari Carmen se quede hoy a dormir aquí?, Alexa...

Tras el sonido de cierre de la puerta, después de unos segundos, el azul circular de la base del sufrido aparato resplandece en la silenciosa oscuridad de la cocina y la voz de Alexa susurra «Cuando un tonto coge un camino...».

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