Entrevista

Carmen Calvo: «Te puedes poner en el pellejo de Pedro Sánchez perfectamente»

La socialista llega a Córdoba para presentar 'Nosotras' en plena tormenta política desatada tras el anuncio de Pedro Sánchez y la incógnita de si seguirá al frente del Gobierno. Su cargo institucional no le permite posicionarse, pero sí empatizar con su compañero de filas

¿Qué opinión le merece el anuncio de Sánchez sobre si sigue al frente del Gobierno?

Manuel Murillo

Irina Marzo

Irina Marzo

¿Por qué ha escrito este libro, ‘Nosotras. El feminismo en la democracia’?

Nosotras es la historia de la lucha larga de muchas mujeres. El despertar a partir de la Revolución Francesa de la injusticia que se cometió con nosotras al no considerarnos ciudadanas, ni reconocernos derechos, ni de participación política, ni de educación. Por eso es la reivindicación del plural. 

¿Cuál es la tesis del libro?

Que la idea más importante de la democracia es la igualdad. Y de la igualdad, lo más importante es la igualdad entre hombres y mujeres. Así que lo que nos jugamos con el feminismo es la democracia del siglo XXI. El feminismo constituye mi propia identidad, mi propio sentido de la dignidad en la vida.

Cuando habla de nosotras, ¿habla de todas nosotras?

Feministas no somos todas, pero el feminismo trabaja para todas. Si el Estado español tiene logros muy importantes en igualdad ha sido por la presión que hemos hecho las feministas.

¿Debería ser el feminismo un partido? 

No, no puede serlo. El feminismo lo abarca todo, somos diversas, aunque es en democracia y es en el campo progresista. A la vista está el trabajo que le cuesta a la derecha aceptarlo. Pero no puede tener estructuras de partido. Tiene una forma de organización muy moderna, sin líderes, con voces corales, muy organizada. A la vista está que cuando ocurre algo que consideramos intolerable, nos movilizamos. Y los objetivos los conseguimos casi siempre. A veces son leyes; a veces es impedirle a un individuo que le bese la boca a una campeona del mundo.

Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado, en Córdoba.

Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado, en Córdoba. / MANUEL MURILLO

¿Qué supuso aquel debate sobre el beso a Jenni Hermoso?

Ahí se abrió toda la caja de los truenos, que en un mundo como ese era imposible de abrir.

¿Dónde debe poner el foco el feminismo del siglo XXI? 

En la prevención de la violencia y en la protección de los hijos, aunque es muy difícil hacer prevención cuando tenemos al fascismo negando que exista la violencia. Hay que replantearse el Pacto de Estado. El fascismo niega que existe porque si no la negara tendría que reconocer la desigualdad.

¿Le preocupa la división en el seno del feminismo?

No, no me preocupa porque es completamente imposible aspirar a una especie de uniformidad. Eso no se le pide por ejemplo al movimiento obrero. 

Pero el enfrentamiento se está utilizando para dividir. 

Claro, pero solo hay que ver que cada día se avanza más. Recuerdo los primeros 8M en la Facultad de Derecho de Córdoba cuando con sorna un compañero nos preguntó que por qué nos concentrábamos en el patio. «¿Qué es porque hoy es San Juan de Dios, no?», nos decía. Por eso es curioso que se nos haga la pregunta de la división, en vez de decir el quilombo que se monta ya todos los 8M aquí y en Puente Genil

Por entroncarlo con su libro, entiendo también que uno de los motivos por los que lo escribe es porque las generaciones nuevas quizás piensen que con el feminismo, igual que con la democracia, los derechos que se han conseguido en los últimos 40 años son derechos inamovibles, cuando evidentemente no lo son.

En España ya son varias las generaciones que nacieron disfrutando de la democracia. No tienen ningún recuerdo experimentado de lo que era, por ejemplo, tener que casarte por la Iglesia obligatoriamente. Entonces hay una sensación de acomodo de que eso siempre será así. Creo que en nuestro país ha habido siempre un déficit de conocer mejor la historia, que no es pasado solo. Saber la historia te tranquiliza mucho porque entiendes que tú eres una pieza pequeña de un engranaje, no eres el centro del mundo. No has inaugurado España, España estaba ya inaugurada. Y en segundo lugar, la historia te da muchas claves del presente. En el libro, por ejemplo, hablo de Isabel I de Castilla, una de las grandes cabezas políticas de Europa. Isabel I de Castilla y su hija, Juana I de Castilla, son dos mujeres gracias a las cuales este país se embarca en la operación de Colón y de Magallanes. Es decir, las dos de las tres cosas más importantes que le hayan pasado al mundo, junto con ir a la Luna, las ha hecho España de la mano de dos mujeres reinas titulares de la corona de Castilla. Pues ahí está. Por si ahora piensas, en fin, que vas de pionera en algo. Y luego he querido que el libro tenga un hilo conductor: el cuerpo de las mujeres, porque ni siendo las responsables de una multinacional importante estás a salvo de que te acosen o de que te violen una noche. Las mujeres seguimos teniendo pendiente la liberación de los cuerpos. Milei llega al gobierno argentino y lo primero que dice es: voy a desmontar el estado y quitar el aborto. ¿Por qué? Porque el control de las mujeres sigue siendo parte muy importante de la idea patriarcal y de la mezcla del patriarcado con el mercado ultracapitalista. Y porque el pensamiento neoconservador y, sobre todo, el fascismo es una negación de derechos de todo el mundo, pero particularmente de las mujeres.

