POESÍA

Como un espejo espiritual

Fragmento del libro de poesía 'Como un espejo espiritual'.

Fragmento del libro de poesía 'Como un espejo espiritual'. / CÓRDOBA

Manuel Gahete

Manuel Gahete

Aunque en algún momento pudiera darse una asociación entre poesía mística y poesía religiosa, porque ambas responden al ámbito de lo espiritual, lo cierto es que cada una de ellas tiene su propio carácter. La experiencia mística viene a ser como un encuentro con la divinidad en el interior del alma, infundido ‘gratis et amore’ por Dios, aunque el hombre puede aproximarse gradualmente a ese encuentro mediante la ascesis. El jesuita Jerónimo Seisdedos Sanz, en su obra Principios fundamentales de la mística, apuntaba que la palabra «mística» debería aplicarse para designar estrictamente «las relaciones sobrenaturales, secretas, por las cuales eleva Dios a la criatura sobre las limitaciones de su naturaleza y la hace conocer un mundo superior, al que es imposible llegar por las fuerzas naturales ni por las ordinarias de la Gracia». Frente a la poesía mística, la religiosa trata temas inmanentes, más cercanos a los planteamientos morales o éticos que a la inefable trascendencia, aunque teniendo siempre este horizonte como inexcusable referente. Más que introspectiva, la poesía religiosa respira un aroma de conmemoración festiva; pero también se acerca con todo el poder de la naturaleza humana a mostrar las emociones íntimas de los hombres y mujeres, sufrientes en esta vida. No es posible la separación de esta dualidad; sin embargo, no siempre la literatura –y en consecuencia tampoco la vida– ha respondido a esta premisa insoslayable, dando prioridad a la hiperdulía como culmen en detrimento de la filantropía y el altruismo.

Esto no ocurre en esta obra necesaria. Como en un espejo. Antología de poesía espiritual se mueve en diferentes ámbitos de discurso porque son diversas las experiencias de los poetas y muy distinta también la concepción de la poesía. Su germen radica en las palabras de María Luz Escuín, de las que participa también la coeditora Mercedes Castro, al observar el resurgimiento de la poesía espiritual, avalado por la publicación de antologías de este carácter en editoriales tan prestigiosas como Adonais y Renacimiento. Y serán estas dos mujeres, dos poetas venidas de León y Granada, quienes persigan su rastro en la ciudad de Córdoba. Grande fue su sorpresa al comprobar la atracción que despertaba y el interés por participar de relevantes personalidades poéticas: Francisco Carrasco nos conduce a la trascendencia a través de la contemplación de lo creado. Carlos Clementson integra en sus poemas teología e historia, lo universal y lo local, humanismo y literatura. Juana Castro nos acerca al dolor, a la soledad y, en temblor aterido, a la esperanza. Soledad Zurera nos enfrenta al litigio entre la infinitud y lo efímero, la claridad del espíritu y la oscuridad de la materia. Alfredo Jurado reclama el amor universal, la travesía vital que nos hermana en la conquista de la redención. María Luz Escuín explora las formas misteriosas de la plenitud desde el abismo de lo irracional. Mercedes Castro nos adentra en la desazón del ser humano abriendo cauces donde confluyan todos «los que te buscamos ciegamente». Manuel Sanchiz se interroga sobre la aporía de las verdades absolutas que nos arrastra a la incertidumbre. Manuel Gahete se debate entre el alegato y la súplica, el clamor y el silencio. Antonio Varo Baena suscita la paradoja de lo afable y lo ingrato en la inefable existencia de Dios. Rafaela Hames acude al poder de la voz cósmica y la armonía de la naturaleza con pasmosa lucidez. Pilar Sanabria devana su depurado pensamiento en un cruce álgido de exaltación y angustia. Araceli Sánchez Franco se repliega en la hondura de su corazón en un desesperado lance que ansía el abrazo entre todos los hombres. María José Mures se refugia en la memoria de la niebla donde a veces se halla un atisbo de luz. Jorge Rafael Colmenero planea sobre las formas del vacío a fin de prender todos los espejismos del misterio. Daniel Cotta nos toca las fibras más sensibles con su especial manera de entender la vida y la poesía. José Daniel García completa esta búsqueda literaria del deseo o el encuentro con la fe que nos funde y nos disgrega, llevándonos a reflexionar sobre otra soledad aún más aguda y más impenetrable, la soledad de Dios que sigue necesitando a alguien que lo escuche, especialmente en este tiempo de incomunicación en el que el ruido no nos permite escuchar cuando responde.

‘Como un espejo. Antología de poesía espiritual’.

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