La Pasión en Córdoba

Las centenarias fotos de la Mananta de Puente Genil

Antonio Linares fue uno de los pioneros de la fotografía en Puente Genil. En más de 20 años de profesión, su cámara realizó un maravilloso retrato de la Semana Mayor Pontanesa y de sus corporaciones bíblicas. Hoy, estas imágenes son un documento único y el más antiguo que se conserva en la provincia

Sin duda, la fotografía es uno de los grandes descubrimientos del siglo XIX y su poder, el de las imágenes, es universal y si cabe aún más potente en nuestros días de internet y redes sociales. Sin embargo, durante sus primeras décadas de vida, el invento de Daguerre estaba solo al alcance de las clases poderosas. Por ejemplo, en la Córdoba de 1844, retratarse podía costar el sueldo de un mes de un trabajador. Unos precios que en los pueblos cordobeses, donde este tipo de clientela era muy escasa, hacía inviable un negocio fotográfico. No será hasta las últimas décadas del siglo XIX cuando los retratistas comiencen a abrir los primeros estudios en las localidades medianas y pequeñas. A partir de la década de 1880, gracias a las nuevas placas al gelatino bromuro casi cualquier persona podía tener una fotografía

En nuestra provincia, uno de los pueblos con más tradición fotográfica es Puente Genil. Allí conocemos la existencia de retratistas profesionales en fechas muy tempranas, ya a principios de la década de 1860. En este periodo, Córdoba apenas contaba con tres retratistas estables y en la localidad del Genil hemos hallado dos primitivos retratos en formato tarjeta de visita, firmados por los fotógrafos pontaneses: Juan Montilla y Moral Sánchez. No obstante, el desarrollo de la profesión en la localidad es más tardío y está muy ligado a su Semana Santa y a sus populares corporaciones bíblicas. 

AMARRADO EL PASO DE JESÚS AMARRADO A LA COLUMNA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX.

EL PASO DE JESÚS AMARRADO A LA COLUMNA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. / ANTONIO LINARES ARCOS

Estas cofradías representan distintos pasajes del nuevo y del antiguo testamento en los desfiles procesionales de la localidad. Una tradición que los convierten en uno de los retablos pasionistas más singulares de toda España. Sus miembros, muy orgullosos de su identidad, solían retratarse asiduamente con sus ropajes, tanto de forma individual como en grupo. Este género fotográfico cofrade es único en Córdoba y nos aporta las fotografías más antiguas que se conocen de todas las semanas mayores de la provincia.

Muchas de estas instantáneas fueron realizadas por Antonio Linares Arcos (Granada 1867-Linares 1938), considerado como el primer fotógrafo de Puente Genil, como ya informaba en 1894 Antonio Aguilar y Cano, cronista de la villa. Linares llegó a la localidad ribereña del Genil junto a su familia, profesionales de la carpintería, a finales de la década de 1880 desde Málaga. Antonio trabajaba junto a su padre, José Linares Pérez, en su taller de la calle Romero 17. Allí, los Linares alcanzan cierto éxito profesional como ebanistas, realizando la urna de la cofradía del Santo Sepulcro. Pero será el azar quien conducirá a Antonio al mundo de la fotografía cuando un día, según narra su nieto Rufino Linares Gálvez, también fotógrafo, un retratista aparece por el taller familiar solicitando que le construyeran un chasis portanegativos para su cámara. Este encargo puso a Antonio en contacto con el mundo de la fotografía, que se convertiría en su gran pasión. No obstante, hoy, sus descendientes desconocen dónde pudo formarse profesionalmente.

En pocos años, Linares alcanza una gran madurez profesional, especializándose en el retrato de niños y en el de grupos. Una labor que simultanea algunos años con su oficio de ebanista, como indica el investigador Luis Velasco, hasta conseguir hacerse con una clientela que le permita mantenerse exclusivamente de la fotografía. En 1895, tras una riada que destroza el taller paterno y su galería, la familia se traslada a la localidad jiennense de Linares. Mientras, Antonio y su hermano Francisco rehacen su estudio, donde nace una de las sagas fotográficas andaluzas más importantes del siglo XX y cuyos descendientes han permanecido activos en la profesión hasta hace tan solo unos años. 

En 1907, el retratista amplía su negocio con una segunda galería en la casa de sus padres en Linares. Este lo compagina con el estudio pontanés gracias a la colaboración del resto de los miembros de la familia y a la excelente comunicación ferroviaria entre las dos localidades andaluzas. Una década más tarde, el fotógrafo abandona Puente Genil para instalarse definitivamente en Linares, donde formará a sus hijos en la profesión. Su hermano Francisco se instala en Sevilla y el hijo de éste, Antonio Linares García, hace lo propio en Córdoba a finales de la década de 1920. En su célebre galería de la Casa de las Columnas, en la calle Concepción, Antonio compagina el retrato, la fotografía social e incluso, durante la Guerra Civil, el fotoperiodismo. Una pasión por la imagen que también traslada a su hijo, Francisco Linares García, uno de los grandes maestros en el arte de la luz de la ciudad de Córdoba durante el siglo XX.

FIGURAS BÍBLICAS DESFILE PROCESIONAL DE LA CORPORACIÓN DE JUDEA EN LA DÉCADA DE 1910.

Desfile procesional de la Corporación de Judea en la década de 1910. / CÓRDOBA

Pero volviendo a Antonio Linares, sus instantáneas más interesantes son los grandes grupos de las corporaciones bíblicas de la Mananta. Unos retratos de enorme dificultad técnica que resuelve con gran maestría, a pesar de las enormes limitaciones de las grandes cámaras de cajón de la época. En ocasiones, la gran cantidad de miembros de las corporaciones le obliga a abandonar su estudio y realizar sus tomas en plena calle. Allí, el fotógrafo instala el trípode, una gran alfombra y un improvisado forillo de fondo aprovechando la abundante luz natural para retratar con detalle a estos pintorescos personajes. Pero su trabajo va más allá del retrato y Antonio se lanza a la calle a fotografiar toda la intensidad de las procesiones de la semana mayor pontanesa. 

Un reportaje en el que aflora el sentimiento cofrade de su pueblo gracias a su talento y al uso de una pequeña y rápida cámara estereoscópica que le permite captar unas instantáneas muy cercanas y llenas de espontaneidad. Sus imágenes son un documento gráfico único y de gran valor histórico documental. Un retrato colectivo de la Semana Santa pontanesa impresionante. Hoy, gracias a la donación de su familia, el legado fotográfico de Antonio se conserva íntegro en el Instituto de Estudios Giennenses y podemos disfrutar de cómo era la Mananta hace más de un siglo.

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