POESÍA

Nubes de la niñez

Fonollosa gana el Premio Hiperión con ‘Los niños no ven féretros’

Omar Fonollosa. | CÓRDOBA

Omar Fonollosa. | CÓRDOBA / Alejandro López Andrada

Alejandro López Andrada

Alejandro López Andrada

Mientras vemos en los escaparates y los estantes de las librerías de nuestro país, en pequeños rincones dedicados a la poesía, libros de versos escritos por ‘youtubers’ que no escriben poesía, sino prosa entrecortada y desaliñada, impregnada de una capa de romanticismo anémico y vulgar, encontrarnos un libro como este de Omar Fonollosa (Zaragoza, 2000), supone ante todo una gratísima alegría. La madurez de este poeta jovencísimo y el dominio que tiene de la construcción poética deja bien a las claras que estamos ante un sólido escritor que nada tiene que ver con otros autores de su generación que venden libros como churros sin prestar ninguna atención a la calidad lírica que sus obras poéticas ofrecen a sus lectores. Desde hace ya décadas, casi cuarenta años, el Premio Hiperión, dedicado a descubrir jóvenes poetas, ha venido dando a conocer grandes autores como, por ejemplo, Andrés Neuman, Luisa Castro, Benjamín Prado o Ben Clark, todos con una obra ya consolidada tanto en la prosa como en la poesía. En las convocatorias más recientes, han ganado el premio poetas sobresalientes como David Hernández Sevillano, Maribel Andrés Llamero o Rocío Acebal.

Hace unos días, coincidiendo con la aparición de este poemario de Omar Fonollosa, Premio Hiperión 2022, ha visto la luz en la misma editorial, otro libro de versos muy interesante, ‘Los nadies’, de un jovencísimo autor nicaragüense, William Alexander González Guevara, con el que ha obtenido el Premio Antonio Carvajal. Así vemos como Hiperión viene apoyando desde hace mucho tiempo la joven poesía española de calidad, como es el caso del libro que vamos a comentar, ‘Los niños no ven féretros’, donde su autor Omar Fonollosa, a sus veintiún años, muestra un universo lírico genuino, a través de unos versos firmes y sustanciosos, muy bien cincelados desde su raíz: «Qué entereza tendré que aparentar/ cuando le cuente que el adulto de hoy/ no es más que una armadura» (pág.13), dice el autor en el poema que abre este volumen de una arquitectura lírica impecable. El tema esencial del libro es la añoranza, o mejor, la sutil evocación de la infancia perdida transmutada en unos versos que son como esbeltos lirios de los valles que expanden su aroma tierno, esperanzado en los días que vendrán aun teniendo en la vista un espacio del ayer cuajado de instantes de felicidad: «Aprendí a gobernar mi bicicleta/ creyendo que mi padre sujetaba el sillín» (pág. 23). La poesía de Omar toca con muchísimo acierto temas universales, asuntos tratados con lírica emoción y una plasticidad metafórica sugerente que conecta muy bien con el alma del lector que en su día vivió experiencias semejantes a las que él nos dibuja con extraordinaria precisión y un inspirado tono de esencialidad: «Cuando te halles vencida/ como un niño que pierde sus canicas/ y a tu casa entren lobos/ querrás retroceder» (pág. 41). El símbolo pavesiano de las pérdidas, de los verdaderos amores derrumbados, del miedo a uno mismo frente a la soledad, sobrevuela el poemario como un pájaro de otoño que vuelve cansado y herido del pasado para dejarse caer sobre la tierra solitaria y baldía de nuestro corazón, consciente de haber perdido la inocencia, la pureza infinita de la primera edad: «Como la luz del sueño,/ has hecho amable/ el viaje a la deriva de la infancia» (pág. 32). Estos versos últimos, pertenecientes al poema titulado «Aunque tú no me creas», dan idea de ese vuelo continuo del autor hacia los días del ayer, tanteando la luz perdida, la inocencia de lo irrecuperable, entre las míticas nubes de la infancia que decoran los cielos azules del verano cuando duele septiembre en los viejos almanaques y el último sol descansa en la pared del corral de la casa en la que fuimos niños.

Y ahí, como bien ha sabido dibujar Omar Fonollosa en este extraordinario libro, ‘Los niños no ven féretros’, aparece la imagen eterna de la madre cuidando del hijo, apartándolo del daño, como leemos en «Nieva en la cumbre», quizá el poema más perfecto y emotivo del conjunto, aunque todo el volumen es de muy alta calidad: «No me deja caer.../ En sus brazos cabe un diccionario,/ un diente de león, una esmeralda,/ la copia de la llave de mi pecho» (pág. 25). Emoción contenida, muy bien dosificada, esbelto lirismo, tenue musicalidad abrigando un mensaje nítido de amor a los días luminosos que el tiempo ha deshojado, son varias de las cualidades positivas de este libro de versos que muestra la dicción de un poeta muy joven de inmensa madurez.

‘Los niños no ven féretros’

Autor: Omar Fonollosa.

Editorial: Hiperión. Madrid, 2022.

Suscríbete para seguir leyendo