Ya sea aprovechando las vacaciones o una escapa puntual de fin de semana, los viajes a lugares perdidos y paisajes de ensueño de Andalucía que hemos visto por redes sociales se han convertido en una tendencia nada desdeñable. Ya sea un viaje en pareja, en familia o en grupo, los atardeceres y las paronámicas para inmortalizar forman tan parte de la travesía como el resto de las actividades.

Los cinco mejores atardeceres de Andalucía

Por este motivo, os dejamos una selección de algunos de los paisajes para ver atardecer este verano en Andalucía, para que presumáis de fotos en Instagram y en el grupo de la familia.

Mezquita de Córdoba y Puente Romano, Córdoba

Comenzando por nuestra provincia, no podía faltar uno de los atardeceres más emblemáticos de Córdoba. Ver el sol ponerse tras la Torre de la Calahorra y la Mezquita; ya sea desde el propio Puente Romano o desde la orilla del río para incluirlo dentro del encuadre es, sin duda, un recuerdo inolvidable.

Mirador de Gibralfaro, Málaga

En pleno corazón de Málaga podemos encontrar el Mirador de Gibralfaro, donde el punto más alto se encuentra metros más arriba del Monte de Gibralfaro, en lo alto del castillo. La vista del mirador permite visualizar casi la entereza de la capital, incluyendo la Catedral, el Muelle Uno o los Montes de Mijas.

La Alhambra, Granada

Aunque sea una obvia en la lista, la puesta de sol de la Alhambra de Granada es obligatoria. Concretamente, la Torre de Comares ofrece un atardecer con tonalidades rojizos que impactan directamente en las murallas del castillo y que hacen ver la construcción como un lugar sacado de un cuento de hadas.

Parque natural de Doñana, Huelva

El Parque nacional y natural de Doñana, en Huelva, ofrece otros de los atardeceres más emblemáticos de Andalucía. Concretamente, hablamos de las Marismas del Rocío, un lugar repleto de pájaros y que te transporta a un paisaje natural que esconde el sol tras su llanura.

Cabo de Gata, Almería

Las calas del Cabo de Gata son de los lugares con más encanto de toda Almería. En un lugar retirado del núcleo urbano y pegado al mar, sus desfiladeros, su agua virgen y el camino poco accesible que hay que atravesar, hacen que esta puesta de sol se sienta como una verdadera recompensa por el esfuerzo.