Opinión | TRIBUNA ABIERTA

Lo que Sierra Boyera deja al descubierto

Tras cinco meses sin agua potable en los grifos, el norte sigue esperando una solución al desastre

El embalse de Sierra Boyera está seco desde la pasada primavera. Esta vez no ha tenido opción de recuperarse ante la pertinaz sequía. Sierra Boyera exhibe los lodos de su lecho sin agua mientras los 80.000 habitantes de las comarcas de Los Pedroches y El Guadiato soportan desde abril una situación propia del tercer mundo: el agua que sale por sus grifos está contaminada y con ella se tienen que asear, con ella tienen que realizar las tareas de limpieza de la casa y lavar la ropa, por poner tres ejemplos. Para conseguir agua potable tienen que acudir a los lugares de sus pueblos donde Emproacsa, la empresa provincial de aguas, coloca de lunes a viernes los camiones cisternas con que suministra a las zonas. Una situación que en otro lugar provocaría la sublevación ciudadana, en el norte de la provincia la mayoría de la gente la afronta con resignación. Esta, la resignación, le viene de serie a los habitantes del norte.

Por otro lado, la actitud de las administraciones públicas es, mayoritariamente también, la inacción o pasividad. Los alcaldes no salen a la palestra pública a protestar y exigir soluciones. Del Gobierno central no hay noticias; parece que Pedro Sánchez y Yolanda Díaz no tienen tiempo nada más que para ver cómo encajan una amnistía de dificilísima justificación para los condenados y/o huidos del Procés. 

La Junta ha estado pregonando durante el verano su disposición con millones de euros para acometer proyectos necesarios en la gestión del agua en la sierra de Córdoba ciudad (Cerro Muriano, Trassierra, Las Jaras), en la sierra Sur de Sevilla o en Isla Mayor, y ahora parece decidida a costear una estación de tratamiento en Sierra Boyera, donde no hay agua. Ahora bien, se cuida de proclamar que acude en auxilio de las gentes del norte, a pesar de que el proyecto que está dispuesta a financiar no es de su competencia. Muchas gracias.  

Por último, hay que comentar la actuación que sigue la Diputación: en Emproacsa están centrados en la distribución del agua potable en cisternas a la espera de nuevas órdenes --por ejemplo, la subida de tarifas, injustificada ante la calidad del agua que sirve, al menos en el norte--, mientras su presidente y a la par de la institución provincial, Salvador Fuentes, insiste en rezar para que llueva y anuncia «una solución inmediata» [sic] para el problema. Eso es jugar con el lenguaje. En realidad, a lo que Fuentes puede aspirar es a anunciar de forma inmediata un plan para arreglar el problema --de momento, la estación de tratamiento que está dispuesta a pagar la Junta de Andalucía--. La inmediatez puede aplicarse al anuncio de ese plan, pero no a la solución del problema. 

El secado de Sierra Boyera ha dejado a la vista algo más que lodos y se puede definir con una palabra: desastre. Pues esto es en lo que está convertida la gestión del agua en El Guadiato y Los Pedroches y de la que son responsables todos los partidos que han tenido tareas de gobierno en la Diputación (PSOE, PP e IU), Junta (PSOE, PP e IU) y Gobierno central (PSOE, PP y Podemos). No se libra ninguno. Han ignorado los problemas, se han desentendido --por ejemplo, el Gobierno central-- de los informes técnicos o los han desautorizado: en el año 2013 los expertos pedían un baipás en el Guadamatilla para evitar que La Colada acumulara contaminación; en el 2022 no se consideró urgente acometer la conexión Puente Nuevo-Sierra Boyera. De la conexión Zújar/La Serena-La Colada para garantizar el suministro, en caso de necesidad de la población y del sector primario --por el derecho de uso que tiene el norte de la provincia--, ni mención a largo plazo en el plan hidrológico del Guadiana.

Por otro lado, más de un año después de saltar la alarma, ni Diputación ni Junta han acometido la conexión definitiva de La Colada-Sierra Boyera, ni la potabilización de La Colada, ni, por supuesto, que la depuración de aguas residuales sea efectiva.

Da miedo leer el último informe de Ecologistas en Acción en el que se señalan los incumplimientos que se registran en las estaciones de depuración del norte (EDAR). Según los ecologistas, cinco de ellas no realizan correctamente su función. Así, la de Villanueva del Duque-Alcaracejos, puesta en funcionamiento hace poco y que ha costado 8 millones, necesita una ampliación; Añora-Dos Torres y Peñarroya-Pueblonuevo precisan una nueva estación; la de El Viso-Villaralto requiere reparaciones y la de Pozoblanco se somete en la actualidad a obras para su ampliación debido a su deficiente funcionamiento. ¿Cuánta resignación se necesita para soportar tanta incompetencia?

* Periodista y miembro de Unidos por el Agua

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