EL ZAGUÁN

Julio Llamazares

Julio Llamazares.

Julio Llamazares.

Alejandro López Andrada

Alejandro López Andrada

El escritor que siempre quise ser, el poeta que hizo de la nieve un río de olvido azul y álamos de sol subiendo al corazón de las montañas. Sabe mirar el agua con ternura y una lejana, antigua, mansedumbre que tiene su raíz bajo un pantano donde su infancia es un resplandor de truchas manchadas de arco iris. La cadencia pausada y amarilla de la lluvia habita la emoción de su escritura, el cálido temblor de sus palabras, la piel de su poesía. De sus versos brota el amable paso de los bueyes, su lentitud de cobre, los nogales movidos por la brisa, la quietud dorada de los huertos en el poniente.

El hombre que respira bonhomía y exhala humor, una ironía sutil vestida de frambuesas y abedules. El novelista que dibujó una luna encima del misterio de los lobos dignificando el dolor de los huidos, la humanidad celeste de los maquis. Las lágrimas de San Lorenzo bullen como burbujas de oro entre las páginas de un libro suyo escrito con amor. Es un poeta enorme, magistral. Un día nos regaló una galería de escenas proyectadas sobre un cine minero derruido en la memoria. Y en ‘Vagalume’ nos recogió del frío, dejó que nos sentásemos en su voz trenzada por los chopos y las luciérnagas.

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