«La movilidad docente es una herramienta fundamental»

José Antonio López Castro es profesor del Departamento de Estadística, Econometría, Investigación Operativa, Organización de Empresas y Economía Aplicada de la Universidad de Córdoba y es el primer docente en hacer una movilidad Erasmus KA171 a la Universidad Tecnológica de Malasia.

¿Cómo surgió la idea de ir a Malasia?

En el mundo globalizado de la educación, la movilidad docente se ha convertido en una herramienta fundamental para expandir horizontes y enriquecer la experiencia académica. Realicé mi primera movilidad como docente el pasado curso en Budapest (Hungría) y la verdad que fue una muy buena experiencia. Así que una vez vi los destinos disponibles para la siguiente movilidad conocí la opción de Malasia. Al principio, la idea de atravesar medio mundo parecía una locura. Sin embargo, una vez establecido el contacto inicial con la Universidad de destino y tras sumergirme en la investigación sobre el país, la locura se transformó en fascinación. Este tipo de movilidad docente, más allá de ser una experiencia académica, se convierte en una ventana abierta al intercambio cultural y al entendimiento global.

¿Cuál fue el objeto de su visita?

La misión era mostrar cómo el modelo del sistema cooperativo en Andalucía se transforma con cambios y mejoras concretas. Visitamos en Malasia empresas lideradas por antiguos alumnos de la universidad anfitriona, y entre ellas, una productora de miel nos reveló la magia de la innovación. Los exalumnos habían implantado un sistema novedoso, patentado y gestado en las aulas que, ahora, endulza los paladares de consumidores en todo el país. Este proyecto me ha enseñado que la educación va más allá de las aulas y los libros. La simbiosis entre la teoría y la práctica empresarial es la clave para formar mentes preparadas y visionarias.

Imagino que hay diferencias entre el sistema de Educación Superior malayo y el nuestro. ¿O no tanto?

La pedagogía de esta escuela de negocios destaca por su enfoque dinámico y práctico. El método del caso se erige como el eje central, desafiando a los estudiantes a aplicar sus conocimientos teóricos a situaciones empresariales reales. El análisis profundo de la realidad económica se convierte en la brújula que guía la formación de disciplina económica y habilidades de gestión. En este ambiente académico, cada clase se convierte en una ventana abierta a la diversidad de perspectivas y enfoques empresariales. La fusión de culturas no solo enriquece las discusiones en el aula, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentar los desafíos globales con una mentalidad abierta y adaptativa.

¿Qué es lo más positivo que ha sacado de la experiencia?

El valor de esta travesía va más allá del propio intercambio académico. La experiencia de salir de nuestra zona de confort se revela como un tesoro invaluable. Sumergirme en una cultura tan distinta a la europea ha sido como abrir una puerta a un universo paralelo, donde las perspectivas y enfoques hacia la vida y los negocios son radicalmente diferentes. El contraste con la mentalidad europea es evidente, y es precisamente en este choque cultural donde reside la riqueza de la experiencia.

¿Qué le ha aportado a su docencia la experiencia?

Este viaje actúa como una ventana abierta hacia la comprensión del funcionamiento global del mundo a nivel económico y empresarial. Las prácticas y las dinámicas comerciales que experimento en este nuevo entorno se vuelven valiosas lecciones que enriquecen mi bagaje como educador. Comprender las sutilezas y las complejidades de la economía en una cultura diferente se traduce en una mejora directa en mi capacidad para guiar a mis estudiantes y futuros profesionales. Como docente, mi función va más allá de la mera transmisión de conocimientos. Se trata de ser un faro que ilumina el camino para los estudiantes que se embarcan en su viaje hacia convertirse en economistas y empresarios.

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