POESÍA

La poesía completa de Miguel Hernández

Alianza Editorial reimprime la ‘Obra poética completa’ del escritor con introducción y estudios de Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia

Miguel Hernández lee poemas a soldados republicanos. | CÓRDOBA

Miguel Hernández lee poemas a soldados republicanos. | CÓRDOBA / Francisco Morales Lomas

En el recorrido vital que realizan Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia van mostrando los grandes hitos del camino. Destacan no solo el paisaje sino el medio ambiente en el que vive el autor alicantino como fundamentales, la luz, el color de la huerta, las costumbres, la tradición levítica... y el modestísimo lugar de la familia. Para el padre, Miguel Hernández Sánchez, el tener un hijo con vocación artística fue una suerte de «desacomodo». Siempre se habló de las primeras amistades en su formación y, sobre todo, la de José Marín Gutiérrez, ‘Ramón Sijé’, con ‘El gallo crisis’. Serán sus amigos, precisamente, quienes reúnen el dinero para pagarle el billete a la capital en 1931.

Publica en 1933 su primer libro, ‘Perito en lunas’, y regresa a Madrid en marzo de 1934. Ya se encontrará con Carmen Conde, García Lorca, Aleixandre, Neruda... Es un joven muy preparado con amplia ilustración, de extraordinaria inteligencia y un profundo conocimiento del idioma. Comenzará a colaborar en las Misiones Pedagógicas por pueblos y ciudades, también con Cossío en la redacción del diccionario taurino. Nos hablan de la familia de su mujer Josefina Manresa, su padre guardia civil, el homenaje a Aleixandre, la muerte de su suegro como consecuencia de una sublevación ya el 13 de agosto del 36, el alistamiento en el Quinto Regimiento, el trabajo en ‘El mono azul’, ‘Hora de poesía’... Y el cambio de su poesía: «El empujón definitivo que me arrastró a esgrimir mi poesía en forma de arma me lo dieron aquel iluminado 18 de julio. Intuí, sentí venir contra mi vida, como un gran aire, al gran tragedia». Fue muy intensa su actividad durante la guerra escribiendo poemas, artículos, obras de teatro. Contrae también matrimonio en 1937 con Josefina (al cabo de los años, quién lo diría acabaría toda la obra en su pueblo de Quesada, en Jaén, gracias a la labor de la Diputación provincial) y el 19 de diciembre nace su primer hijo, que morirá antes de cumplir un año y al que dedicará ‘Cancionero’ y ‘Romancero de ausencias’, un libro hermoso.

Después, en 1939 nacerá su segundo hijo y es derrotado el ejército republicano. Más tarde su detención y el paso por cárceles de Huelva, Sevilla, Madrid... Su salida de la cárcel (al parecer gracias a las gestiones que desde París hizo Neruda) y su detención de nuevo con la condena a muerte. Apoyo de escritores (Cossío, Ridruejo, Sánchez Mazas...), recursos, el penal de Ocaña, la tuberculosis en 1942 y la muerte. Dicen los autores del prólogo: «Miguel nunca dejó de sufrir. Él era un muchacho alegre y sencillo, pero la vida no le resultó fácil».

La edición actual

En las notas sobre la edición se dice que había dejado muchos poemas fuera de sus libros en revistas, unos y otros totalmente inéditos que ahora se recuperan, y se preguntan por qué no lo hizo entonces, quizá «intervienen los azares editoriales, pero no lo es menos que el poeta selecciona su material en función de múltiples causas. A veces destruye lo desechado, otras lo conserva con ulteriores fines de reelaboración...». Los autores de la edición quieren ser fieles a su memoria, de ahí que la edición haya sido ordenada «sobre un esquema algo distinto del que sirvió de base a ediciones no nuestras. Este esquema tiene seis grandes líneas: los cuatro libros que Miguel dejó completos y los dos grupos finales, para los que, si no dictó ordenación, si acumulo un material específico». Así, en el ciclo de ‘Perito en lunas’, en esta edición se integran octavas reales que no aparecían en ‘Obras completas’, en la edición de Buenos Aires de 1960. También se integran algunas canciones dispersas en el ‘Cancionero’ y ‘Romanceros de ausencias’. Y se curan en salud en lo del título de completas pues creen que puede que ofrezca dudas porque «no es imposible que exista todavía alguna pieza más o menos perdida, más o menos guardada». Finalmente, recomiendan una serie de autores para completar la biografía de Miguel Hernández como Guerreo Zamora, Zardoya, Balcels, Morelli, Puccini, Cano Ballesta...

