Opinión | Foro Romano

Por el firmamento a ras de tierra

Esta Semana Santa cordobesa donde las creencias se engalanan y la belleza se asienta en la carrera oficial

En el corazón de la Semana Santa. Unos nazarenos en el interior de la Mezquita de Córdoba.

En el corazón de la Semana Santa. Unos nazarenos en el interior de la Mezquita de Córdoba. / CÓRDOBA

El ser humano, a pesar de sus múltiples estados de debilidad, goza de momentos grandiosos, como, por ejemplo, colocar el firmamento a ras de tierra y construir el cielo en espacios que tocamos todos los días. Como va a ocurrir estos días en la parte de la Mezquita donde el Guadalquivir se une con el monumento más emblemático de la ciudad en esta celebración de la Semana Santa donde las creencias se engalanan y la belleza se asienta en la carrera oficial, que va desde la Puerta del Puente a la de Santa Catalina, pasando por el Triunfo de San Rafael, la Puerta del Perdón y el Patio de los Naranjos. Por esa zona de la Puerta del Espíritu Santo y la de San Ildefonso, dice un Carmelo Casaño cargado de vida, que hay dos letreros en árabe que dicen «en el nombre de Alá el santo, mandó el rey Alfonso XIII, Alá le fortalezca y le ayude, al ministro Lorenzo Rodríguez Pascual la restauración de la fachada de esta puerta que se hizo bajo la dirección del arquitecto Velázquez Bosco y se terminó con el auxilio de Alá en el año cuatro y novecientos mil del mesías». 

Eran todavía, según el ilustrado Carmelo Casaño, los tiempos de la Mosquée, cuando los únicos turistas que había eran los acompañantes de aquella chica que nos enseñaba las rodillas montada en un coche de caballos y que a la Iglesia no le interesaba en absoluto «que aquello fuera suyo para no tener que pagarlo». Y precisa el abogado, que esta semana ha presentado el libro Retablos de la memoria, «que no es una cuestión anticlerical, pero no me cabe a mí en la cabeza que las Pirámides de Egipto fueran de una secta islámica o el Partenón de la iglesia ortodoxa griega». Aunque lo que distingue a esta zona de los alrededores de la Mezquita -donde echaron raíces desde tiempos inmemoriales el poder y las creencias-- es la grandeza y el atractivo de su encanto. 

Por eso se ha establecido en el Palacio de Congresos, frente a la Mezquita, en el antiguo Hospital de San Sebastián, que exhibe una portada de ensueño, Aurelio Teno, un pintor y escultor que nació en las Minas del Soldado, en Villanueva del Duque --donde trabajó de minero mi abuelo materno y se enamoraron mi padre y mi madre-y levantó una escultura de Don Quijote ante el Kennedy Center de Washington, después de ganar un concurso en el que venció a Dalí. Ahora su obra se expone en este palacio de enfrente de la Mezquita hasta finales de abril, lo que culmina, según su hija, Mónica Teno, un largo camino que ha permitido la adquisición de una parte de la ingente producción pictórica y escultórica de su padre. Que muchas veces habíamos intentado ver en el monasterio de Pedrique, cerca de Villaharta, aunque en el término municipal de Pozoblanco, donde Teno instaló su taller y un museo de su obra. 

En El Viso de los Pedroches, pueblo al que estuvo ligado, existe igualmente un centro permanente de su arte. En el patio central del Palacio de Congresos, que gestiona Juan Salado, Don Quijote se manifiesta como un gigante soñador de letras sentado en un montón de libros y con la imaginación como acompañante, lo que le convierte en el caballero de Los Pedroches. Si pueden vean Valle Inclán y Julio Romero, una película de Mael producciones donde la imaginación transforma el dolor de la Semana Santa cordobesa en belleza y esplendor. Lo mismo que conviene ver y escuchar El Vito de Córdoba, de Planneo Córdoba Joven, donde mi paisano el tenor Pablo García-López interviene en esta joyita para oídos y ojos que buscan el arte. Que para algo nos hemos trasladado a la esencia de Córdoba, a ese espacio peatonal que van a recorrer como carrera oficial quienes buscan una Semana Santa donde la religiosidad no está peleada con el placer de la belleza, y de la sabiduría, lo que inevitablemente buscamos en la vida. Por eso nos ausentamos de la política de ahora, falta de belleza, compromiso y dignidad.

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