Opinión | CALIGRAFÍA

Amnistía en su punto

Saben que adoro a Nabokov y muchas veces tengo ideas que igual no entiendo, aunque tener creencias no significa tener su comprensión --así Conrad--. Escribió, no recuerdo dónde, que aspiraba a que su obra influyera tan poco en su época como su época en su obra. Equivocadamente tal vez, yo evito en esta columna escribir de lo que está pasando hoy. Intento escribir cosas que dentro de ochenta años se lean igual, y no pueden apoyarse en algo que dentro de un año se olvidará. Respeto a los que lo hacen, porque influir es complicado, y es complicado confluir, por el esfuerzo que requiere. No existe la palabra exfluir, pero es lo que me gustaría hacer: salir del cauce y regar algún nuevo lugar, aunque es el gran río el que lleva el agua necesaria.

Pero acabo de oír a un ministro, por la voz creo que era el Sr. Bolaños, hablar de la amnistía a la que Junts ha votado que no. Parece que la amnistía es algo por lo que luchar y muy necesario. ¿Por qué? No lo era hace un tiempo. Pero oyendo al ministro, que pertenece a esa generación de políticos que son máquinas perfectas de empatía, androides espejo que ven a una víctima y su dolor lo sienten el doble; parece que es un anhelo del gobierno, por el que lucha el gobierno porque es bueno para todos, aunque lo cierto es que ha votado en contra Junts, que es quien lo pide, pero le parece poco. Se dice que hay que resolver una década completa perdida en Cataluña, pero en Cataluña el PIB per cápita en 2012 era de 25.804 euros y en 2022 lo fue de 32.550 euros. En Cataluña siguen editando libros, siguen teniendo paisajes maravillosos y gente inteligente, siguen teniendo restaurantes e industria y artistas, siguen trabajando y yendo a universidades de prestigio. ¿Cómo ha perdido su década el ciudadano medio, qué ha dejado de hacer en estos diez años o ha hecho peor? Porque el ministro dice que esto beneficiará a toda la sociedad, no sólo a cuatrocientos encausados. Y resulta enternecedor, porque simplemente el líder de un partido, por su personal inmunidad, ha puesto un precio, para volver como un semidiós dorado a su suelo, con un reluciente collar de orejas de sus enemigos reposando en el orgulloso pecho; y el que pedía la ley no la ha querido como el que pide un solomillo lo devuelve si está muy hecho. Puigdemont la quiere en su punto exacto, porque el solomillo es para él, no para el resto de la mesa.

«Es una ley muy trabajada». Como si el esfuerzo salvara algo, como si en vez de ministros fueran estudiantes de bachillerato racaneando décimas de un trabajo. ¿Y qué? La ley se hace en contra del criterio de muchos, para beneficiar a uno, y a ese uno, y tal vez también al Sr. Wagensberg, que se ha ido a Suiza a prepararse porque ser investigado le da ansiedad; le parece mal. Ya es triste tanto calvario para que no te oiga Dios. Y queda clara una cosa: son mucho mejores los políticos de Junts que los del gobierno. Además de la paliza inmisericorde que les están dando, ellos sí están haciendo aquello para lo que los votaron.

** Abogado

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