Opinión | Cielo abierto
Libertad de prensa
Se necesita a gente decidida a razonar por sí misma
La libertad de prensa está hecha por hombres y mujeres que están ahí dispuestos a exponer su verdad. Es su verdad porque nadie puede creer que la tiene en exclusividad. Es exponer, casi más que expresar, en una doble dimensión: por el contenido y la opinión, la forma de entender y enfocar un asunto, dentro del mosaico de conclusiones a las que vas llegando, y también porque eres tú quien firma y quien se arriesga, quien pone nombre y rostro. Todo esto circula en una doble dirección: tú asumes que puedes criticar y también ser criticado, como puedes demandar y ser demandado. Por supuesto, hay quien miente sabiendo que lo hace; pero también existe, y hasta crece, el rebaño al que pones las pruebas en la cara y prefiere seguir pastoreado. Es la diferencia entre ser una oveja o un ciudadano libre. Un ciudadano que pretenda ser libre puede ser engañado igualmente, y a menudo ocurre, porque cada uno tiene derecho a equivocarse. Pero la diferencia entre una mujer o un hombre libre, que mira la realidad por encima de la propaganda ideológica, es que es dueño de su interpretación de la realidad, de su opinión, de su propia visión sobre las cosas. Sin embargo, el que prefiere quedarse en el rebaño, ya sea por ingenuidad, por ceguera partidaria o por pura vagancia intelectual, que de todo tenemos, ha entregado su posibilidad de equivocarse o de acertar, porque prefiere que sean otros quienes le vayan diciendo, a cada momento, frente a cada nueva situación, lo que les conviene que pienses.
Quien quiera convencerse de que cualquiera de esas actitudes, el librepensador o el ovejero, se corresponde más con una tendencia política que con otra, no ha escarbado suficiente en el barro del patio vecinal. Porque ingenuos, cobardes y vagos intelectuales los tenemos en todas las tendencias. Y en eso entra también pensar que la libertad de prensa, como el poder judicial, solamente está bien y es necesario cuando se informa sobre la corrupción del adversario, o cuando se está juzgando al adversario. En mi artículo de la semana pasada escribí esto: «Los jueces se respetan no sólo cuando juzgan a los otros». Como la libertad de prensa. No hace falta ser licenciado en Derecho para saber que se trata de un camino de doble dirección. A quienes salen en tromba a defender al presidente Sánchez, cabría preguntarles: ¿por qué os manifestáis? ¿Preferís que los periodistas no investiguen, que los jueces no juzguen, sólo porque «estamos contigo, Pedro»? La conciencia crítica no consiste en seguir unas consignas, sino en abrir los ojos y escuchar a tu propio pensamiento. Además de los informadores, la libertad de prensa necesita a gente decidida a razonar por sí misma.
- Escritor
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