Opinión | La espiral de la libreta

Tambores de guerra

No sé si España es un país pacifista por convencimiento o porque la frontera con Rusia queda lejos. El 60% de los españoles se muestra contrario al incremento del gasto militar (hoy el 1,2%) del PIB, mientras arrecian arengas belicistas, como la de Donald Tusk, el primer ministro polaco: «Estamos en una época de preguerra. No exagero». En las últimas semanas, se han expresado en parecidos términos tanto la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, como la ministra Margarita Robles. Por no hablar de Emmanuel Macron y su idea de mandar tropas occidentales a Ucrania; en política nada es baladí, y su retrato con los guantes de boxeo enfundados, en plan Robert de Niro en Toro Salvaje, pretende afianzar el mensaje de un presidente combativo, con músculo, dispuesto tal vez a sacar partido del dispendio armamentístico que se avecina. Francia, por cierto, es la segunda exportadora mundial de armas.

El canciller Olaf Scholz asegura que se están desarrollando conversaciones con expertos de defensa de varios países, incluida Ucrania, para estudiar posibles escenarios para una paz negociada. Mientras, Vladímir Putin --su credibilidad no es un lago cristalino-- tacha de «total disparate» las declaraciones occidentales sobre que Rusia se dispone a atacar a Europa. Entonces, ¿qué deben hacer los Veintisiete en su estancamiento económico y moral? No hay respuesta sencilla.

Sobre el terreno, dos años después del ataque criminal de Putin contra Ucrania, el panorama pinta más negro que nunca. Kiev esquiva la impopular tentativa de bajar la edad de reclutamiento y anda hambriento de munición, pues el apoyo europeo no se sustancia y la ayuda adicional norteamericana (60.000 millones de dólares) está congelada en el Senado por la oposición republicana (veremos en qué queda el plan checo de comprar miles de proyectiles artilleros en el mercado mundial). La dictadura instalada en el Kremlin, en cambio, no tiene problema ni con el suministro bélico (China, Irán) ni con las tropas frescas, mediante mercenarios o levas por decreto. Ucrania no ha fortificado bastante sus líneas de defensa (zanjas antitanque, campos minados).

Los expertos vaticinan que, tras el deshielo de la primavera y la temporada de los barrizales, Rusia emprenderá un gran impulso a lo largo de la línea del frente, un embate que haría parecer el estancamiento que se barajaba hace unos meses el mejor escenario. Zelenski teme que el mapa actual, donde Ucrania ha perdido una quinta parte de su territorio y la mayoría de sus accesos al mar, se convierta en la base de una futura negociación de paz, pero «los peligros son ahora tan grandes que esta sería la opción menos mala» (The Economist). Tal vez la única vía sea sentarse a negociar en lugar de alimentar la carnicería.

*Periodista y escritora

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