Opinión | GUADALQUIVIR

Sabia elección

En el año 2022 vinieron al mundo en Palma del Río 144 niños. Sus padres, por la razón que sea, han elegido sus nombres, que serán su identificación en la sociedad. Esos niños y niñas se nombrarán, entre otros, por Ibrahim, una variante del hebreo Abraham; Sinai, la península de Sinaí entre África y Asia; Dylan, de origen mitológico galés; la pequeña Yumara, nombre árabe y hermosa princesa; con origen griego han registrado a una niña como Ariadna; prosiguen los novedosos nombres como Yanaimi, Adara, Mía, Liam, Enzo, Aaron, Daila, Samira, Aday, Nassim... y, por supuesto, sobreviven los nombres más tradicionales junto a combinaciones de todo tipo. De los 144, tan solo una niña fue registrada con el nombre Belén, la patrona de la ciudad.

Sus padres, hermanitos, abuelos, familiares y amigos acompañaron en su primera infancia a estos niños para sembrar un árbol en el sendero de la margen izquierda del río Guadalquivir, camino del río Retortillo. La arboleda fue identificada con los nombres de unos pequeños que han venido a un mundo con expectativas de grandes cambios. Sus padres, mientras plantaban el arbolito, pensarían qué futuro quieren para sus hijos. No dudo que desean un mundo mejor, que puedan crecer sanos, recibir una educación en valores, que aspiren a mejorar su calidad de vida y que participen de la vida del pueblo.

Esos niños y niñas, aún no pueden caminar, requieren de los cuidados de sus progenitores y allegados; aún no saben hablar, pero aprenderán de las palabras, caricias y mimos que reciban. Pero ya saben amar. Tienden sus brazos para recibir cariño, te sonríen, te miran fijamente, lloran cuando no se les comprenden y juegan con los dedos de sus pies, la nariz de su padre, el remolino de pelo de mamá, las carantoñas de sus abuelos y los lametones del perro. Son y serán, el amor de tu vida. Y por ello, por un hijo, se desviven los padres y madres del mundo. Qué más da el nombre, lo que importa es el hombre y la mujer que vienen al mundo y si el poeta escribió «Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza. Españolito que vienes al mundo te guarde Dios». Afortunadamente, nadie te helará corazón. Vivimos en democracia y el próximo 28 de mayo sembraremos un nuevo árbol de amor y concordia.

** Escritor

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