Opinión | TRIBUNA ABIERTA

Ignacio y su médico de familia

Consideraba que ponía orden en la información que recibía de otros especialistas

Al día siguiente de cumplir sesenta y cinco años, Ignacio ingresó en el hospital. Se había resistido un poco: las navidades estaban cerca y temía no pasarlas en su casa, como así fue. Llevaba treinta años enfermo, con una de esas dolencias que al cronificarse van afectando a más y más órganos del cuerpo. Pensó, pensamos, que en unos días volvería a casa, pero los síntomas, cada vez más intensos y frecuentes, decían otra cosa. Dos semanas después su estado ya era irreversible. Llegó un momento en que la alternativa era aliviar su sufrimiento mediante la sedación o instaurar un tratamiento más agresivo con resultados inciertos. Dada su lucidez, él debía indicar qué camino seguir. La médico responsable le aconsejó que no tomara la decisión solo, que hablara con alguien de su confianza. Ignacio llamó a su médico de familia.

Ignacio había consultado durante años en ese hospital. Conocía a médicos de distintas especialidades que lo seguían atendiendo. Los que lo trataron coincidían en que era un buen paciente, respetuoso y educado. Si tenía discrepancias con la atención sanitaria, procuraba no perder de vista la situación del profesional y conocía los estragos de la pandemia del covid en todo el sistema. Sin embargo, quien le daba más seguridad era el médico de familia. Consideraba que ponía orden en la información que recibía de otros especialistas, a veces tan difícil de gestionar; que conocía a su familia y el impacto que su enfermedad tenía en ella; que sabía de sus miedos y expectativas y, sobre todo, que era capaz de verlo como una persona en su totalidad, más que una o varias enfermedades. En él se veía reflejado todo entero. Por eso le pidió su criterio para tomar la decisión que quizá fue la más importante de su vida: cómo y cuándo morir.

La importancia de la Atención Primaria y del papel del médico de familia, trascienden la anécdota de un caso particular y están reflejados en estudios recientes, como el realizado en Noruega que revisó los registros de datos relativos a la salud de cuatro millones y medio de ciudadanos (la población total no alcanza los seis millones) durante más de quince años. Llegaron a la conclusión de que mantener al mismo médico de cabecera durante un tiempo prolongado, disminuye las visitas a urgencias, los ingresos hospitalarios y la mortalidad. Es decir, mantener la continuidad de la atención en el tiempo por el mismo médico de atención primaria previene descompensaciones del estado de salud y, a mayor continuidad, mayor mejoría. Esta realidad es aplicable a otros profesionales sanitarios, cuya articulación en equipos constituye el núcleo de la Atención Primaria.

El modelo de Atención Primaria, además, previene el uso de pruebas diagnósticas innecesarias y la prescripción excesiva de medicamentos, racionalizando el gasto en beneficio de todos, de una atención universal. ¿Será por eso que se está dejando caer? ¿No es un buen modelo de negocio? Reducir más y más su financiación, no velar por una buena gestión de los recursos, facilitar el trasvase de éstos al sector privado, mentir sobre su orientación (¿modelo cubano?) o intentar enfrentar a los distintos profesionales en lugar de buscar la cooperación entre ellos, parece más un intento de hacer desaparecer esta forma de abordar la salud de los ciudadanos que cualquier otra posibilidad.

Ignacio pasó la mitad de su vida enfermo y sentía un profundo agradecimiento hacia el sistema público de salud que le permitió afrontarlo sin caer en la ruina económica que habría tenido en un país en el que no existiera un sistema similar. Sus hijas pudieron estudiar, sus necesidades básicas nunca se resintieron y, a pesar de que su enfermedad no tuvo cura y se cronificó, siempre fue atendido y escuchado. Tuvo que pasar por distintos servicios hospitalarios, por muchos especialistas diferentes, pero el ancla, lo que estabilizaba su estado físico y mental, estaba en su centro de salud. Por eso llamó a su médico de familia.

* Psiquiatra

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