FERIA TAURINA DE SAN ISIDRO

Esfuerzo y firmeza sin eco de Martínez y Molina en una desangelada novillada en Madrid

El ambiente invernal en pleno mayo no permitió que se valorase en su auténtica dimensión todo lo bueno que hicieron ambos novilleros

El novillero Jorge Molina este martes, en la feria de San Isidro de Madrid.

El novillero Jorge Molina este martes, en la feria de San Isidro de Madrid. / ZIPI ARAGÓN / EFE

Paco Aguado (Efe)

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Ganado: seis novillos de Montealto, dispares de hechuras, cabezas y volúmenes, y de juego también muy desigual, aunque en general deslucido y descastado. El primero, con noble calidad, pero medido de fuerzas, y el manejable cuarto fueron los de mayores opciones

Jorge Martínez: estocada trasera desprendida (ovación); estocada honda (ovación).

Jorge Molina: estocada delantera y descabello (ovación tras aviso y petición de oreja insuficiente); dos pinchazos, estocada trasera desprendida y dos descabellos (ovación tras aviso).

Sergio Rodríguez: dos pinchazos y estocada trasera desprendida (ovación tras aviso); estocada baja delantera, media estocada tendida y seis descabellos (silencio tras aviso).

Cuadrillas: Juan Carlos Rey y Toñete saludaron tras banderillear al tercero.

Incidencias: décimo segundo festejo de la feria de San Isidro, con algo más de medio aforo cubierto (17.918 espectadores, según la empresa), en tarde desapacible y con lluvia intermitente.

El murciano Jorge Martínez y el toledano Jorge Molina se emplearon hoy en Las Ventas con un toreo de gran firmeza, en un esfuerzo que no tuvo recompensa ni mucho eco en los desangelados tendidos de Las Ventas, donde la lluvia tomó el relevo del viento que ha condicionado lo que va de feria.

Con poco más de la mitad del aforo cubierto y en una tarde plomiza, el ambiente invernal en que se vivió el festejo no fue el más propicio para que se valorara en su auténtica dimensión todo lo bueno que hicieron ambos novilleros ante una, en general, deslucida novillada de Montealto.

De hecho, la petición de oreja para Molina a la muerte del segundo no alcanzó la suficiente intensidad para que la presidencia la tuviera en cuenta, después de que el torero de Torrijos toreara con gran asiento de plantas y de figura un utrero que protestaba o perdía las manos, pero al que templó y cuajó buenas tandas con la derecha.

Y más mérito tuvo aún la faena que le hizo al quinto, al que cortó de raíz sus intenciones de rajarse para, con idéntico asiento, sacarle muletazos de mucha verdad, dando el pecho en los embroques y llevando las embestidas hasta donde permitía el desclasado de Montealto, que acabó en terrenos de chiqueros.

Allí cerró Molina su trabajo con unas apuradísimas bernadinas pero sin poderlo rematar bien con la espada, momento en el que incluso fue prendido secamente por el muslo derecho, aunque sin herida visible.

Jorge Martínez, por su parte, no acabó de cogerle el pulso al primero, que tuvo mucha clase pero las fuerzas justas. Obediente al extremo a los "toques" y al viaje de la muleta, pedía por ello una máxima precisión que el murciano no siempre acertó a aplicarle, en una faena de altibajos aunque con naturales de soberbio trazo.

El cuarto fue el polo opuesto, por brusco y desabrido en unas arrancadas sin definir, pero con él afloró la mejor dimensión del cuajado Martínez para aguantar con una pétrea firmeza e imponer el mando ante tal incertidumbre, solo que con tanta facilidad, tan sobrado, que desde el tendido apenas surgieron unas tibias palmas de reconocimiento.

El tercero del cartel, el abulense Sergio Rodríguez, le cuajó una vibrante apertura de faena al manejable cuarto, al que toreó largo con las dos rodillas en tierra y en una posterior tanda por la derecha de mucha amplitud, solo que desde entonces le faltó un mayor acople para redondear con sus humilladas embestidas.

Con el sexto, ya bajo el desatado aguacero, Rodríguez se debatió entre las buenas intenciones y los desaciertos ante un novillo rebrincado y sin clase alguna.