Enseguida se suceden todos los libros y poemas de Hernández escritos cronológicamente, ‘Perito en lunas’, de principios de 1933, con una estética preciosista, libro gozoso en la estela de Góngora y los ismos de la generación del 27, con gran plasticidad e imágenes visuales, temas sexuales con abundancia metafórica y la presencia ya de la muerte, las lunas como metáfora: perito en lunas, es decir, perito en poemas: «Busca ofrecerse como un poeta culto y ya no primitivo». Sijé, en el prólogo, decía que su poesía era: «trasmutación, milagro y virtud». A estos XLII poemas los editores añaden «Otros poemas son incluidos en libro (I)», donde advierten de los neologismos, el vocabulario gongorino, el apoyo culturalista e incluso la incursión en el surrealismo. Así como ‘Poemas varios’ (1933-1934), que muestran el barroquismo descriptivo, pero también alguna cercanía al conceptismo, la artificiosidad y la riqueza del vocabulario hortícola y agreste tanto como los menesteres domésticos y la presencia de la égloga (Fray Luis y Garcilaso), pero también de la décima (Jorge Guillén), la presencia del tema taurino, los poemas de tipo religioso, los amorosos dedicados a Josefina, la presencia de Quevedo y el hecho de que se va dando cuenta de que no basta con el juego estético, sino que se debe aspirar a transformar la realidad: «El poeta no va a plasmar sensaciones, sino sentimientos».

Su siguiente obra será ‘El rayo que no cesa’ (1934-1935), un libro central y mayor de enorme calidad, un libro de amor atormentado donde «acude desde la más elemental anécdota a teñir de humanidad el poema». Son un prodigio de perfección sus sonetos cercanos a Quevedo, con aire surrealista y profunda conciencia de su obra.

A él le sigue ‘El silbo vulnerado’ (1934-1935), veintisiete sonetos y un poema en heptasílabos, con poemas de ambiente taurino: «Aquí me tiene usted rodeado de cuernos por todas parte menos por una: la de los días en que mando a la puñeta el trabajo», le decía a Cossío en 1935. A este seguirán «Poemas no incluidos en libro (II)», aunque según los autores de la edición revisten una importancia extraordinaria. Y van surgiendo esos poemas de declarada impureza que cantan al hombre y lo defienden desde una profunda humanidad.

Como bien señalan Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia, a partir de ‘Vientos del pueblo’ (1937), la poesía impura se hace camino: «la poesía es esencia misma del pueblo y tiene su raíz en la tierra; que el poeta es intérprete de sentimientos colectivos». Dedica este libro a Aleixandre y en su dedicatoria habla de que «nos ha hecho poeta la vida junto a todos los hombres» y también que cada poeta cuando «muere deja en manos de otro, como una herencia». Una poesía que está al servicio de la lucha y al mismo tiempo de alabanza y condena «que pretende asumir los sufrimientos y esperanzas de una colectividad y alzarlos en el poema».

Su siguiente obra ‘El hombre acecha’ (1937-38) sigue en la misma estela y si antes buscaba el goce estético en la naturaleza ahora lo busca en planes de desarrollo industrial buscando el goce político, pero también hay piezas que conmueven como en «El tren de los heridos» o «Llamo a los poetas», donde surge la solidaridad entre poeta y pueblo. Este poemario lo dedica a su otro gran amigo, Pablo Neruda: «Tú preguntas por el corazón y yo también», dirá en la dedicatoria. Una poesía donde despliega el dolor y un instinto feroz, tanto como desaliento y utopía entusiasta, con algunos poemas muy fuera de tono y llenos de agresividad como «Los hombres viejos», donde se manifiesta una humanidad siempre dolorida.

