Una epidemia de soledad

La soledad deseada es un tesoro de la existencia humana. En ella buscamos y con frecuencia hallamos esos momentos en los que realmente somos nosotros y nos sentimos libres. En la soledad, se despliegan nuestros pensamientos, explota la imaginación, se desatan las más profundas emociones antes de diluirse en un mar de tranquilidad. Quienes se atreven a sumergirse en su oscuridad, reciben el premio de la paz más profunda. Si la soledad es deseada, no estamos solos.

Pero cuando vivir solo deja de ser satisfactorio, entonces la soledad se convierte en una cárcel, en un infierno. Y ahí podemos caer casi sin pretenderlo y sin darnos cuenta. La incapacidad de hacer amigos. Conexiones sociales que se van deshaciendo. Un traslado. Una jubilación. Una depresión. Una enfermedad que te postra. El alejamiento obligado de la familia. El creciente individualismo de nuestra sociedad. La terrible pérdida de tu pareja. Por razones obvias, la cara más terrible de la soledad se presenta a las personas mayores, porque hacia los últimos años se intensifican y acumulan todas esas casusas de la mala soledad. Tanto es así que, en estos tiempos en que las personas duran más y la sociedad en su conjunto es cada vez más envejecida, podríamos decir que nos enfrentamos a una verdadera epidemia de individuos solos e infelices. Y este problema social está ya en el centro de diversos estudios a nivel internacional que intentan analizar las razones y sobre todo las consecuencias de la soledad no deseada.

En un reciente estudio realizado por el Instituto Regenstrief y la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana, los científicos han encontraron que el 53 por ciento de los adultos mayores experimentan soledad no deseada. Además, los resultados del estudio sugieren que, cuando las personas mayores experimentan soledad, la salud física y mental determinantes de su calidad de vida se ve significativamente reducida. Según los autores, la primera respuesta obvia a este problema es que los médicos de atención primaria deberían evaluar la situación de soledad de sus pacientes, igual que se les pregunta si beben, si fuman o si tienen una buena alimentación. Porque la soledad es peor que fumar, el alcoholismo y la obesidad.

Para el estudio se aprovecharon las especiales circunstancias de la pandemia de covid-19, y se reclutó una gran muestra de pacientes mayores en los servicios de atención primaria. La pandemia agravó el problema de la soledad entre los mayores, pero una vez superada, el problema sigue intensificándose en todo el mundo occidental y agravando sus consecuencias.

Los investigadores entienden que se hace necesario que los médicos y demás personal sanitario de atención primaria proporcionen recursos a los pacientes para ayudar a abordar este problema, y discutan el tema de la soledad con sus pacientes mayores, con el objetivo final de proporcionarles recursos que les permitan construirse unas relaciones sociales que palíen su aislamiento. Una intervención efectiva sería lo que se conoce como Círculo de Amigos, que consiste en un modelo de rehabilitación psicosocial grupal durante tres meses, destinado a mejorar la interacción y la amistad entre los participantes. El modelo ha demostrado ser efectivo tanto en la reducción de la soledad como en la mejora de la salud, incluida la salud subjetiva, la cognición, la mortalidad, al tiempo que conduce a una reducción en los gastos de atención médica.

Nuestra civilización nos impulsa hacia una sociedad donde la soledad va camino de convertirse en clave de la felicidad y de la salud física y mental. Es esencial que prestemos la atención necesaria a este asunto, reconociendo que tarde o temprano, todos atravesamos momentos de soledad en nuestras vidas. Entender y abordar la soledad no solo es crucial para el bienestar individual, sino también para el tejido mismo de nuestra sociedad, que debe estar bien interconectada y mostrarse solidaria.

* Profesor de la UCO

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