Patrimonio local

El Ayuntamiento de Fuente Palmera recupera y peatonaliza el camino del Cerro de la Poza

El enclave forma parte de la Ruta de las Fuentes Carolinas, incluida en el programa Paisajes con Historia de la Diputación

Se acometerá una segunda fase por el redescubrimiento de una antigua fuentecilla  

Imagen de la zona de la Poza de Fuente Palmera

Imagen de la zona de la Poza de Fuente Palmera / GUZMÁN

Evaristo Guzmán

Evaristo Guzmán

El Ayuntamiento de Fuente Palmera ha llevado a cabo la primera fase del proyecto de recuperación del Cerro de la Poza, un lugar emblemático del municipio donde antiguamente los vecinos iban a por agua y utilizaban como punto de charla y encuentro. El coste aproximado de la actuación ha sido de 60.000 euros.

El objetivo es poner en valor este enclave rural que desde hace un par de años forma parte de la Ruta de las Fuentes Carolinas, primera ruta turística oficial de La Colonia, incluida en el programa Paisajes con Historia de la Diputación de Córdoba.

Las obras han consistido básicamente en adecentar el camino y colocar una estructura de forja en la base de la poza para resguardarla. Lo que no estaba previsto era que en las excavaciones saliera a la luz una antigua fuentecilla que ha obligado al consistorio, primero, a protegerla con una escollera de piedras para evitar derrumbes de tierra que la puedan deteriorar y a rodearla con unas talanqueras de madera, y segundo, a cambiar el proyecto.

De esta forma, se tuvo que eliminar la realización de un sendero en uno de los flancos del camino y optar por hacer este peatonal en su totalidad. Asimismo, la aparición del aliviadero provoca una segunda fase más amplia para incluirlo en los trabajos de embellecimiento del entorno, junto con la plantación de árboles y colocación de algún banco; además de la rehabilitación integral de la poza y la recuperación de unos cantareros destruidos por error en las obras. La actuación al completo convertirá el cerro en un espacio de recreo para disfrute de vecinos y visitantes.

En cuanto al cierre al tráfico de la vía, no perjudicará a ninguna de las fincas colindantes ya que tienen salida a otro camino más arriba que también lleva a la carretera de circunvalación de Fuente Palmera. No obstante, si algún propietario lo necesitara indispensablemente se habilitaría una salida para los vehículos.

El concejal de Cultura y Turismo, Quique González, espera que esta intervención suponga «un acicate más para el turismo de La Colonia de Fuente Palmera, pasando a ser otro elemento destacado en el patrimonio local». El Cerro de la Poza es una zona fundamental para conocer la historia cotidiana de Fuente Palmera, cuando los vecinos cruzaban el arroyo de la Plata Chica andando o con sus burros para subir la pequeña colina y llenar sus cántaros. “Queremos que el agua vuelva a ser protagonista de la historia colona y sus gentes”, apunta.

El redescubrimiento de la fuentecilla

No existen datos certeros, ni documentados ni de testimonios orales aportados por los vecinos de mayor edad, sobre qué se construyó primero, si la poza o la fuentecilla, pero es posible que ambas daten de finales del siglo XIX. Según explica Alejandro Bernabé Galán, arquitecto e investigador del patrimonio histórico e hidráulico del municipio, la poza reagrupaba mucha agua del cerro y en años lluviosos, aparecía el terreno más abajo empapado con una surgencia natural de agua que duraba meses.

“Posiblemente eso dio pie a ejecutar el aliviadero que se tiraba luego bastante tiempo brotando agua decantada del cerro. Esa agua era menos dura y de mejor calidad, según cuentan, que la de la Fuente Pública Mayor, seguramente por la gran cantidad de depósitos de grava que hay en ese cerro”, señala.

La fuentecilla presenta dos bocas de salida hechos con trozos de ejes de las antiguas carretas. La situada a más altura sería la primera que se utilizó y la segunda de mayor diámetro y más baja, posiblemente se hizo hace un siglo cuando se mejoró la canalización metiéndose una cañería de plomo por la atarjea que penetra por su espalda.

En las pozas rurales hechas en cotas superiores en terrenos con pendiente, se solía realizar este tipo de binomios para ahorrar la extracción del agua a mano durante algunos meses y que el ganado pudiera beber de forma más rápida y más cómoda la gran cantidad de agua que demandaba. Ya en verano o períodos de sequía, normalmente tocaba tirar de polipasto y cubeta. O polea y pellejo para extraer el agua de la poza y llenar las pilonas y los cántaros a mano.

Galán cree que es viable recuperar el agua de la poza. “Habría que descubrir de nuevo su acceso, colocar una puertecilla de seguridad bajo llave y limpiar el fondo del pozo de escombros y basuras para que vuelva a cargarse de agua. Lo que no sé es si con estos largos períodos de escasez de lluvias, cada vez más frecuentes, veremos alguna vez subir el nivel freático lo suficiente como para que el agua alimente a la atarjea de la fuentecilla y vuelva a echar agua desde el otoño hasta la primavera como antaño”, matiza.

Fue hace ya unos 22 ó 23 años cuando tapiaron la boca de la poza para evitar caídas y accidentes. Le taparon el ojal por donde se sacaba el agua, aunque por esa época no tenía agua porque su fondo ya estaba cegado de escombros y basura.

Sobre la intervención municipal en la zona, el arquitecto piensa que “todo lo que vaya en la dirección de su puesta en valor y asegurar este acervo hidráulico a las generaciones futuras, ha sido una buena decisión”.