REPORTAJE

La Cata del Vino cuelga el cartel de «no hay billetes»

El coso de Los Califas registra un lleno en la sesión diurna, de acceso libre, y otro por la noche, con presencia masiva de jóvenes

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

Quién sabe si será el efecto postpandemia o el espíritu perenne del Mayo Festivo, pero los cordobeses tienen ganas de celebrar y así lo están demostrando en la 38 edición de la Cata del Vino, que ocupará la plaza de toros de Córdoba hasta el sábado. El jueves de cata siempre ha sido uno de los días grandes de esta cita y ha vuelto a serlo este año, tanto en el turno de día como en el de noche, colgando el cartel de «no hay billetes» por partida doble. A las tres de la tarde, hora y media después de la apertura de las puertas del coso de Los Califas, ya habían pasado por la entrada más de 1.500 personas, muchas de las cuales hicieron cola para ser los primeros en acceder al recinto. Las altas temperaturas que están presidiendo estos días volvieron a caldear el ambiente de la cata, que se ha convertido con los años en excusa para propiciar reuniones de empresa o de amigos como las que acontecen en Navidad o en la Feria. Hay cordobeses que pasan por allí un día y otros que la pisan de principio a fin porque no solo les encanta el vino que se elabora en los municipios que componen la Denominación de Origen Montilla-Moriles sino el ambiente que se respira en esta fiesta.

Ambiente en la cata durante la sesión de día, que registró una gran afluencia.

Ambiente en la cata durante la sesión de día, que registró una gran afluencia. / ARACELI R. ARJONA

La juventud cordobesa, habituada a los botellones y al consumo de bebidas de alta graduación en la calle, cambian durante unos días el consumo de ese tipo de alcohol por el fruto de la vid, mucho menos tóxico y más sostenible, aunque solo sea porque constituye un producto de kilómetro 0, ese concepto que ahora está tan de moda. Los expertos insisten en que el vino hay que tomarlo en compañía de algo sólido para reducir sus efectos etílicos, una recomendación que no todos siguen, impacientes por sentir el influjo del alcohol, lo que acaba por ofrecer estampas poco deseables en el entorno de la cata.

«No me imagino un botellón con vinos de Montilla-Moriles», explicaban Carlos y Martín, dos jóvenes de unos veintipocos años. «Supongo que una de las razones es que el vino caliente no está bueno y aquí no hay costumbre de mezclarlo con algo para rebajarlo y echarle hielo como se hace en Sevilla con el rebujito». (Por cierto, que est ejueves se presentó la cata en la capital hispalense como antesala de la Feria).

Hablar de rebujito en la Cata del Vino es casi una temeridad, aunque el argumento de los chavales tiene sentido, sobre todo, en una ciudad tan calurosa como Córdoba. Para Carolina, miembro de otro grupo nocturno de la cata, «el problema no es el sabor o que no nos guste el vino, aunque haya gente que ni lo ha probado, sino el presupuesto que tenemos, y eso se ve en que las entradas del jueves se agotan muy rápido porque son las más baratas».

En opinión de su grupo, que acude cada año a este evento «porque es donde está todo el mundo el jueves», hay pocos bolsillos que resistan un fin de semana en tabernas o bares bebiendo vino «y tampoco se puede empezar bebiendo fino y acabar tomando cacharros en la calle porque te explota la cabeza». No les falta razón. Desde luego, este jueves cumplieron con la tierra.

Suscríbete para seguir leyendo