Ventana a la naturaleza

El impacto de los gatos asilvestrados en los Sotos de la Albolafia

El Homo Sapiens se ha acompañado de animales domésticos, fundamentalmente para hacer uso de ellos en muchas de las acciones que realiza, como animales de trabajo, para desplazarse, para la alimentación y para la protección de lugares o enseres

Imagen de un gato asilvestrado de la colonia del Molino de la Albolafia.

Imagen de un gato asilvestrado de la colonia del Molino de la Albolafia. / DIEGO JORDANO

El gato en su origen ha sido un eficaz colaborador en el control de roedores en las casas. Esta era su principal función además de compañía, juego y efectos de relajación con la caricia. Mantienen su independencia y su instinto de caza a pesar de estar saciados, característica innata a todos los felinos.

Hace unas décadas, los gatos domésticos estaban asociados a sus dueños y no solían deambular por las calles de manera libre. Con el desarrollo de la sociedad urbana comenzaron a aparecer en solares y edificios abandonados y, claro, muchas personas creyendo que los pobres gatos estaban desvalidos comenzaron a aportarle comida y agua. Este comportamiento consiguió que se formaran colonias de gatos por diversos lugares de la ciudad y en la actualidad en muchos pueblos.

Las autoridades durante años han estado mirando hacia otro lado obviando esta circunstancia hasta que comenzaron a surgir problemas entre personas que los alimentaban y las que soportaban al lado de sus casas excrementos, olores, ruidos y riesgos sanitarios. Cuando las autoridades reaccionaron se había creado una corriente de opinión, sobre todo, en el mundo urbano, que no aceptaba el sacrificio de los integrantes de las molestas colonias para otros. La decisión fue capturarlos, esterilizarlos y devolverlos a sus lugares de origen. Sus molestias siguieron existiendo durante años hasta que por ausencia de nacimientos se fueron extinguiendo, con pena para sus cuidadores y alivio para los vecinos que soportaban sus molestias.

La nueva corriente de pensamiento sobre la relación del Homo sapiens con los animales ha llegado a conseguir la promulgación en el año 2003 de una Ley sobre la protección de los derechos y el bienestar de los animales, que se consideran seres sintientes, tras un tortuoso y discutido camino.

De siempre, los gatos domésticos han pasado al medio natural y se han cruzado con el gato montés, que perdía variabilidad genética y entraba en riesgo de extinción en muchos lugares. Estudios del Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos han demostrado que los gatos domésticos asilvestrados tienen una presencia alta de parásitos helmintos y protozoos que producen la toxoplamoxis. También se han encontrado altas prevalencias de virus compartidos entre los felinos salvajes y gatos asilvestrados, como el virus de la leucemia felina, coronavirus y moquillo. Éstos, son una amenaza para la conservación del lince ibérico. Cabe destacar la presencia de bacterias transmitidas por vectores. Se puede considerar al gato asilvestrado como una de las mayores amenazas para el gato montés y el lince ibérico dentro de su área de distribución.

Fauna salvaje

La información científica disponible demuestra que los gatos asilvestrados suponen una grave amenaza para la fauna salvaje. Un estudio realizado en Inglaterra durante 6 meses con 986 gatos correctamente alimentados encontró que capturaron 14.370 presas. Si se extrapolan estos datos a los 9 millones de gatos estimados en ese país, se obtienen unos 92 millones de presas en ese periodo (57 millones de mamíferos, 27 de aves y 5 de anfibios y reptiles). Otros trabajos han llegado a la conclusión de que las poblaciones urbanas de aves, en lugares con colonias de gatos, actúan como sumideros debido al elevado grado de depredación que soportan. En EEUU han señalado esta depredación como la primera causa de muerte para la fauna salvaje, muy por encima de otras como los envenenamientos, atropellos, y colisiones con tendidos eléctricos o aerogeneradores.

En la ciudad de Córdoba tenemos un lugar donde se está dando este proceso con cierta pasividad de las autoridades municipales, espero que por desconocimiento. Se trata del Monumento Natural de los Sotos de la Albolafia y su entorno más próximo como la isla del Molino de Martos, donde se asientan colonias de gatos asilvestrados.

Año tras año en lugar de decrecer su población, se incrementa el número de colonias y gatos, que afectan directamente sobre las aves que crían en la pajarera y todo el bosque ripario del entorno de los sotos.

La normativa establece que corresponde a los ayuntamientos la recogida de animales extraviados y abandonados y su alojamiento en un centro de protección animal la gestión y cuidados de los animales desamparados, y, subsidiariamente, a la administración autonómica.

La permanencia de estas colonias supone una dejación de funciones, ya que esta norma prohíbe abandonarlos intencionadamente en espacios abiertos, especialmente en el medio natural, donde pueden ocasionar daños posteriores por asilvestramiento. En el caso de las colonias de gatos, las prohibiciones establecidas en la Ley no alcanzan en aquellos casos que suponga un impacto negativo para las condiciones de biodiversidad en espacios naturales protegidos y en los espacios de la Red Natura 2000 o suponga un impacto negativo para la fauna protegida, como es el caso que se ha señalado.