Opinión | FORO ROMANO

La Sala Orive y Cosmopoética

Los caminos de la cultura de esta Córdoba del siglo XXI han mirado para atrás y se han vuelto tan genuinos y auténticos como los de aquellos paisanos que se divertían al lado del circo romano, pasando el templo, más allá de San Pablo, junto a los campos de San Andrés y San Lorenzo donde mucho tiempo después aparecería, como un milagro de la civilización, la Sala Orive, que exhibe las heridas del terremoto de Lisboa como un síntoma de unión entre el arte religioso y el profano.

Y la leyenda, según la cual, el comendador, que habitaba este palacio, perdió a su hija, presa en su sótano, desde donde se escuchan cada noche los llantos del padre y se ve una sombra misteriosa, la de la hija, que diariamente recorre la casa. Esos milagros imprevistos de la historia se han venido a agrandar con Cosmopoética, un empeño de los hombres y mujeres de letras de Córdoba que tratan de rentabilizar este evento para la ciudad, aunque a veces sin poder librarse del endiosamiento de poetas, escritores y gentes que caminan sobre flores de letras y esperan atentos a que los llamen. Pero eso es otra cosa, lo auténtico es que por donde los romanos se divertían con su circo esta Córdoba de ahora se para a reflexionar y a disfrutar de la literatura, sea en prosa o en verso. Ocurrió con la puesta en escena, es un decir, de Antonio Muñoz Molina, el pasado miércoles en esa zona donde la ciudad ha descubierto que las huertas, los árboles frutales y los sonidos cercanos de un cine de verano, como los del Coliseo San Andrés, o los cánticos religiosos de la iglesia del mismo nombre, son el auténtico escenario del arte literario.

El interior de la sala se llenó de gentes amantes de Cosmopoética y de Muñoz Molina, uno de los andaluces de Jaén que más se parece a nosotros, aunque haya vivido en Nueva York, pese a que hacerlo en ese espacio del mundo fuera como si habitaras tu pueblo, según me confesó Carlos Cano una tarde en una cafetería de Sevilla cuando volvía de sus operaciones de corazón. La Sala Orive se agrandó fuera de sus muros, ahora que le han alargado sus espacios con esa callejilla interior que llega hasta el Ayuntamiento. Y Muñoz Molina criticó el inútil y excesivo uso de anglicismos que llaman, por ejemplo, Ceo a lo que en español denominamos jefe o director ejecutivo, o coach, cuando aquí decimos entrenador.

Claro, que quizá más difícil sea ponerse en el currículum escritor, que no conozco escuela o universidad donde expidan tal título (en las páginas de Opinión de los periódicos se le ponía escritor al que no aportaba profesión o historial). Quizá por eso el recordado y querido Antonio Ramos, exdirector de este periódico y recientemente fallecido, ponía debajo de sus escritos y firmaba sus libros como periodista, su profesión, no como escritor, que para eso no hay carrera. La Cosmopoética de Orive se ha hecho tan robusta e imprescindible como el arte renacentista del palacio de los Villalones o el festivo de Panem et circenses del circo romano. Quizá su director, Antonio Agredano, le haya conferido un estilo muy propio de su forma de escribir, tan libre y especial como el descanso en una actuación de Deneuve o tan expectante como la prórroga de un partido de fútbol.

Estamos en tiempos que, como en el Vaticano, es posible que todo cambie a mejor. Lo dice el papa Francisco a la Iglesia en su sínodo actual, que deje de mirar al pasado y que se ponga a dialogar, con mujeres dentro de sus extensos y ocultos ámbitos de poder. Muy lejos me lo fiáis. Aunque quizá no tanto como la actual apariencia de la Ermita de la Aurora de la calle de la Feria, que de espacio cultural está pasando a basurero, por su abandono.

Menos mal que Córdoba, ciudad de las ideas sigue promocionando a sus artistas y repartiendo sus ayudas a la creación, nada fácil en un mundo donde a veces hasta la política se entiende como la consecución de un lugar donde salir todos los días en el periódico, o en las redes sociales.

Menos mal que Córdoba ha descubierto parte de su esencia en la historia de Orive, un espacio cultural cerca del circo romano que ha renovado Cosmopoética.

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