TESTIMONIO

Cristina Ranz, abogada: más de 40 años dedicada al oficio de la abogacía

La abogada Cristina Ranz.

La abogada Cristina Ranz. / MANUEL MURILLO

Noelia Santos

Noelia Santos

Los abogados, claro está, también forman parte del sistema judicial. Los datos de la Universidad de Córdoba (UCO) evidencian que son más chicas las que estudian la carrera de Derecho que chicos, y eso se nota en los despachos. No lo hacía, eso sí, cuando Cristina Ranz empezó a ejercer. Lleva 44 años desarrollando su labor legal en Córdoba, aunque la carrera la estudió en Madrid. Recuerda que siempre quiso estudiar Derecho y que había algún antecedente familiar que se había dedicado a la justicia (su tatarabuelo, por ejemplo, era presidente de sala). También tenía claro que quería ser abogada, no quería estudiar una oposición. Con una UCO en ciernes cuando se lanzó al mundo universitario, Ranz estudió en la que la hoy se conoce como Universidad CEU San Pablo, en Madrid. «Predominaban los chicos», recuerda la abogada, que sí apostilla que en una clase de unas 40 personas había, al menos, 10 o 12 mujeres.

Estuvo trabajando como pasante antes, incluso, de acabar la carrera y luego formó parte del despacho de Antonio Guzmán Reina (que fue alcalde de Córdoba). Cuando Guzmán Reina murió, Ranz cuenta que «me lancé al ruedo y me independicé», es decir, fundó su propio despacho.

Cuando Ranz habla se refiere a sí misma como abogado, en masculino, y cuenta que nadie tiene que ver con un uso discrecional del lenguaje, sino que se debe a la costumbre, porque era así como se decía hasta hace muy poco tiempo.

Llevó muchos casos relacionados con la propiedad intelectual, pero cuando el tema de la piratería empezó a caer se dedicó, sobre todo, al derecho de familia. Además, también está capacitada como abogada rotal, es decir, que puede actuar ante un tribunal eclesiástico. Ranz ha sido y es maestra de abogados. Fue directora de la Escuela de Prácticas Jurídicas y en su despacho siempre se ha rodeado de letrados en ciernes. «Cuando alguno de mis alumnos me veían en los juicios y veían cómo me relacionaba con los que allí estaban me decían: ‘Hay que ver cómo te tratan’, siempre en el buen sentido.

Con su experiencia apoya los datos oficiales y ve que en la administración hay más mujeres que hombres. Recuerda cuándo llegó la primera jueza a Córdoba, en concreto a Posadas, y también rememora cómo se hacían corrillos para hablar sobre lo que era una rara avis en la época, una mujer vistiendo la toga.

Ranz comenta que, en su caso, «afortunadamente, nunca he sido discriminada». Eso sí, es consciente de que cómo la paridad se ha alcanzado los últimos años y de que antes la presencia de mujeres nada tenía que ver con la de ahora. Cuenta una anécdota en la que intervino en un juicio y algún compañero hombre comentó: «Mira, si la niña sabe», aunque asevera que no se lo tomó a mal y entiende que, al fin y al cabo, si lo dijeron es porque lo estaba haciendo bien.

Con sus compañeros siempre ha tenido buen trato, tanto en los juzgados como en el propio Colegio de la Abogacía (que cambió precisamente de nombre, antes era Colegio de Abogados, en busca de esa igualdad efectiva y real).

Recuerda con especial cariño a algunas compañeras, entre ellas, a la mítica Josefina Escobar, a la que califica como «la gran maestra». Y es que Escobar (fallecida en 2019 a los 89 años) fue la primera mujer abogada colegiada en Córdoba. Contaba Escobar a este periódico que tenía que estudiar más que sus compañeros varones «porque no quería hacer el ridículo delante de ellos» y también relataba que los inicios no fueron fáciles. Aun así, Ranz y Escobar, y muchas otras, iniciaron un camino que ya está plenamente despejado. 

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