¿Por qué ha escrito este libro, ‘Nosotras. El feminismo en la democracia’?

Manuel Murillo

¿Cómo le está yendo al frente del Consejo de Estado? 

Es un órgano nuclear, el órgano consultivo del Gobierno; de nosotros depende la calidad normativa de nuestro Estado de Derecho, independientemente del debate político, de las discrepancias. Somos un órgano de calma y de reflexión técnica. El Consejo cumple 500 años en 2026; es un monumento a la historia de España, en el que por cierto estuvo Niceto Alcalá Zamora. Estoy disfrutándolo mucho; vivo como si estuviera en el otro lado del Gobierno. Estoy muy agradecida.

¿Cómo ve desde esa calma, retirada de la vida política, todo el ruido que genera el Congreso?

Está en decibelios inentendibles.

¿Tiene solución esa crispación?

Sí, la autocontención. Espero que esto tenga un límite porque es irrespirable.

¿Le ha sorprendido lo que le ha ocurrido a José Luis Ábalos?

 Cuando estamos hablando de cosas que afectan a derechos y al honor de la gente, ahí no entro nunca. Ábalos no está en ninguna causa ni está en ninguna cosa. Está de diputado en el grupo mixto, pero no está en nada a estas horas.

 ¿Entonces por qué actuó así con él el PSOE?

Mi partido es un partido muy riguroso en estas cosas. El PSOE reacciona rápidamente cuando alguien no ha hecho las cosas bien y cuando eso puede dañar a los intereses públicos y a los de las siglas. 

El tema de la semana es el anuncio de Pedro Sánchez sobre si sigue o no al frente del Gobierno. ¿Qué opinión le merece?

En el terreno estrictamente humano, la comprensión. Son situaciones difíciles. En el terreno estrictamente personal hay que estar, nada más. Y por lo demás, lo que yo sí creo en términos cívicos, como ciudadana, es que España tiene una historia muy corta de democracia. Solo 45 años de democracia estable. Creo que los logros nunca están garantizados. Que la democracia es un sistema muy complejo, muy delicado, de derechos, de libertades, de instituciones, de pesos y contrapesos, en el que todos deberíamos de participar. Hablar y debatir siempre sobre la verdad, aunque tengamos posiciones distintas, pero no pervertir la realidad. Obligatoriamente con los valores de nuestra Constitución, que son solidaridad, igualdad y libertad, pero eso son emociones que te llevan siempre a la humanidad, al respeto, al sentido común, a la buena educación y a la compasión también, porque la compasión es la posibilidad en la que cualquier ser humano digno se coloca cuando sabe que el otro está librando también sus batallas y que las batallas se parecen al final mucho y que te puedes poner en su pellejo perfectamente. No podemos saltar tantas barreras y tantos límites tan rápidamente teniendo en cuenta la historia del siglo XX español tan dura, y la historia tan brillante como la que hemos construido. Estamos llamados a contenernos, a respetarnos, a reconocernos. Y a cuidar la democracia, porque después de la democracia no hay nada mejor. Lo contrario de la democracia, viejo o nuevo, se llama dictadura, y se llama desaparición de los derechos.

Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado, en Córdoba.

Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado, en Córdoba. / MANUEL MURILLO

¿No percibe que estamos ante una situación muy complicada? 

Sí, pero vamos, tampoco es el fin del mundo. La Constitución y la democracia son un mecanismo de relojería. Cualquier situación está prevista. Así que desde ese punto de vista, hay que estar tranquilos: la democracia es una extraordinaria idea que dice básicamente que el origen del poder somos todos y todas, el pueblo soberano, y el fin del poder son nuestros derechos, nuestras libertades y nuestras vidas. Y eso que parece muy sencillo, pero que es muy complejo y que apenas se ha dado hasta el siglo XX a lo largo de la historia de la humanidad hay que organizarlo. Y organizarlo se llama Constitución y Estado de Derecho. Así que cualquier situación que podamos vivir la podemos resolver con las leyes en la mano. Por eso hay que cuidar tanto el modelo de Estado al que hemos llegado por fin en la historia de España. Por eso es tan importante la buena educación, la capacidad de saber dónde ya no puedes pasar. No puedes pasar porque está el otro. Y tú eres el límite del otro y el otro tiene un límite en ti. Y evidentemente eso tiene que ser así porque así es en la vida y así tiene que ser también en la política.

¿Qué cree que pasará el lunes?

No merece la pena hacer ningún vaticinio. Porque, repito, creo que tenemos que cuidar entre todos las instituciones y la democracia. Me parece que este debate es al que deberíamos entrar todos con mucha calma y con tranquilidad.

