Opinión | EDITORIAL

El crecimiento flaquea

El gran debate es cuánto más pueden aguantar las economías de los países la estricta política monetaria actual del BCE para estabilizar los precios

Fachada del Banco de España, en Madrid.

Fachada del Banco de España, en Madrid. / JOSÉ LUIS ROCA

Las últimas previsiones del Banco de España, que rebajan el crecimiento para 2024 al 1,8% (cuatro décimas menos de su anterior proyección de junio), se basan, entre otros argumentos, en la lógica de que las subidas de tipos de interés afectan a la evolución del PIB. La zona euro ha experimentado 10 subidas consecutivas de los tipos de interés desde julio del año pasado, la tendencia más vertiginosa de su historia, así que una ralentización económica era uno de los efectos esperables. El gran debate es cuánto más pueden resistir las economías de los países la estricta política monetaria actual del Banco Central Europeo (BCE) para estabilizar los precios. Aunque la amenaza de una recesión parece lejana, se confirma un menor crecimiento económico. De momento, España presenta mejores indicadores que sus vecinos, pero tampoco puede confiarse ni considerarse ajena al frenazo europeo, sobre todo del de Alemania.

Los partidarios del rigor en la lucha por la estabilidad de precios se volvieron a imponer en la reunión del BCE del pasado 14 de septiembre, cuando subió los tipos un cuarto de punto, hasta el 4,5%. No obstante, la entidad dio a entender que podría ser la última subida. Unos tipos de interés altos afectan a las familias endeudadas (la subida del euríbor es un claro ejemplo), autónomos, empresas y, también, estados (lo que les complica el control de la deuda pública). Después de más de un año con estrategia alcista, surgen voces que plantean la conveniencia de, si bien no empezar ya el descenso porque sería prematuro, al menos sí hacer una pausa y dejar los tipos sin alterar, suficientemente altos durante un tiempo. En esos términos se manifestó el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. La Reserva Federal estadounidense decidió esta semana mantener invariables los tipos, siguiendo esta idea en parte, porque no descartó que los vuelva a subir antes de final de año. La prudencia impera.

La incógnita de la ecuación es cómo evolucionará la inflación. Los precios son ahora la preocupación principal, y todos los esfuerzos se dedican a contener la inflación con el objetivo del 2% a medio plazo. La política monetaria del BCE ha conseguido rebajarla, pero todavía se mantiene muy alta: en agosto el IPC de la zona euro alcanzó el 5,2%. En España fue menor (2,6%), pero el hecho de que la inflación subyacente (la que excluye la energía y los alimentos no elaborados, más volátiles) esté por encima del 6,1% no permite bajar la guardia.

Llama la atención que el Banco de España haya revisado al alza su previsión de inflación para el año próximo hasta una tasa del 4,3%, más que este 2023, lo que atribuye a la previsible retirada de las ayudas del Gobierno dentro de las medidas por la crisis de Ucrania a finales de 2023. Estas medidas (rebaja del IVA y de la subvención al transporte público, entre otras) fueron concebidas como temporales y excepcionales, y correspondería al futuro Gobierno decidir cuál será a partir de ahora la estrategia política para hacer frente a los efectos socioeconómicos de un conflicto bélico más prolongado de lo inicialmente previsto. En estas circunstancias, conviene que España salga del marasmo político actual y forme cuanto antes un Gobierno estable que pueda encarar el escenario económico futuro con la mayor fortaleza posible. 

Suscríbete para seguir leyendo