Opinión | Al paso
Carteles de feria
Desde hace unos años, se empeñan en crear carteles que den que hablar; pero para mal. Hace unos años fue un chaval que era tan bello que parecía una tía, pero más soso que el copón. Pues ahora han puesto a una guapa mujer morena pero más sola que la una. Y como es mexicana se ha liado porque dicen que tenían que haber puesto una cordobesa. Pero la chica responde al canon de belleza cordobesa de toda la vida. ¡Ese no es el tema, leche! Lo que hubiera sido tradicional y vanguardista no es que la chavala fuera de la Casa el Viejo o del Zumbacón sino plasmar la realidad popular de la Feria. Como diría Lorca, fundir diosas mitológicas con vecinas del barrio. Y la realidad popular es la alegría de la gente. El cartel debería plasmar esas mujeres jóvenes, maduras y ancianas, hartitas de tanta brega, ataviadas de trajes de gitana XXXL porque tienen michelines por todas partes y no precisamente de estar quietas sino de comer a deshoras y malamente por trabajar como mulas y encima estar sonrientes para que el hogar no se hunda. ¡Ay, pero llegó la feria! Y esas mujeres quedan un montón al salir de su peluquería ilusionaditas y pasando por un tubo del azúcar, de la sal, del colesterol, de la artrosis, de la tensión, del tiroides, del cáncer de mama... Significan el cartel más bonito porque sin ellas la feria ni es feria ni es ná. Así que el año que viene, vamos a dejarnos de polémicas sexistas y racistas y hagamos un cartel que refleje nuestras verdades que encima son preciosas. Pero si los representantes locales o quien coño decida, se resisten, no nos merecen, no nos valen porque ignoran la verdad de nuestras calles. Y lo primero que tiene que tener un político, más que un máster en Irlanda, es conocer la tierra que gobierna. Así que al menos por una vez, ya es puñetera hora que hagan un cartel en el que una bandada de mujeres bajitas, regordetas, con gafas de vista y ataviadas de lo suyo, vayan camino de su feria para hacer un paréntesis de felicidad en una vida llena de problemas que, después de la juerga, para ellas se queda.
*Abogado
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