Opinión | Política

José Luis Montijano López

La necesaria independencia del Poder Judicial

En un estado de derecho como es España, por ahora, es absolutamente necesaria la independencia del poder judicial, separado de los poderes legislativo y ejecutivo.

Ya en el siglo XVIII, el famoso jurista francés Montesquieu, en su obra El espíritu de las leyes afirmaba: «Tampoco hay libertad si el poder judicial no está separado del legislativo ni del ejecutivo. Si va unido al legislativo, el poder sobre la vida y libertad de los ciudadanos sería arbitrario, pues el juez seria al mismo tiempo legislador. Si va unido al ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor.»

Nuestra Constitución de 1978 consagra,al menos en teoría, esta independencia en su artículo 117 cuando señala que los jueces y Magistrados son independientes y están sometidos al imperio de la ley.

El problema de la aplicación práctica de esta independencia comenzó bien pronto cuando al regular mediante Ley Orgánica, en 1980, por imperativo del articulo 122 de la Constitución, el Consejo General del Poder Judicial, órgano de gobierno de los jueces, estableció que este Consejo tendría 20 miembros, de los cuales, 12 serían elegidos entre los propios jueces, si bien, y aquí vino la primera grieta del sistema, los ocho restantes serían elegidos a propuesta del legislativo, cuatro por el Congreso y otros cuatro por el Senado.

La cuestión se agravó con la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985 cuando los 20 vocales que componen el Consejo, 10 son elegidos a propuesta del Congreso, 6 entre jueces y magistrados y 4 entre juristas de reconocida competencia y prestigio, y los 10 restantes, del mismo modo, por el Senado.

La politización del órgano de gobierno de los jueces es evidente y con ella la independencia judicial ,que predica la Constitución,brilla por su ausencia. Seria deseable, por el bien de nuestra democracia y de nuestro estado de derecho, un retorno al sistema puro de elección del Consejo. Que solo los jueces elijan a sus representantes. De otro modo, caminamos, irremediablemente, a un sistema totalitario.