¿Cuál es según usted el debate que ha planteado Pedro Sánchez? 

El debate es que hay una vieja batalla contra la democracia. Sociológicamente está estudiado, siempre hay un cupo minoritario de personas que no son demócratas. El asunto está en que sean una minoría muy minoritaria, que no afecte, ni sea determinante para la vida política del país. Pero es una idea muy vieja, la del yo mando y ustedes me obedecéis, que la hemos visto a lo largo de la historia en muchas formas diferentes. Lo que ocurre es que ahora está adoptando formas nuevas: poner en cuestión los resultados de las urnas o asaltar el Capitolio. Hay que estar ojo avizor a defenderla. Hay también quienes piensan de manera un poco naif, que después de la democracia tal vez vendrán otras fórmulas, pero no hay más. La única alternativa a la democracia es la fórmula dictatorial, cualquiera que sea el esquema en el que se mueva. La gran idea de la democracia es que la convivencia tiene que ser pacífica y que las controversias hay que resolverlas por la vía del respeto. Eso no tiene para nosotros ya ningún secreto.

Llevamos solo 45 años practicándolo.

 Sí, pero lo que no puede abrirse paso es la idea de que esto está ya garantizado, que podemos tensionar todo lo que queramos, que podemos forzar todo lo que queramos, que esto va a resistir. No, no, porque aquí quienes resistimos somos todas las personas. Cuando una institución es fuerte es porque las personas que están en ella están cumpliendo con sus obligaciones. Cuando una institución tiene prestigio es porque las personas que están allí hacen el trabajo muy bien hecho. Y todas esas ideas parece que van en dirección contraria a esta especie de frivolidad peligrosa en la que andamos, esta especie de superficialidad en la que andamos en este país y en otros, donde hay poca gente con el trono en el hombro llevando lo que son valores que garantizan que podamos seguir siendo libres y que por diferente que pienses, el otro es igual que tú. Esos valores hay que sostenerlos, cuidarlos y exigírnoslos todos, todos los días.

¿Entiende las razones que han llevado a Pedro Sánchez a tomar la decisión?

No las conozco.

Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado, en Córdoba.

Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado, en Córdoba. / MANUEL MURILLO

¿Ha hablado con él?

De eso no puedo hablar. Lo que digo es que en el terreno de lo humano puedo entender todo. Y cada quién siente como siente y yo ahí no puedo entrar ni entro. Lo que sí hago es una reflexión general. Y la reflexión general es que así no mejoramos nada. Y que en política, como en la vida hay veces que te tienes que callar. Defiendo la compasión porque es la capacidad de decir: yo sé lo que le puede estar pasando a esta persona. Eso es lo único que nos hace humanos. ¿Cómo no vas a sentir compasión por cualquiera en una posición tan difícil?

¿Tiene derecho un presidente a plantear una prórroga de 5 días para tomar una decisión o es un acto irresponsable?

Repito, ahí no entro. Humanamente lo entiendo y, como han dicho algunos de mis compañeros de partido, vamos a respetar lo que esté pensando. Pero el debate sí es interesante y se puede separar de la figura del presidente. El debate es que tú sabes cuál es tu sitio y no lo pasas. En los tres poderes del Estado y en todos los lugares. El debate estaba ahí desde mucho antes. Hemos visto en dos meses cómo se ha agredido a un alcalde y a otro se lo ha dejado inconsciente. Por eso digo que yo no me adentro en nada en la figura del presidente del gobierno. Ni quiero, ni puedo.

¿Y qué opina de los que están diciendo que todo esto es una teatralización, una victimización? 

Repito que yo en ese debate no entro. Sí digo que necesitamos más humanidad en estas relaciones; que necesitamos compasión; respeto al otro; ética y estética. Eso se le puede aplicar al presidente hoy, y mañana a un alcalde del PP. 

El PP piensa que ustedes están dando el mismo trato a otras personas como Díaz Ayuso. 

En esas polémicas no entro. Lo que quiero decir es que la posición de dificultad humana en política la puedes entender. Y otra cosa muy diferente es lo que de verdad pueda estar ocurriendo. Lo interesante sería que aprovecháramos el debate sobre si esto puede seguir así. Yo no he llegado a esos extremos en todos los años que llevo en política. 

Pero ahí reparte culpas, ¿no? Es un clima generalizado entre la clase política. 

Hay un clima y ese clima tiene que acabarse. No voy evidentemente a adentrarme más, porque lo vivo como ciudadana.

No ha expresado, como sí han hecho la mayoría de sus compañeros de filas, un mensaje de apoyo expreso al presidente. 

No, es que no puedo. Presido un órgano del Estado donde abrimos debates jurídicos en posiciones distintas y hay miembros nombrados por el PP.

Entiendo que Carmen Calvo se expresaría de otro modo en su faceta como militante. 

Yo sigo siendo militante y tengo derecho a serlo. No entro en las guerras políticas, pero sí tengo que hacer una reflexión cívica sobre todo esto.