DIETARIO VERSÁTIL

José Luis Checa

«Número atómico 26» se titula la exposición de José Luis Checa, poeta, pintor y escultor, celebrada recientemente en la sede del Colegio de Abogados. Un artista que con sus esculturas se lo está ganando a pulso, nunca mejor dicho, con inteligencia y creatividad. Checa es el gran amigo del hierro, un material duro, aunque noble. Sus figuras abiertas, como volando en un movimiento tan esencial como sensual, sin títulos, igual que los poemas de su último libro y pinturas abstractas llenas de colorido y sugerentes.

«Siete segundos después de tu mirada», qué poco y bastante propone esta frase del propio autor. Hay que saber detenerse, dice, refiriéndose a sus figuras colgadas en la pared, tan abiertas para añadir o quitar, como un poema nunca cerrado, pero que en algún momento le tienes que poner fin. El arte cuando se queda dentro de nosotros y entonces hay emoción y reconocimiento, y son los momentos serenos en que se abren nuestras puertas, dice Horacio.

Checa en su taller, con la radial de soldadura y el fuego, como ese Vulcano que retrata Velázquez, no de un libro de mitología, todo lo contrario, se va a una herrería donde hay un herrero sudoroso en medio del fuego y del hierro y dice: «este es Vulcano», como nos cuenta un texto de Siles. «A lo mejor» realidad e imaginación renovadas, ángeles y posibles pájaros, es la poesía que conlleva la materia moldeada para quien la mire y se quede en ella.

Si en la «Galería de las figuras de hierro» de Praga, pesadas esculturas hechas con tornillos, tuercas o cadenas, de personajes, de dibujos animados, películas y otros, abruman y causan admiración, las figuras de José Luis Checa promueven impresiones y sensaciones diversas, sin nombres, libres como pájaros, más ligeras, para quien las mira y le sugiera, todo fluye más lúdico.

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