Pero también hacen referencia los editores a los «Poemas no incluidos en libro (III) (1937-1939)», donde aparecen poemas extraordinarios como «Hijo de la luz y la sombra», y la trascendencia de temas habituales en su obra: lo amoroso (erótico-sexual), el tema del hijo, lo telúrico del paisaje y el tema de la maternidad.

‘Cancionero y romancero de ausencias’

Un cambio significativo de tipo formal y desde la perspectiva del propio sujeto, ahora más íntimo y personal, es ‘Cancionero y romancero de ausencias’ (1938-1941), que se inició como un homenaje a la muerte del hijo y donde vida, amor y muerte están presentes junto a ese aire popular de copla y canción que muestran una honda emoción creada por la síntesis conceptual y lingüística y la eliminación de signos gráficos, aunque los elementos habituales en él como el fatalismo, la desesperación o el amor a la mujer o el hijo persisten en una lírica más individualista, sincera y profunda. Por último, en el «Apéndice. Primeros poemas» reúnen Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia un buen número de poemas sueltos que no pertenecen a libro alguno: «Son labor de un adolescente y de un joven impulsado por una irrefrenable vocación que ha empezado a manifestarse en la escuela», donde mezcla temas románticos, realistas, modernista y regionales y sigue a Zorrilla, Espronceda, Campoamor, Bécquer, Rubén Darío, Salvador Rueda... También surge la poesía bucólica y donde muestra una facilidad asombrosa en el tratamiento del verso. En definitiva, una obra rica, profunda, vital y siempre abierta al pueblo y a la fortaleza de la palabra.

‘Obra poética completa’.

Autor: Miguel Hernández.

Editorial: Alianza Editorial. Madrid, 2022 (tercera reimpresión).

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Desde que en 1976 se publicara la ‘Obra poética completa’ de Miguel Hernández hasta la actualidad se han llevado a cabo hasta once ediciones y reimpresiones, la última de 2022, a cargo de Leopoldo de Luis y su hijo Jorge Urrutia, que no solo hizo en su momento con su padre la introducción, estudios y notas, sino que también lleva a cabo ahora la edición revisada de esa poesía. Son 830 páginas que reúnen en una edición extraordinaria la obra de uno de los poetas esenciales del siglo XX en España. Como indica Jorge Urrutia en las palabras previas a esta edición, «durante los dos decenios inmediatos a la guerra civil solo aparecieron ‘El rayo que no cesa’, en 1949; ‘Seis poemas inéditos y nueve más’ y una ‘Antología poética’, en 1951, la ‘Obra escogida’ editada por Arturo del Hoyo en 1952 y una brevísima colección de prosas recogida por María Gracia Ifach, en 1958». Y todo ello por la mitología que podía encarnar para el franquismo su figura, de ahí este denostado silencio cuando al parecer dijo el dictador: «Otro caso Lorca». En esta nueva revisión de 2022 ya no está su padre, Leopoldo de Luis, por su fallecimiento en 2005 y que conoció personalmente a Miguel Hernández en 1936, y con el que planeó algunas cosas. Cuenta Jorge Urrutia que si su padre le pidió colaboración fue para que «una mirada más joven enfriase de alguna manera la emoción de quien recordaba al amigo». No es su propósito hacer una edición crítica, pero sí hay una textualidad correcta y un trabajo de depuración. Es consciente de la profundidad vital en los temas de Hernández en una poesía siempre profunda donde el amor, la muerte, la cotidianidad y los estigmas del paso del tiempo se encuentran presentes siendo el objetivo último que estén representadas las distintas épocas de la poesía de Hernández situadas en sus respectivos momentos y circunstancias.

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